Ismael Serrano ha escrito muchas de las canciones de nuestra vida: todo lo que tocó se volvió profecía y sucedió, o bien ya había pasado y entonces nos abrazó y entendimos mejor el mundo. Él nos devolvió lo que había recibido, la educación sentimental que mamó en el tocadiscos de sus padres cuando era un crío y en el radiocasete del coche y en el viejo pisito de Vallecas donde sonaba Serrat o Víctor Manuel o Luis Eduardo Aute o Sabina, ¡Sabina de sus amores, patrón de las noches gamberras!
“Las canciones estaban siempre allí, donde estaban mis amigos, y en los conciertos de Silvio, y en las fiestas del PCE… hasta que empecé a escribirlas yo. Papá, cuéntame otra vez fue una que me cambió la vida. O La llamada”. No ha parado de tejer himnitos desde entonces. Hoy trae el último para atravesarte el pecho.
P.- La canción de tu vida tiene algo de Papá, cuéntame otra vez, ¿no te parece?
R.- ¡Sí! Puede ser. Hay algo ahí… cierto vértigo, cierta angustia por la fugacidad de las cosas, que es algo muy de veinteañero… curioso, ¿no? Muchas de las canciones que hablan de esto están escritas por gente muy joven, como Yesterday, como sabiendo la que se te viene encima…
P.- El peterpanismo romántico llega a su fin… y uno quiere quedarse en su mejor vida.
R.- Eso es. Justo. Es como “ahora que soy el rey del mundo, vienen a destronarme”. Pero tengo un empeño en reconciliarme con el paso del tiempo, joder, todo está bien, valoro el lugar en el que estoy.
P.- La memoria es necesaria, dicen, la nostalgia es reaccionaria.
R.- Mirar para atrás no tiene que ser siempre un ejercicio de nostalgia. Hemos vivido cosas de puta madre. “Y a la canción de nuestra vida aún le faltan estrofas…”.
P.- El año que viene cumples 50. ¿Qué ha cambiado respecto al chico que una vez tuvo 20?
R.- Cuando tienes veinte años crees que conoces todas las respuestas. Eres arrogante. Yo con veinte años creía que la industria musical era hostil, un terror, y estaba siempre a la defensiva, acorazado y lleno de prejuicios. A la vez, claro, era firme en mis convicciones, pero eso también te aísla un poco. Era un poco más dogmático. Con los años te permeabilizas, te permites otro tipo de diálogo. Antes pensaba que hay gente con la que no se puede dialogar… bueno, y aún pienso que con el fascismo no se dialoga, pero antes era más intolerante.
Cuando creces, desarrollas una capacidad de escucha diferente. Te tomas menos en serio a ti mismo. De joven era muy serio y circunspecto y tenía todo el rato la sensación de tener que estar demostrando que merecía el lugar que ocupaba. Es el síndrome del impostor. Nos persigue a casi todos los artistas, porque somos gente insegura y frágil, pero en mi caso, el tiempo lo ha ido atenuando… ahora no doy tantas explicaciones y creo que el lugar que ocupo merece un respeto.
P.- ¿Qué ideas preconcebidas se han ido deshaciendo en ti? ¿Qué prejuicios has derribado?
R.- Con veinte años creíamos que nos íbamos a morir de amor, pero ¡no nos hemos muerto! Estamos aquí. Al final no nos morimos.
P.- Decías que con el fascismo no se dialoga, pero, en el ámbito conservador, ¿has llegado a tener amigos del PP, quizá, o alguna novia…?
R.- Claro, por favor. He tenido amigos del PP y me he enamorado de gente del PP. También te digo: de la misma forma en la que me he enamorado de alguna gilipollas, como todo el mundo (ríe).
“Me he enamorado de mujeres del PP, igual que de alguna gilipollas”
P.- ¿En qué momento perdiste la inocencia?
R.- ¿Qué es la inocencia?
P.- Eso es otro tema.
R.- Bueno, yo creo que para algunas cosas sigo siendo inocente, porque sigo teniendo fe en el ser humano y no doy por perdidas batallas que aún están en disputa, como estas próximas elecciones, sin ir más lejos. Habrá quien crea que eso es ser inocente. Pero yo prefiero la inocencia al cinismo. Me revienta el cinismo. Y se practica mucho, también en la música.
P.- ¿Cuándo has tenido ganas de abandonar?
