La iglesia de la Resurrección en el Barrio de las Flores de A Coruña
La iglesia de la Resurrección es un ejemplo de arquitectura moderna española. Diseñada por el arquitecto José Antonio Corrales, su lenguaje, su estructura y la morfología organizativa del programa definen una vanguardia tipológica en la A Coruña de mediados de los sesenta
13 enero, 2021 06:00Hay lugares de la ciudad que no admiten engaño, espacios que se muestran tal y como son, sin velos que escondan su auténtica personalidad. Quizás no aparezcan en las postales de la ciudad, ni siquiera en las imágenes más virales de Instagram. A veces estos reflejan las heridas del tiempo y las arrugas de una vejez cargada de experiencias entre sus muros.
Pequeños lugares que definen una red de puntos de la ciudad oculta que se encuentran en el poso de la identidad urbana, aquella que sólo es conocida por sus habitantes y no por los foráneos que se asombran al descubrirlos. Basta una breve conversación con uno de esos ciudadanos conocedores de su existencia para comprender la importancia de estos lugares que, los constructores de historias utilizan como escenario.
En el relato ‘Qué me queres amor’ de Manuel Rivas, el Barrio de las Flores de A Coruña aparece como escenario de la historia, transformándose de manera natural en la identidad del personaje. Ese personaje que sueña con la primera cereza del verano no podría vivir en otro lugar que no fuese el Barrio de las Flores. La historia del barrio es popularmente conocida, pero hay un edificio singular dentro de su estructura orgánica que acomodado en un silencio elocuente, coloca los pies en la tierra a su visitante: ‘Extiende las manos, aprieta las palmas, cierra los ojos, escucha el silencio ¿sientes eso que se desliza entre los dedos? Es tu tiempo idiota.’ Breverías de Rodrigo Cortés.
Hay a veces, un exceso de arrogante poética en la actitud de algunos profesionales de la arquitectura. Pero hay otros, los que realmente sienten que la profesión es un aspecto intrínseco a su vida y a su personalidad. Arquitectos que sea cual sea su labor diaria sienten honesta pasión por la profesión elegida, como José Antonio Corrales con su voluntad indomable: ‘’Entrar en el estudio siempre a la hora exacta, saludar a los ayudantes, sentarse frente al tablero, trabajar poniendo siempre la mente en la misma
dirección del compás y machacar los planos. Y así entrar como un héroe anónimo en posesión de los trabajos y los días. Y al final de cada jornada, quedarse solo en el estudio, volver a casa, y soñar que tal vez mañana llegará el encargo más importante de su vida. Seguir trabajando, creando arquitectura.’’ Elogio de la Luz, Jose Antonio Corrales: Voluntad indomable.
Y es que quizás la mejor arquitectura contemporánea nace, no de una falsa actitud de profesionalidad del arquitecto aburrido y fracasado que quiere dedicarse a la música electrónica u otras ocurrencias y siente ansiedad tóxica por las últimas vacaciones, sino del constante aprendizaje, la búsqueda de experiencias en todos los viajes y el amor por la profesión pese a las circunstancias, en ocasiones lamentables.
Un barrio de vanguardia no exento de polémica
El Barrio de las Flores que se había creado como consecuencia de la transformación estructural de la ciudad de posguerra. En 1948 el Plan Cort había delineado una serie de cambios sobre los que apoya el Plan general de Ordenación de 1965 en el que J. Pagola, J.A. Corrales y R. Vázquez Molezún, revisan el plan de alineaciones que permite una mejor organización urbana. De este plan y los subsiguientes estudios se deriva un cambio de morfología urbana al que se incorporan el Barrio de las flores, el polígono de Zalaeta, el polígono de Bens o el polígono de Elviña, así como las conexiones entre la periferia y el centro. Situado sobre la traza del oleoducto, el barrio se organiza alejando la vivienda de este mediante una franja verde sobre la que se dispondrán algunos equipamientos como la iglesia y el polideportivo. El equipo de arquitectos que desarrolló el barrio era brillante: Andrés Fernández Albalat-Lois, José Luque Sobrini, Ignacio Bescansa, José Antonio Corrales (con Ramón Vázquez Molezún), Jacobo Rodríguez Losada y Milagros Rey Hombre, bajo la dirección de Bescansa. Albalat resumía el impacto del barrio en 2006: “Lo realmente curioso es que muchos hitos urbanísticos de La Coruña surgieron allí. (?) el propio proyecto empezó como un repaso general a la ciudad de entonces.” Un barrio de diseño polémico, moderno e icónico, en el que para comprender la pieza de la iglesia sin profundizar en exceso en la morfología del barrio, basta con recordar someramente la Unidad Vecinal n3, para obtener un contexto sólido que permita comprender la atmósfera del lugar.
