Batanes y molinos de Vimianzo

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Cultura

Los batanes y molinos de Vimianzo (A Coruña) que todavía funcionan tras más de tres siglos

  • Situados en un paraje de ensueño a orillas del río Grande, el conjunto etnográfico conforma un auténtico museo vivo de la ingeniería tradicional gallega, cuyos orígenes se remontan a mediados del siglo XVIII
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En el corazón de la mágica Terra de Soneira, Vimianzo emerge como un destino donde la naturaleza y la historia tejen una trama tan cautivadora como sus paisajes. Entre las ondulantes laderas de su valle homónimo y el carácter salvaje de las costas atlátncas, esta joya coruñesa no sólo se presenta como la capital natural de la comarca, sino como un espejo que refleja el alma de la Costa da Morte. Aquí, la vida también fluye al compás de los ríos, auténticos artesanos del paisaje y custodios de un legado que late con fuerza a pesar del paso del tiempo. En sus aguas, los ecos de las antiguas tradiciones se mezclan con el murmullo constante de la naturaleza viva. 

Uno de los mejores testimonios de este legado entre el agua y la tradición es el conjunto de los Batáns y Muíños do Mosquetín, un auténtico tesoro de la arquitectura rural que reúne estructuras de diferentes tipologías (de batán y de harina). Alimentados por la fuerza incesante del río Grande, sus engranajes todavía funcionan como si el tiempo apenas hubiese rozado sus viejas piedras, narrando historias de una época en la que el agua no sólo moldeaba el terreno, sino que también dictaba el pulso de la vida cotidiana.

Lo cierto es que en el Catastro de Ensenada de 1753 ya se documentaba la existencia de dos batanes y cinco molinos en el entorno del río Grande, testigos de un pasado que perduró con fuerza hasta bien entrado el siglo XX, cuando sus mecanismos cesaron su actividad en la década de los sesenta. 

Pero la historia no termina ahí. En el año 1997, la Deputación da Coruña asumió la tutela del conjunto vimiancés, embarcándose en una meticulosa restauración que devolvió a este mágico escenario su antiguo esplendor. El resultado es un espacio completamente recuperado, un puente entre el pasado y el presente que hoy se ofrece al visitante como un rincón donde admirar los viejos ingenios y disfrutar de la serenidad que solo la naturaleza puede brindar.

Un viaje al pasado entre molinos e historia

Conjunto de Batáns y Muíños do Mosquetín.

Conjunto de Batáns y Muíños do Mosquetín. osbatans.gal Vimianzo

El lugar de Mosquetín, enclavado en la parroquia de Salto, conforma un paraje de singular belleza que guarda uno de los tesoros etnográficos más emblemáticos de Vimianzo, un extraordinario conjunto de antiguos batanes y molinos. Este rincón es acariciado por los márgenes del río Grande, cuyo trazado hacia el Atlántico desemboca en la ría de Camariñas.

Durante más de tres siglos, la fuerza de estas aguas ha sido el motor que daba vida a un sistema artesanal que aún despierta el asombro de quienes lo visitan. En el presente, el eco de estos mazos y ruedas resuena todavía, invitando a viajar en el tiempo y valorar el ingenio que una vez transformó la fuerza del río en un modo de vida.  

Estos molinos de agua de Mosquetín transformaban los cereales como el trigo y el maíz en harina. Dicho proceso tradicional era impulsado por un eje que, movido por una rueda horizontal que giraba con la energía del agua, hacía rodar una enorme piedra circular que trituraban los granos hasta convertirlos en polvo fino. 

En el caso de los batanes, estas ingeniosas maquinarías hidráulicas, protagonizaban un proceso igual de fascinante: el abatanado. Los gruesos y pesados mazos, activados por el flujo constante de agua en épocas de invierno, golpeaban incansablemente los tejidos mojados durante horas, incluso días, hasta lograr una compactación casi perfecta.

Este laborioso proceso convertía telas sueltas y deshilachadas, como las del lino o lana, en piezas robustas capaces de resistir el frío y la lluvia. Para lograrlo, el agua era canalizada hacia el interior de la estructura, donde su fuerza movía el rodicio y a través de un sistema de palas, hacia que los mazos golpeasen de manera alternativa la pila que contenía los tejidos. 

El conjunto en la actualidad

Interior de uno de los batanes.

Interior de uno de los batanes. osbatans.gal Vimianzo

El actual conjunto de los Batáns e Muíños do Mosquetín se compone de dos robustas y alargadas edificaciones, construidas en mampostería de piedra y coronadas por cubierta de teja roja. En su interior, estas estructuras albergan las maquinarias restauradas de siete molinos y tres batanes, joyas de la ingeniería tradicional gallega. 

El edificio norte, situado más cerca de la carretera, está dividido en tres estancias: una dedicada a un molino albeiro (especializado en la molienda del trigo), otra a dos molinos negreiros, o de maíz, y una tercera que guarda los citados tres batanes. Por su parte, el edificio sur, que se alza junto al margen más próximo al río Grande, acoge el resto de los molinos de agua. Aquí, la primera sala alberga otro molino albeiro, la segunda un molino de relón (dedicado a moler salvado), mientras que la última se comparte entre dos molinos negreiros. 

El entorno de este impresionante conjunto se complementa con una acogedora área recreativa situada a orillas del curso fluvial, en un lugar que invita al descanso y al disfrute en plena naturaleza, en un rincón repleto de zonas sombreadas y mesas de piedra que permiten a los visitantes sumergirse en la tranquilidad de este entorno privilegiado donde la historia y la naturaleza se fusionan evocando, de alguna manera, una parte del legado rural de Vimianzo.