R.- Unas cuantas veces. Yo la primera vez que sentí una gran crisis pensé que quería abandonar la música. Fue con mi segundo disco, justo cuando me empezó a ir muy bien, pero sentía que no controlaba mi vida y que no tomaba mis decisiones respecto a mi futuro. Me sentía empujado por una inercia, fruto de la vorágine del éxito y de la carrera musical, que es muy exigente, en contra de lo que mucha gente pueda pensar. Uno siente que forma parte de una maquinaria tremenda, que gira y se deja llevar. Eso me dio depresión. Y ansiedad…
"La ansiedad es una compañera permanente: una vez que entra en tu vida ya no se va, es duro decirlo, pero es así"
P.- ¡La ansiedad! La conocemos. Esa vieja compañera.
R.- Totalmente, es una compañera permanente. Una vez que entra en tu vida ya no se va, es duro decirlo, pero es así. Uno puede controlarla, a veces la modulas más, a veces está más escondida… pero sabes que está contigo. Ahí entré en barrena. La música y los afectos hicieron que encontrara mi lugar. Empecé a recuperar el control de mi vida en muchos aspectos. Nos ha pasado a todos: no es que queramos abandonar, es que estamos cansados.
P.- ¿Sientes que tus canciones, que a veces han sido himnos, han cambiado de facto el mundo, han influido en él?
R.- Aunque suene vanidoso, sí que siento que he podido cambiar la vida de alguien, al menos porque se ha sentido acompañado o acompañada, y eso le ha hecho sentirse más fuerte ante la adversidad. Eso hace que recuperes una especie de consciencia, de control de tu vida, hace que recuerdes que puedes influir en tu propia vida. Yo entiendo la ambición de querer hacer himnos… pero no tenemos que soñar con eso. Yo me conformo con hacer canciones amables que te ayuden a entender el mundo un poquito. Y esto no es algo menor. La esperanza no significa que las cosas vayan a ir bien: se tiene esperanza para que el mundo tenga sentido.
P.- ¿Te has planteado alguna vez componer un himno de España para recuperar ese símbolo que parece patrimonio de la derecha?
R.- Sí, lo he pensado alguna vez. Estoy en esa reflexión justamente, me interesa replantearme conceptos como la patria o el sentido de pertenencia. Para mí la patria tiene que ver con un proyecto colectivo de futuro, con el bien común, con la solidaridad, con la fraternidad, y, aunque suene a tópico y a algunos no les guste escucharlo, con los servicios públicos.
Es enorgullecerte de tus instituciones, de que ellas te defiendan. Cuando oigo a artistas latinoamericanos, son menos pudorosos a la hora de hablar de patria. Pienso en René, o en la nueva trova cubana. Me gusta Mercedes Sosa y Violeta Parra. Creo que podemos tener una patria con mentalidad progresista, como la tuvo Machado y muchos otros. Sí. Me gustaría escribir ese himno.
P.- ¿Sigues “soñando con abrazos al pie de una barricada”, como cantas en tu nueva canción? Quiero decir, ¿sigues creyendo que la revolución es posible? Mira que el bipartidismo ha vuelto a nuestras vidas. Estamos como estábamos…
R.- A ver: sí, sigo soñando con abrazos al pie de una barricada, la movida es que sigo creyendo en la revolución aunque no esté en el centro del relato que se escriba con respecto a ella. A lo mejor no me toca a mí estar en la barricada. Ya he estado ahí mucho tiempo. Prefiero abrazos en la retaguardia. Espero que en la barricada también otros se estén dando los abrazos pertinentes, el caso es dar abrazos (ríe).
P.- ¿Estás cansado de la primera línea de fuego?
R.- No es que yo esté cansado, es que la gente está cansada de que siempre estemos los mismos, y me parece normal, siempre los mismos abajofirmantes…
"No creo en la eficacia de los manifiestos de la cultura contra la derecha, creo que disuade más que atrae"
P.- Alguna vez me dijiste que eras crítico con los manifiestos de la cultura (artistas e intelectuales) contra la derecha.
R.- No es que sea crítico, es que dudo de su eficacia, vamos, que creo que disuade más que atrae (ríe). Somos los de siempre, ya se sabe. Me parece bien que la cultura participe del debate político, que se moje con la censura… sin embargo, noto que la gente de la música no asoma el pelo, creo que se equivocan porque se creen que nunca les va a tocar a ellos. No muestran solidaridad. Si un día te pasa a ti algo, si te ponen en el punto de mira, te gustaría que saliera la gente por ti a dar la cara.
