Mario Picazo fue uno de los hombres del tiempo más famoso de la España noventera y dosmilera, ganándose la credibilidad en la pequeña pantalla a golpe de pronósticos acertados, siempre "con la ciencia detrás". Su profesión gira en torno a uno de los temas más recurrentes habidos y por haber. Por eso la gente siempre le ha reconocido, siempre le ha parado y siempre le ha preguntado si venían borrascas o soles espléndidos: "Asumo que es parte de la etiqueta. La profesión conlleva eso porque el tiempo es una conversación muy socorrida".
El tiempo es socorrido, sí, pero también solivianta. A Mario Picazo se le llegaron a enfadar por decir que iba a llover durante una Semana Santa: "Nos llegó una carta del gobierno de Asturias diciendo: ‘¿Cómo habéis dicho esto del tiempo?'. Ellos nos mandaban una imagen del día soleado diciendo que no hacía tan malo, pero llover había llovido, no nos habíamos equivocado". Y ya se sabe lo de la lluvia y el gusto de todos.
Después de aquellos años, en los que también estuvo al frente del servicio de Meteorología de Telecinco, Picazo se fue de Mediaset un tanto peleado: tras la emisión del formato Qué hago yo aquí les acusó de ser "clonadores baratos" por su parecido con Climas extremos, programa que él había presentado para la televisión pública. Ha hecho desde entonces su vida personal y laboral al otro lado del Atlántico, dando clase en la universidad de California. Hasta que todo ha cuadrado para su vuelta, una oferta del mismo grupo y un cierre personal de ciclo: "Ellos tocaron a mi puerta, me ofrecieron este formato y, de momento, aquí estamos".
Por su labor de concienciación sobre el cambio climático ha llegado a recibir amenazas: "Ocurrió en Twitter, diciendo ‘Mario Picazo muerto en extrañas circunstancias’". Pero Mario no se arredra: su temperamento es templado pero firme: "Yo lo dejo pasar, como el aire. Y para delante". Si fuera un viento sería un alisio, que sopla sobre el Atlántico de forma constante; de los alisios se valieron expertos navegantes para llegar a puerto.
El suyo, su puerto, es la felicidad familiar: "Cuando ya pasa la etapa de niños pequeños, cada uno tiene que tener su espacio para hacer las cosas que quiere hacer en la vida. Tenemos que adaptarnos a las cosas que van surgiendo y que no sean un impedimento para que los que estamos en el proyecto familiar seamos felices". Conversamos con él antes de que entre a informativos y mientras prepara el programa de la tarde, en mitad de una mañana "de locos". Lo que le falta es tiempo, reconoce. La vida y sus paradojas.
PREGUNTA: ¿Cómo ha surgido este nuevo programa y qué hueco espera llenar en la parrilla?
RESPUESTA: Ha surgido por una tendencia del grupo, de Mediaset en general, de hacer un tipo de programación diferente. Lógicamente esto es Cuatro, no Telecinco, y quiere rescatar un poco la esencia inicial del canal, que era más cultural, más educacional. Y de alguna forma romper con una parrilla que por la tarde iba de informativo a informativo y era prácticamente todo de actualidad también. Ahora se ha planteado hacer una rotura en medio y meter un contenido diferente, que pueda ser atractivo para la audiencia porque no compite con las otras cadenas principales a esa hora. Y de momento a ver cómo funciona. No es fácil porque entramos en el minuto 80 del partido, hacia el final de la temporada, y remontando una audiencia que era un poco baja.
P.– ¿Y de qué depende eso? Con su larga experiencia en programas, ¿por qué cree que unos cuajan y otros no?
R.– Creo que, por supuesto, por el contenido que tienes, por la persona que está, pero también por el momento en el que está la audiencia: a estas alturas del año por ejemplo ya están fidelizados a otros contenidos y de repente les presentas otro completamente diferente y tienes que intentar quedarte con los que estaban, pero cautivar a otros también y subirlos al barco. Creo que eso se consigue fruto de un boca a boca más que de la promoción, que la gente se entere por otros y se anime a verlo y se vaya sumando. Pero estamos en una franja muy dura porque tenemos grandes profesionales como Ana Rosa en Telecinco, Sonsoles en Antena 3 y otros productos con los que también competimos y son difíciles de desbancar.
P.– Ha defendido en la promoción que es muy diferente a Aquí la Tierra. Y, a propósito, Jacob Petrus ha dicho que su formato funciona porque es tele blanca. ¿Va en esa línea el suyo, de tele blanca?