La ordenación inicial del barrio fue muy compleja ya que se sucedieron una serie de expropiaciones, así como el diálogo con los propietarios, que provocaron protestas ciudadanas que amenazaban bloquear la construcción del barrio. Sin embargo, poco a poco, el discurso sobre la vivienda higiénica y digna, así como la necesidad de modernización urbana fueron calando entre las clases más populares. Fue una prostituta alcohólica a la que llamaban ‘rabo de cocho’ la que contribuyó, como recoge Manuel Toba Blanco en su publicación sobre el barrio, a esa concienciación a través de las conversaciones que mantenía en los lavaderos a los que acudían las mujeres. Un cambio de actitud que posibilitó la construcción de este nuevo barrio que supuso la introducción del urbanismo de vanguardia y numerosos galardones especialmente dedicados a la Unidad Vecinal n3 (1965) desarrollada por José Antonio Corrales. A pesar de los profundos cambios que la Unidad vecinal ha sufrido con el paso del tiempo como la introducción de ascensores o cambios de carpintería (se sustituyeron las icónicas ventanas Pearson casi en su totalidad), la obra representa un gran punto de inflexión que colocaba a Coruña en la vanguardia nacional. El propio Corrales
describe esta obra (a partir del minuto 15) en el documental Elogio de la Luz de TVE (disponible en YouTube), tras recorrer las calles del mismo y no sin cierta ironía, que en aquel momento se encontraban presentes las normas del movimiento moderno, de ahí su singular composición con corredores públicos, la ausencia de calefacción, de ascensores. Corrales explica que ha enviado una carta al ayuntamiento para exigir su reconstrucción arquitectónica mientras la voz en off describe la mirada de
finales de los años noventa sobre esta obra: ‘Y sucede que a una idea que en su día fue racional se le superpone la vida del día a día, las pasiones anodinas, la angustia, el trabajo y los sueños derrotados, y así se van erosionando las paredes, así los corredores y patios que en su momento fueron levantados para albergar a una gente con la pretensión de que fuera feliz, en medio de una arquitectura creada con un talento al servicio del bienestar social’.
La Unidad Vecinal, que requeriría de un análisis más profundo y una contextualización internacional que la acercaría a otras obras
paradigmáticas como los Robin Hood Gardens de Alison & Peter Smithson, además de una actualización, ya que la situación ha cambiado y los vecinos no son sólo conscientes del valor de las viviendas que habitan, sino que luchan por la identidad de su barrio. Un aspecto que Corrales definiría sin palabras, a través de su obra como la batalla por estar siempre a la altura de la contemporaneidad. Pero la Unidad vecinal abre el camino o determina el contexto de modernidad para el asentamiento de una pieza muy relevante en el barrio: la iglesia de la Resurrección.
La iglesia de la resurrección
La iglesia de la Resurrección del Barrio de las Flores permite un análisis en diversas dimensiones entre las que destacan la mirada sociológica y la arquitectónica. Esta magnífica obra no sería comprensible sin su párroco quien realiza un trabajo de conservación y mantenimiento sensible y cuidadoso junto con sus fieles. Se trata por lo tanto de un edificio vivo, en el que la mirada arquitectónica no se puede separar de lo que sucede dentro y fuera del edificio, una obra completamente humanizada.
“Durante la última reunión pregunté: Bueno, pues y ¿en qué zona? Nos situamos sobre el plano y señalé una de las cuadrículas. Creo que esta zona, la de las Margaritas (así se llamaba) parece la más indicada” (Bescansa, 2006).
