Concepción Arenal, la gallega que se convirtió en hombre para poder ser mujer
Esta ferrolana fue una de las pioneras del feminismo en España: se disfrazó de hombre para poder asistir a la Universidad
15 marzo, 2020 06:01Hace 200 años nacía una gallega que se convertiría en un símbolo y un emblema a imitar por todo lo que representó en su momento. Cuando la figura femenina se ceñía única y exclusivamente al cuidado del hogar y la procreación, esta pionera del feminismo en España luchó por los derechos de la mujer, defendiendo su acceso a la educación, el trabajo, la igualdad salarial, su dignidad y la igualdad de género.
No quería desaparecer bajo la figura de un hombre, sino que quería ser su igual y la única forma de conseguirlo era actuar como si fuera uno de ellos. Y así fue como, vestida como un hombre, fue la primera mujer universitaria de España. Defensora, además, de los más desfavorecidos, el sistema penitenciario español es heredero directo de sus ideales. Esta es la historia de una pionera, una de las madres del feminismo en España y que tuvo que hacerse hombre para poder ser mujer, Concepción Arenal.
Concepción Arenal Ponte nacía el 31 de enero de 1820 en el número 177 de la calle Real de Ferrol. Era hija de un militar de ideología liberal que fue castigado en múltiples ocasiones por oponerse al Absolutismo de Fernando VII. Tras pasar en varias ocasiones por prisión, acabó cayendo enfermo y fallecía cuando Concepción tenía tan solo 9 años.
Tras pasar por Cantabria, donde fallecería una de sus hermanas, recala en Madrid, en 1835. Allí, su madre decide que estudie en el Colegio de Tepa, donde las señoritas de buena familia aprendían a comportarse en sociedad y a hacer siempre lo que decían los varones.
Concepción, inconformista con la época que le había tocado vivir quería cursar estudios superiores, algo impensable e inaudito para una mujer. Mientras planeaba cómo hacerlo aprendía sola francés e italiano y se convierte en una ávida lectora de ciencias y filosofía.
Tras el fallecimiento de su abuela y de su madre en 1841, hereda la fortuna familiar. Es dueña absoluta de su destino.
Ese mismo año, comienza a acudir a la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. Lo hace disfrazada como un hombre: pelo corto, capa, levita y sombrero de copa. Las mujeres tenían vetada la entrada. El engaño aguantó hasta que la pillaron. No había nada que discutir, pero Concepción se empeña, discute y razona hasta que llega a un acuerdo con el Rector. Tendría que hacer un examen de conocimientos. Si lo aprueba, le dejarían asistir a clase de Derecho. Por supuesto, aprobó con una nota brillante.
Así que la Universidad no tuvo más remedio que dejar que una mujer, por primera vez en la historia de España, asistiera a sus clases. Eso sí, con varias condiciones. Lo haría como oyente, no podría matricularse ni recibiría título alguno. Cada mañana un bedel la recogía en la entrada de la Facultad y la dejaba en una habitación a solas en la que tenía que esperar hasta que el profesor fuera a buscarla para llevarla al aula y dar comienzo a la clase. Una vez allí la sentaba en una zona apartada y la devolvía a la habitación una vez concluida, a la espera del siguiente profesor y la siguiente clase. Concepción asistió como oyente durante 4 años, hasta 1845.
El día que aprobó ese examen, una revolución había comenzado, solo que ella aún no lo sabía. Concepción se convertía en la primera mujer universitaria de la historia de España y desde ese instante se pusieron en marcha unos complejos engranajes que transformarían la sociedad y que, aún hoy, lo siguen haciendo. A veces las revoluciones surgen así, en una pequeña habitación cerrada y anónima.
La experiencia universitaria le demostró que para cambiar el mundo tendría que hacerlo como si fuera un hombre. Y de nuevo, disfrazada, acudía a tertulias políticas y literarias de Madrid y comenzó a publicar de manera anónima hasta que, en 1857, se aprobaba una Ley que obligaba a firmar todos los artículos en prensa. Concepción no podía seguir colaborando en el diario de su marido, La Iberia, ya que las mujeres no podían publicar en prensa.
En 1860 publicaba un Ensayo que obtenía el Premio de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, pero había un problema. Había usado el nombre de su hijo de 10 años para la publicación. Cuando se descubrió el engaño la Academia suspendió el premio. Nunca se había premiado a una mujer. No había precedentes, pero no les quedó otro remedio que aceptar que una mujer había ganado. Concepción creaba el precedente y se iniciaba otra revolución.
El 4 de abril de 1864, a instancias de la Reina Isabel II, es nombrada Visitadora de Prisiones de Mujeres, entregándose en cuerpo y alma con aquellas mujeres hacinadas por las que nadie se preocupaba, inferiores ante la ley pero con las mismas penas que los hombres. Llegó a decir: “Si la ley civil mira a la mujer como inferior al hombre, ¿por qué la ley criminal le impone iguales penas cuando delinque?”. Además, propuso iniciativas para reinsertar a las presas y ayudar a sus familias, con viviendas sociales y planes de formación. “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles”, solía decir. En la actualidad se considera que todo el sistema de prisiones moderno fue pensado por Concepción Arenal. Otra revolución había comenzado.
En 1871 era nombrada Secretaria General de la Cruz Roja de la Sección de Señoras, desde donde consiguió la primera ambulancia que circuló por España. Además, se convirtió en amiga de la Reina María Victoria dal Pozzo junto a la cual son recordadas por su ayuda y apoyo a los más desfavorecidos de la capital de España.
Concepción Arenal dedicó toda su vida a reivindicar los derechos de los más desfavorecidos y a desmontar las teorías que convertían a la mujer en un ser inferior. Ella siempre defendió el derecho de las mujeres a la educación para poder superar las diferencias de género existentes.
Concepción Arenal fallecía en Vigo el 4 de febrero de 1893, sin grandes reconocimientos. “Que mi vida no haga sombra a mi trabajo”. Solo quería transmitir a las generaciones futuras su labor intelectual y lo consiguió.
Es un error grave inculcar a la mujer que su misión única es la de esposa y madre. La mujer necesita afirmar su personalidad, independientemente de que esté soltera, casada o viuda. Tiene derechos que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie, un trabajo que realizar e idea de que es cosa seria, grave, la vida y que si se la toma como un juego, ella será indefectiblemente un juguete”. Concepción Arenal. “La educación de la Mujer”.
Historias de la Historia…
Iván Fernández Amil. Top Inspira LinkedIn 2019. Storyteller. Jefe de Compras.
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Referencias:
- CABAALLÉ, A. Concepción Arenal. La caminante y su sombra. Ediciones Taurus, 2018.
- SANTALLA LÓPEZ, M. Concepción Arenal (1820-1893). Concello de Ferrol, 2001.
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