R.– Sí, lógicamente. Yo nunca me subiría a un formato que no tuviera un corte completamente blanco porque he cultivado una carrera profesional con ese fin. Aquí la Tierra empezó en su día con unos contenidos más variados y ahora han ido más hacia alimentación, comida y demás, que es lo que atrae a mucha gente. Nosotros estamos también con eso, más en directo, pero esta semanapor ejemplo rompimos programa y se cayó media escaleta cuando empezó a haber un temporal en Canarias con grandes olas. Eso es lo que te permite la actualidad y el directo, hacer una transición hacia las cosas que lleguen. Pero aún nos falta por integrar algunos aspectos que son más de corte medioambiental, tecnológico y de sostenibilidad, porque de momento hemos ido más por la vía de animales, alimentación, nutrición y bienestar. Pero vamos a ir ampliando el abanico.
P.– Fue el presentador del tiempo en Telecinco muchos años, además del jefe de Meteorología de la cadena. Después se fue peleadillo de Mediaset en 2013 (tras la emisión del formato Qué hago yo aquí les acusó de ser "clonadores baratos" por su parecido con Climas extremos, programa que presentó Mario para TVE). ¿Qué le ha hecho volver?
R.– Estar en Estados Unidos ha sido una decisión no sólo profesional sino personal, y esa etapa se ha cerrado. La intención era volver antes, pero con el Covid se extendió. Mis hijos estaban acabando sus ciclos escolares, uno en la universidad y otro el High School, y ya era el momento de cerrar la etapa. Y eso ha coincidido con que Mediaset apostaba por esto. Ellos tocaron a mi puerta, me ofrecieron este formato y así lo hemos hecho, las piezas han encajado y, de momento, aquí estamos.
P.– Va a volver a estar en la palestra, con lo famoso que usted es aquí. ¿Cómo lo lleva? Que estos años habrá estado muy tranquilo…
R.– Sí, he estado muy tranquilo. Estando en California salía a la calle y nadie me preguntaba por el tiempo (ríe), pero asumo que es parte de la etiqueta. La profesión conlleva eso porque el tiempo es una conversación muy socorrida, y la gente te reconoce y te pregunta por ello. Pero también es cierto que yo respeto mucho mi vida personal y mi intimidad, y no las difundo, así que no quita para seguir haciendo la vida que hacía cuando he estado aquí en la tele durante tantos años.
P.– El tema es verdad que es socorrido, y también solivianta. ¿Alguna vez se han enfadado con usted por un pronóstico poco acertado del tiempo? ¿Tiene alguna anécdota así?
R.– Yo creo que cada vez tenemos herramientas más fiables que nos permiten decir las cosas con más exactitud. Pero sí es cierto que en el pasado a todos nos llegaba alguna carta, sobre todo con protestas de gente del norte. Me acuerdo de que una vez dimos lluvia en Semana Santa y nos llegó una carta del gobierno de Asturias diciendo: ‘¿Cómo habéis dicho esto del tiempo?’. Y llegamos a mandar hasta una Betacam (una cinta de vídeo antigua) de lo que habíamos emitido para defendernos, que era que iba a llover aunque a ratos también saliera el sol. Ellos nos mandaban una imagen del día soleado diciendo que no hacía tan malo, pero llover había llovido, no nos habíamos equivocado.
En ese sentido los habitantes del norte de España siempre han sido los más críticos con nuestras predicciones porque en Asturias te puedes levantar con sol, que llueva a mediodía y por la tarde haga fresco, y para ellos es muy normal y un tiempo amable, pero para un señor que es de otro sitio y está pasando allí la Semana Santa le puede parecer un tiempo horrendo. Hemos tenido nuestras cositas, y lógicamente el sector turístico siempre ha sido el más crítico con nosotros.
P.– ¿Y alguna vez le han dicho algo también desde el sector turístico?
R.– No, no, nada directamente. Lo que pasa es que mucha gente no sé por qué se creía que a los meteorólogos nos pagaban por decir cosas que no eran, o que nos pagan para que la gente no cancele los hoteles. En ningún caso he tenido esa situación en mi vida ni he recibido presión para decir una información determinada. Eso no es verdad.
P.– Tiene usted eso que no muchos atesoran, credibilidad ante la cámara. Y cae bien. ¿Cómo lo logra?