Hay varios aspectos fundamentales que caracterizan a este templo poco tradicional: el contexto social del barrio abocetado anteriormente, su arquitectura vanguardista y el cambio de la liturgia como consecuencia del Concilio Vaticano II. Estos dos últimos aspectos son los que Corrales funde magistralmente en este proyecto a pesar de las dificultades constructivas del momento. David García-Asenjo, doctor arquitecto especializado en arquitectura religiosa contemporánea, analiza magníficamente esta obra en varios de sus textos, precisando la relación entre liturgia y diseño moderno: ‘Sólo un análisis más reposado de
las cualidades y decisiones del proyecto permiten apreciar la interesante y adecuada resolución del programa, así como la profundidad litúrgica del espacio creado. / Se trata de una actitud diferente se establece un sistema que resuelve desde la lógica constructiva y estructural sin referencias a la tradición formal o constructiva de las etapas anteriores. No se trata de reinterpretar con un lenguaje contemporáneo espacios tradicionales o tipologías heredadas de la historia de la arquitectura, sino que se propone un nuevo tipo de espacio’. (David García-Asenjo, José Antonio Corrales. Iglesia de la Resurrección en Elviña. Las constantes de una arquitectura transparente)
La iglesia del barrio de las flores se integra en una parcela con una cierta pendiente, por lo que su posición se adapta a la 0topografía. Los volúmenes incorporan en la parcela alojando el programa religioso. El Sacrosanctum Concilium promulgado el 5 de diciembre de 1963 en el Concilio Vaticano II dirigido por el papa Juan XXIII, modificó aspectos fundamentales de la liturgia que afectan a la arquitectura. Aunque las afectaciones arquitectónicas no se abordan directamente, hay aspectos que se ponen
en crisis: la disposición de los espacios para la celebración se basan en la asamblea modificando la posición del altar y girando la posición del párroco que ya no mira al altar sino a sus feligreses, prefiriéndose además una posición más cercana a los mismos; los altares menores se disponen en un segundo plano, mientras que los ambones cobran más protagonismo; los confesionarios se posicionarían en lugares visibles y se incorporarían bancos para que los feligreses pudiesen sentarse; se incorporarían más imágenes al templo buscando un equilibrio entre el arte tradicional y el contemporáneo, así como la preferencia de los motivos cristianos para el arte funerario. Estos rasgos resumidos por estudiosos de la liturgia y la historia religiosa, son palpables en la iglesia del Barrio de las Flores cuyo espacio principal es precisamente una asamblea muy similar a la que sirve de escenario en la película cómica ‘Si Dios quiere’ (Edoardo Falcone, 2016).
La morfología de este espacio para la celebración de la misa se plantea como una planta de cruz griega con el altar en el centro, aunque finalmente pierde uno de sus brazos sin eliminar la esencia asamblearia. Adyacente a este espacio, que se constituye como fundamental en un templo religioso, se van sumando la capilla que inicialmente se incorporaría al espacio central mediante un sistema de paneles, los espacios para la catequesis así como las salas auxiliares. Posteriormente se incorporaría el centro parroquial como un volumen frontal elevado que se separa mediante un patio del cuerpo del templo y la cruz compuesta por
dos perfiles soldados. La disposición de volúmenes presenta esta composición debido a la ausencia de referencias del entorno tal y como apunta García-Asenjo, y suponen una nueva concepción del arquetipo alejado de la iglesia triumphalis de décadas y siglos anteriores.
Corrales, quien pertenece a una generación que no tuvo maestros, debido al contexto histórico español, desarrolla una arquitectura de voluntad férrea e independiente con referencias que se ubican en las publicaciones y los viajes que el arquitecto había realizado. Para buscar una referencia de apoyo, dispone una cuadrícula sobre la que distribuye el programa según la morfología de la iglesia contemporánea. La cuadrícula se convierte también en el apoyo de la estructura que se esconde
deliberadamente en los lucernarios que recorren todo el volumen en el eje este-oeste. Los lucernarios constituyen la estructura portante de la cubierta, una iluminación inadvertida pero también una estructura subliminal, que generan un espacio atmosférico. El interior del espacio en el que tiene lugar la misa consigue con elementos constructivos muy básicos: la estructura de acero, tableros de virutas Viroterm como entrevigado (marcando a través de sus dimensiones el módulo del edificio) y hormigón en muros portantes, crear un lugar sencillo y honesto dispuesto a acoger a sus vecinos.