Mira, me acuerdo de una controversia… que tuve con Andy y Lucas, no sé si recuerdas el conflicto que tuvieron con la madre de Gabriel. Hicieron unos pronunciamientos que a la madre no le sentaron bien, y además yo tuve ocasión de conocerla, entonces critiqué el asunto. Y como respuesta, Lucas, creo que era, hizo un vídeo en el que de manera inconsciente decía algo como “pero cómo me voy a meter yo en política si vivimos de los ayuntamientos”. Joder. Podía haber dicho que vivía del público… fue un acto fallido, pero esa es la mentalidad de mucha gente de la música.
P.- Es triste. Es apesebrado.
R.- Vivimos en un país sectario que te veta en función de tu ideología, y eso es algo que no puede ocurrir ni en la derecha ni en la izquierda, bajo ningún concepto. La autocensura… el “uf, yo no me quiero meter en líos”… es un error. Mañana te puede ocurrir a ti. El fascismo arrasa y te lleva por delante, y todo artista, por el hecho de ser artista, es sospechoso. Primero sospechamos de él y luego ya le preguntamos qué piensa, así funciona.
P.- ¿Cómo hace un músico exitoso como tú para no volverse un burguesito?
R.- Yo creo que se trata de conservar tus amistades y de seguir en contacto con la realidad, pero es verdad que es un reto. Yo tengo una situación de privilegio, porque además puedo ir por la calle. Mi popularidad es relativa. Te encuentras a gente y tal, te haces alguna foto, pero no soy como esos artistas que no pueden ni ir a la peluquería. Preservo mi intimidad. Me siento a salvo del torremarfilismo. Puedo estar en los bares con mis colegas hasta las tantas y pasear con mis hijos por la playa.
P.- ¿Alguien te ha molestado alguna vez? Tal y como están los niveles de violencia… ¿te han increpado al grito de “puto rojo”?
R.- Nada grave, no. Alguna vez, a altas horas, ha venido alguno a darme la brasa, pero más bien en sentido contrario: “Me encanta tu música, qué pena que seas tan rojo”. Yo digo: “¡Por suerte!”.
"Alguna noche viene uno a darme la brasa: ‘Me encanta tu música, qué pena que seas tan rojo’"
P.- ¿Qué autocrítica tiene que hacer la izquierda en estos momentos, tras los resultados de las autonómicas? ¿Qué está haciendo mal para caer tan en picado?
R.- Algo se ha hecho mal, desde luego. Cuando se consigue la unidad que tanto deseábamos… la unidad de la izquierda, digo, y, ¿hay algún entusiasmo? ¿La gente defiende a la izquierda con ilusión? ¿Se ha construido un nuevo relato? No. Está costando mucho remar. Es normal que la izquierda pierda si la gente percibe que se están todo el día mirando el ombligo o permanentemente peleados unos con otros, desatendiendo los problemas de la gente. Eso genera desafecto. Eso sume en la melancolía hasta al más militante. Yo estoy dando la cara todo el rato… y estoy cansado de que la gente esté discutiendo a ver quién es más listo.
P.- Te leí en un tuit que te apenaba que se hubiera descabezado a Irene Montero así, que había sido una especie de “usar y tirar”, que ha habido muchísimos cargos casi vitalicios en política y que eso te desagradaba pero que otra cosa era este desechar cruento… Algo así, ¿lo recuerdas? Te reconozco que he sido muy crítica con su gestión.
R.- Sí. Lo que ocurre es que esto manda un mensaje muy chungo. Te están diciendo que en el momento en el que las campañas de odio o desprestigio funcionen, te van a dejar colgado. Si un día la derecha decide hacer una campaña en torno a mi figura y me desprestigia, el partido de turno me va a dejar a la intemperie. ¡Y es que van a hacer muchas, muchas campañas…! Empiezas cargándote a gente y acabas cargándote ideas. Por ejemplo, la izquierda descubre numéricamente que el debate del aborto no les conviene, ¡y lo abandonan!
P.- ¿Crees que Irene Montero ha sido una víctima de la derecha y también de la desprotección de la izquierda?
R.- Ha sido una víctima, por supuesto. Ha sido la mujer más atacada por la ultraderecha, ha sido víctima de campañas muy agresivas de la derecha, asedios a su casa, lo de la niñera, una tras otra, y la izquierda la ha dejado sola, eso no puede ser, es vergonzoso. Víctima por las dos partes.
Luego ya aparte podemos discutir sobre su gestión, podemos estar de acuerdo o no, pero independientemente de eso esto es intolerable. Además es que la han expulsado sin dar explicación, sin argumentos convincentes… lo que ha trascendido es que es una figura que les resta electoralmente y que adiós, pero no la han criticado por su gestión, al revés, se deshacen en halagos. La echan por las encuestas.