R.– Creo que la docencia me ha ayudado mucho, yo no empecé delante de la cámara sino delante de estudiantes cuando hacía el doctorado en la universidad de California en Los Ángeles, y a partir de ahí me di cuenta de que los estudiantes valoraban mi labor docente y eso me permitió evolucionar profesionalmente como comunicador. Y ante la cámara haces más o menos lo mismo. Y la credibilidad creo que viene de intentar mantener ese rigor científico, no me he sacado nunca nada de la manga y siempre he tenido la ciencia detrás. Eso creo que hace que te vean como alguien que dice las cosas con criterio, después de haber estudiado.
P.– ¿Es de equipo frío o de equipo calor?
R.– Si tengo que elegir, elijo frío, pero sin asociarlo a ningún tipo de personalidad. El frío es evitable, te puedes tapar y se respira mejor que con ese calor bochornoso que estamos teniendo en verano últimamente y que a mí me cuesta muchísimo llevar.
P.– ¿Tiene alguna teoría elaborada sobre por qué unas personas preferimos el verano y otras el invierno (más allá de lo obvio, de las sensaciones corporales)? Me refiero, a mí me gusta el verano porque soy muy friolera y tolero mejor el calor que el frío, pero también es una estación que tiene más que ver con mi forma de ser, propicia un ritmo más lento, y más encuentros, más viajes...
R.– Sí, por ejemplo la luz que tenemos en cada estación del año puede animarnos más o menos, según cómo seamos, y luego cada uno es un termostato: yo veo que hay gente que lleva el calor genial y que no suda, pero para mí la humedad es tremenda. Imagínate que cuando hago deporte vuelvo y he perdido un litro de agua, y cuando hace calor me pasa lo mismo y me deja un poco aplatanado.
Y desde luego hay una parte anímica importante, a algunos un tiempo les vuelve más anímicos y a otros les deprime. Se han hecho muchos estudios sobre esto. Y además ya sabemos que el sol es bueno porque nos potencia el sistema inmunológico y nos hace más fuertes. A pesar de que dicen que el país más feliz del mundo es Finlandia (Risas).
P.– Sí, eso dicen, ¡pero yo no podría ser feliz allí!
R.– Sí, pero al final cómo viven, las cosas que tienen, la igualdad entre la gente… Hay otras cosas que les dan fuerza.
P.– A propósito, ¿cuándo cree que va a llegar el verano este año? O me remito a lo del 40 de mayo…
R.– Ojalá sea el 40 de mayo, pero cada vez tenemos veranos más adelantados, aunque sean pequeñas incursiones de olas de calor, y aunque el verano astronómico suele ser sobre el 20 o 21 de junio y el meteorológico el 1 de junio, ya empezamos a tener nuestras inyecciones de calor antes de que arranque. Lo del 40 de mayo es sabio porque la primavera tiene esas cosas de altibajos, pero cada vez los vamos a ver con más frecuencia y ya sabemos que las estaciones se han adelantado. Un estudio que hemos hecho en Eltiempo.es muestra cómo varios días antes de lo habitual ya entramos en condiciones de verano, y luego en septiembre se extiende más. Así que lo del 40 de mayo a lo mejor pronto vamos a tener que cambiarlo por ‘hasta el 30 de abril no te quites el sayo’, el refranero popular necesita un repasillo.
P.– He leído que ha llegado a recibir amenazas de muerte por su postura contra el cambio climático… Me ha impresionado. ¿Le sigue pasando?
R.– Yo creo que ha sido algo puntual en Twitter de gente que es terraplanista y que no tiene una gran masa de seguidores. No sólo con el cambio climático, también con esa teoría de los chemtrails, aunque mucha gente lo ha explicado y hay estudios rigurosos que demuestran que no existe. Pero con todo este tipo de cosas cuando sales ahí y les contradices hay algunos individuos perdidos que llegan al punto de publicar una noticia, como ocurrió en Twitter, diciendo ‘Mario Picazo muerto en extrañas circunstancias’. Así es como te amenazan. Pero yo lo dejo pasar, como el aire. Y para delante.
P.– Intento imaginar qué es lo que les pasa para pensar así. ¿Por qué aún hay quien niega el cambio climático? ¿Es desconocimiento, es desconfianza, es egoísmo?
R.– En muchos casos, intereses económicos. Esta ciencia que estamos poniendo sobre la mesa y cómo estamos afirmando algunas cosas con contundencia, para algunos supone una gran amenaza. Aparte de desconocimiento y falta de información, si tienes un negocio que depende de los combustibles fósiles no te interesa para nada que alguien salga a la palestra dándole día tras día información a la gente de las cosas que pueden pasar por ello.