La iglesia, tras su construcción se quedó en un punto muerto ya que la archidiócesis de Santiago no llegó a ocupar el edificio hasta unos años después. Durante ese periodo, el edificio fue prácticamente desmantelado y ocupado siendo reducido a una estructura hueca. Andrés Fernández-Albalat apunta en la publicación editada por Manuel Toba Blanco sobre el barrio, que el Barrio supuso un gran impacto sociológico, dentro de este contexto, la iglesia representa ese tránsito. Tras esta complicada situación y un periodo de reposo o adaptación, la iglesia es finalmente consagrada como templo religioso y se inicia un proceso de rehabilitación. La recuperación constructiva y formal de la iglesia es posible gracias a su párroco y a los arquitectos Andrés Fernández-Albalat y Luis Vázquez Arcay, quienes consiguen, tras el profundo estudio de la obra de Corrales, restituir su esencia inicial. En 2004 una nueva propuesta firmada por el propio Corrales junto con Manuel Toba Blanco y Carlos Muñoz Fontenla
plantea rehabilitar las zonas comunes de la Unidad Vecinal y el Centro parroquial, lamentablemente éste no se llega a realizar.
Sentir el confort de la ciudad
La iglesia de la Resurrección en el Barrio de las Flores, es testigo de la vida de un barrio vivo y con una identidad imperecedera. Una atmósfera casi costumbrista de luz, vida y confort que define una ciudad que parece volver a humanizar la estructura urbana.
‘En este contexto histórico [el de la especulación capitalista de los 80] es bastante razonable percibir, como otros han hecho antes, el deseo de ver demolido Robin Hood Gardens [como resto del estado socialista]. Las ciudades completamente nuevas o de nueva planta como Canary Wharf carecen de fuerza y sensibilidad, se perciben como centros comerciales; igual de bien que nos sienta aquella chaqueta tan puesta, necesitamos sentir el confort de la ciudad que refleje nuestra historia, con todos sus defectos.’ Simon Smithson en ‘De Euston Arch a Robin Hood Gardens’, 2008
El espacio de la iglesia se inunda de una luz universal y al mismo tiempo introspectiva, en ciertos momentos incluso costumbrista como en la pequeña pastelería de Tokio (película de Naomi Kawase, 2015), en la que la tradición se mezcla de una forma aparentemente incómoda con la modernidad, una falsa incomodidad que es extremadamente confortable y cercana. La voluntad indomable de Jose Antonio Corrales, la rehabilitación posterior de Andrés Fernández Albalat, la dedicación de su párroco y la identidad que sólo los vecinos del barrio pueden proporcionar, han convertido a la iglesia de la Resurrección en un catalizador de la vida en el Barrio de las Flores.
Lugares que no admiten engaño y que representan el confort de la ciudad, ese que, aunque lleno de defectos, refleja la historia. Quizás "historia" resulte un término algo reduccionista, ya que más bien constituye el reflejo de algo más amplio, la propia vida que transforma el lugar y que muta debido a este, un círculo natural que pasa desapercibido en el día a día. Sin embargo, aquello que pasa desapercibido, es en realidad síntoma de una latencia interna que se muestra en pequeños detalles. Como en una obra
de Paolo Sorrentino, la belleza se adivina en las miradas detenidas sin condescendencia, hasta obtener esa esencia abstracta que vibra produciendo un sentimiento conmovedor. Basta pasear en torno a la iglesia del Barrio de las Flores y contemplar a los vecinos en su día a día haciendo suya la arquitectura moderna, para entender la voluntad de Corrales y la vocación social de su arquitectura moderna, en definitiva una belleza abstracta de lo cotidiano.