San Francisco Blanco, el misionero gallego que fue crucificado en Japón
La poco conocida historia de este misionero ourensano venerado como mártir en Japón, pero muy desconocido en Galicia
21 julio, 2024 05:00Nerón se convirtió en emperador de Roma en el año 54 después de Cristo. Inicialmente se mostró prudente y deseoso de ser querido por su pueblo promulgando leyes que beneficiaban a los pobres y a los más débiles de la sociedad romana, pero poco a poco empezó a cambiar su postura hacia una mucho más egocéntrica y caprichosa. Cuando había cumplido una década en el trono, ya era muy impopular y una buena parte del pueblo romano lo despreciaba. Un gran incendio estalló la noche del 18 de julio del año 64 en la ciudad de Roma, provocando que Nerón abriese los jardines de su palacio para las víctimas del incendio, mostrándose muy preocupado por la terrible tragedia. Fue tan grave que se prolongó por una semana, destruyendo diez de los barrios de la capital del Imperio, excepto los dos únicos que estaban habitados por judíos y cristianos. Se sospechaba que Nerón podría ser el culpable de la tragedia, planeada para reconstruir Roma como un gran monumento a su persona. Nerón quería alejar toda sospecha sobre él, por lo que culpó a los cristianos, ya que los barrios en los que habitaban no habían ardido, a quienes todos odiaban por sus abominaciones, y los castigó por su odio a la raza humana. Además de matarlos, los emplearon como entretenimiento para el pueblo vistiéndolos con pieles de bestias para que los perros los mataran a dentelladas, otros fueron crucificados, y a otros se les prendió fuego al caer la noche, para que la iluminaran, haciendo que incluso Nerón abriese de nuevo sus jardines para esta exhibición. Esta fue la primera gran persecución a los cristianos, pero no sería la última. Una de ellas sería la que ordenó el daimio de Japón, una masacre en la que un santo gallego sería crucificado: San Francisco Blanco.
Francisco Blanco nació en A Gudiña, en la parroquia de Tameirón, provincia de Ourense, el 18 de septiembre de 1570. Desde muy joven sobresalía por su obediencia y humildad, así como por su modestia y su capacidad de trabajo y sacrificio. Comenzó sus estudios con los jesuitas del colegio de Monterrey, en la misma provincia de Ourense, alrededor del año 1580, y continuó más tarde en la Universidad de Salamanca, hasta que en 1587 ingresa como novicio en la orden franciscana en el convento de Villalpando de Zamora.
Tras regresar a Salamanca para continuar su formación teológica, es destinado al convento franciscano de Pontevedra por motivos de salud. Allí se recuperó y se ofreció como voluntario para ir como misionero a América y Oriente en una expedición que partiría de tierras gallegas, pero, aunque sus problemas de salud ya habían sido superados, desaconsejaron ese viaje.
Aun así, no cejó en su empeño hasta que llegó a sus oídos que otra expedición similar se estaba organizando para partir desde Sevilla, hacia donde viaja andando para sumarse a aquella misión evangelizadora.
Partieron el 9 de enero de 1593 en una armada bajo el mando del general Marcos de Aramburu, llegando ocho meses después, el 19 de agosto, a las costas de México, donde finalizaría sus estudios y fue ordenado sacerdote.
En enero de 1594, los misioneros partieron desde Acapulco hacia Filipinas, a donde llegan a finales de abril, residiendo en el convento de Manila durante dos años, hasta que es enviado a Japón, en una de las primeras misiones evangelizadoras en el país y que llega a finales de junio de 1596 a Nagasaki, desde donde se desplazó a Tokio. Se dice que, durante aquel viaje marítimo, Francisco no desperdiciaba las horas, puesto que aprendió la lengua japonesa para poder predicar los Evangelios correctamente entre los nativos.
A su llegada, los gobernantes japoneses los recibieron con los brazos abiertos, ya que estaban ansiosos por entablar relaciones y activar el comercio con Europa, pero esa actitud duró poco, ya que la atmósfera comenzó a enrarecerse y a volverse hostil contra ellos, debido a tensiones políticas y religiosas, lo que acabó desencadenando la prohibición del cristianismo y la pena de muerte para quienes lo ejercieran.
El 8 de diciembre de 1596 Francisco y otras 25 personas fueron detenidas y enviados a una marcha forzada de casi 1.000 kilómetros a Nagasaki, condenados a morir crucificados debido a su condición de cristianos.
El 5 de febrero de 1597, sobre la colina Nishizaka, la sentencia fue ejecutada. Los soldados japoneses se vieron obligados a intervenir ante la avalancha de personas que querían honrar a los mártires y que acudían diariamente a orar, por lo que se decidió cubrir los cuerpos y levantar una empalizada para evitar que honraran a aquellos hombres, a los que se comenzó a conocer como los 26 mártires de Japón.
Los 26 fueron beatificados por el Papa Urbano VIII el 19 de julio de 1627 y Pío IX los canonizó el 8 de junio de 1862, dedicándoles el día 6 de febrero.
Tras aquella crucifixión en masa, el cristianismo estuvo prohibido durante dos siglos. Cuando la libertad religiosa fue restablecida en Japón, en 1868, más de 30.000 cristianos salieron de sus escondites para celebrarlo, casi todos, descendientes de los japoneses que Francisco y sus compañeros habían evangelizado.
En junio de 1962, se construyó un museo y un monumento a los mártires sobre la colina de Nishizaka para conmemorar el 100 aniversario de su canonización. En ese museo se exhiben imágenes de Jesús y María que las autoridades japonesas obligaban a pisar a aquellos que eran sospechosos de profesar la fe cristiana. Quien no los pisaba, quedaba libre de cualquier acusación.
De los 26, Francisco es el más venerado y querido en Japón por su fama como médico, predicador y por la juventud de la que gozaba al morir. Mientras, en su tierra natal, es casi un desconocido.
Cuenta la tradición que su cabeza fue traída a las tierras de Ourense en el siglo XVII, donde se guardó y todavía se le rinde culto en la capilla de San Francisco Blanco, en el pueblo valdeorrés de Outarelo, siendo objeto de gran devoción popular. Su imagen, con el hábito franciscano, y uno de sus dedos meñiques, se pueden ver en el santuario de Os Milagros de Tameirón, el lugar donde nació.
Supuesto cráneo de San Francisco Blanco. https://www.religionenlibertad.com/
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
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es.wikipedia.org
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elespanol.com
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lavozdegalicia.es
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abc.es
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pares.mcu.es
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religionenlibertad.com
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laovejaperdidaweb.blogspot.com
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historias-hispanica.rah.es
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cronicasdelaemigración.com