P.– Ha estado viviendo en Estados Unidos dando clase en la universidad. Y nació en Colorado. ¿Qué pulso ha tomado a la sociedad ahora mismo? ¿Qué cree que va a suceder en las elecciones?
R.– Es variado, eh. Pero yo también he estado viviendo en California, una potencia entre las cinco primeras del mundo, con una política muy sostenible y muy pionera en todo este tipo de cosas, así que de cerca, cerca no he vivido tanto ese negacionismo que predomina en muchos sitios de Estados Unidos. Y ahora todos pendientes de lo que pueda pasar en noviembre. Si Trump vuelve a ganar las elecciones volvemos a lo que ya pasó: se saldrá de los acuerdos de París, se dejará de ser tan sostenible, se volverá a hacer perforación petrolífera en muchos sitios -que ahora está parada-, y todo lo que eso implica. Eso en un país que debería ser ejemplo para el resto del mundo. Y supone que un país muy contaminante vuelve a contaminar, eso es un problema. No creo que eso sea positivo… Pero bueno, ahora los sondeos están un poco igualados, vamos a ver qué pasa con todo de aquí a noviembre.
P.– Ha vivido en California este tiempo. Desde allí siempre se crean avances o corrientes que llegan luego a España. ¿Ha advertido alguna que aún no haya llegado aquí, pero que llegará?
R.– Antiguamente más, pero hoy menos. Los europeos estamos a la par en muchas cosas con ellos. En movilidad te aseguro que les damos mil vueltas porque las ciudades que tienen diseñadas no están hechas para el transporte público: Los Ángeles es una ciudad en la que o tienes un coche o te mueres. Y luego en todo lo demás, en restricciones de tráfico urbano en el centro, por ejemplo, no tenemos nada que envidiarles. Somos más pioneros y vamos a llegar antes a los objetivos de descarbonización que ellos.
P.– Me refería también a comportamientos ciudadanos. Yo recuerdo que fue el primer lugar en el que vi la prohibición de fumar en terrazas… Los españoles no entendíamos siquiera el razonamiento. ¡Y ahora mire, sobre la mesa de debate!
R.– Sí, sí, eso sí que es cierto. En todo lo que es bienestar y alimentación, ves a la gente y no hay tanta obesidad como en otros puntos de EE.UU., se come más sano y se apuesta por lo ecológico, se hace más deporte, se hacen las cosas de otra manera. Y la prohibición de fumar en terrazas es cierto que ya lleva tiempo allí.
P.– ¿Qué va a echar de menos de allí?
R.– Para mí Los Ángeles es mi segundo hogar porque he vivido allí 17 años de mi vida, una parte importante. Pero hoy en día somos más globales y hay más movilidad laboral, así que un día estás aquí pero otro vuelves a vivir allí, así que no quiero decir que dejo cosas atrás. Aunque sí tengo amistades que ya dejé en el pasado cuando estudié y siguen allí, además de otras que he construido en otra época, me gusta la zona también… Así que sí, dejo algunas cosas con pena.
P.– ¿Y de España qué es lo que añora cuando está fuera?
R.– Sí, lo que pasa es que, mira. El año pasado, no es que me guste volar porque no me parece muy sostenible y hoy en día se pueden hacer muchas cosas sin volar, pero el año pasado estuve nueve veces en España. Así que no es lo mismo que el español que se va y vuelve cada verano o cada dos, yo no siento que haya perdido la conexión con España. Pero bueno, no es lo mismo venir una semana que estar aquí. Yo ahora disfruto todo, amigos, gastronomía, cultura, paisajes… Todas esas cosas que tenemos aquí y son la envidia de muchos países del mundo. Tenerlas a mano todos los días es diferente a venir de vez en cuando.
P.– Lleva veinte años de feliz matrimonio con su mujer. ¿Cómo se hace para mantener una climatología estable durante tanto tiempo?
R.– Mantenerla es ser flexibles a medida que la vida va avanzando. Cuando ya pasa la etapa de niños pequeños, que es una etapa familiar distinta, cada uno tiene que tener su espacio para hacer las cosas que quiere hacer en la vida. No tiene que ser algo forzado, sino lo más natural y flexible posible. En el último año, por ejemplo, ella se quiso venir a España porque allí estaba trabajando en la docencia pero es periodista, y se volvió porque le ofrecieron un proyecto periodístico, y yo me quedé con mi hijo el pequeño, de 17 años, y trabajé desde allí. Y no es el fin del mundo, tenemos que adaptarnos a las cosas que van surgiendo y que no sean un impedimento para que los que estamos en el proyecto familiar seamos felices.