P.- ¿Eres de esos que están enfadados con Yolanda por esta razón? Rufián, por ejemplo, la ha criticado duramente y ha dicho que no es de fiar…
R.- Yo pido el voto para Sumar porque es lo que hay que hacer ahora y no quiero entrar en esos debates. Digo yo que no sólo habrá participado Yolanda en el expulsar a Irene, sino muchísimas más personas, ¿no? Estábamos en contra de los hiperliderazgos… en cualquier caso, manda un mensaje chungo. No está bien tratar a la gente así. Lo triste es que no es nada novedoso, siempre ha habido vetos en la izquierda, es una dinámica… pero yo voy a votar y pido el voto por Sumar, y ya está. Eso no quita que tenga mis lealtades.
"Es normal que la izquierda pierda: la gente percibe que están todo el día mirándose el ombligo"
P.- ¿Qué quieres decir con “lealtades”? ¿Eres amigo de Irene?
R.- Sí, me considero amigo de Irene.
P.- Es lógico entonces… si conoces sus dolores desde dentro…
R.- Sí. Hace mucho que no la veo, pero somos amigos.
P.- Tanto Yolanda como tú os habéis definido en alguna ocasión como comunistas, ¿no es así? No os da miedo la palabra, aunque mucha gente se la haya querido quitar de encima para evitarse problemas, como si tuviera cierto estigma. Pero me pregunto, ¿qué es ser comunista en la España de 2023? ¿Se puede?
R.- Bueno, yo no soy un gran teórico y nunca he tenido el carnet de comunista, pero reivindico la tradición de toda esa gente que ha militado en el comunismo y que ha contribuido al desarrollo democrático del país conquistando libertades y derechos. Pelearon por nuestros derechos laborales, por nuestros derechos civiles, por la emancipación y por la igualdad. Sería injusto no reconocer la contribución del Partido Comunista.
"Se avecinan tiempos en los que como te declares comunista te puede caer pena de prisión"
Yo he hecho campaña por el Partido Comunista, he ido a sus fiestas y fíjate lo que te digo, hoy me dan mas ganas que nunca de reivindicarme como comunista por si Vox termina por prohibir el Partido Comunista. Se avecinan tiempos en los que como te declares comunista te puede caer una pena de prisión: no me lo estoy inventando, está ocurriendo en otros países.
P.- ¿Qué opinión te merece el “que te vote Txapote”? Está generando mucha controversia y está ofendiendo a víctimas del terrorismo.
R.- Es la búsqueda de la confrontación constante. Buscan romper consensos democráticos y eso se va normalizando. Antes hubiera sido impensable que se hablase de menores como se habla ahora de los menores no acompañados, de los menas, que están en situación de vulnerabilidad y se les criminaliza. Mueven la centralidad del debate, como con los desahucios: antes se hablaba de ellos y ahora se habla de la okupación. Lo han hecho con todo. Y ya no sólo por el comunismo, es que a los socialistas los ponen de filoterroristas, de ilegítimos… y todo se permite.
P.- Vi tu broma sobre que Tamara Falcó te había invitado a su boda a tocar unas cancioncillas y te había puesto de comer una lata de cerveza caliente y un bocadillo de tortilla francesa, además de apartarte en la zona del servicio y de pedirte que no hablaras con nadie. Un gran retrato de las jerarquías y el clasismo patrio en tono chanza, pero, ¿crees que personajes como Tamara blanquean a la ultraderecha, como se ha dicho de ella? Por ejemplo, con su discurso homófobo amparado en la religión.
R.- Claro que Tamara blanquea a la ultraderecha, es divertida y simpática, es una figura que normaliza, como una de esas aristócratas que se dibujan a sí mismas filántropas y luego resulta que son unas reaccionarias que no quiere que las cosas cambien, más bien al contrario.
"Pido el voto para Sumar"
Me preocupa cómo convierten en figura mediática a una blanqueadora de la ultraderecha, es ultracatólica, nacionalcatólica, es una vieja tradición española. Lo que diferencia a la ultraderecha de España de otras de fuera es que aquí nunca dejan de ser nuevas versiones del franquismo. Y lo peor es que nadie rebate a Tamara en la tele.
P.- Bueno, recuerdo a Jorge Javier Vázquez muy duramente contra ella.
R.- ¿Y dónde está? Mira, Jorge Javier se enfrentó a ella y ya no está en la tele. Es el único que dijo algo al respecto, ¿y le ves ahora? Ese tipo de confrontaciones se penalizan, eso es lo grave. Confrontar ese discurso de blanqueamiento se penaliza en la televisión y en la vida.