Cuando Miguel Ángel 'Míchel' Sánchez Muñoz llegó a Gerona en el verano de 2021 lo hizo con dos ideas claras: aplicar una doctrina perfeccionista y de trabajo duro en lo deportivo, y, en lo personal, convertirse en un gerundense más. Desde el primer día, el técnico de 48 años nacido en Vallecas se marcó como objetivo llevar al Girona Fútbol Club a Primera y encajar en la ciudad, con todo lo que ello conlleva, empezando por aprender catalán.
Tras poco más de dos años en Gerona no se puede decir que lo haya conseguido, sino que ha superado todas las expectativas: el miércoles pasado, Míchel asistió a la comida navideña del club líder de Primera División después de una histórica victoria en Montjuïc por 2-4 contra el Barça de Xavi Hernández. Por el lado personal, el vallecano se ha ganado a base de diligencia y empeño el cariño de una afición que en Montilivi sólo le corea "Míchel català".
"Escribe hasta los 'whatsapp' en catalán", dice un directivo del club en conversación con este periódico, como prueba irrefutable de la integración del madrileño en la ciudad del Ter y meca del independentismo. Gerona es la capital de provincia catalana en la que los partidos separatistas lograron más apoyo –con un 65,3 % de los votos– en las últimas elecciones autonómicas de 2021; y donde el 87,4 % de la población habla catalán, con un 54,1 % que se expresa habitualmente en esta lengua, según los últimos datos de la Generalitat.
[La construcción del Girona líder: la ventaja que saca del City Group no son los grandes fichajes]
Míchel sabía dónde se metía, y el club también sabía lo que hacía. Más allá de las cualidades técnicas sin las cuales nunca hubiese optado al puesto, que un madrileño de Vallecas ocupase el banquillo de Montilivi "no le pareció una mala idea al club", según dice Jordi Roura, jefe de Deportes del Diari de Girona. "Que la afición viera a alguien de fuera con la intención de encajar era bueno para la imagen del club", asegura.
'Pa amb tomàquet'
Con todo lo que conllevaba mudarse a Gerona, y con un ambicioso reto deportivo por delante –el ascenso– Míchel aceptó la oferta. Al contrario que muchos jugadores, que cuando llegan al equipo se mudan a las urbanizaciones de los clubes de golf de las afueras, Míchel se instaló desde el inicio en pleno centro de la ciudad, en el barrio de la Devesa.
Alquiló un amplio ático dúplex al director territorial en Cataluña de Caixabank, el gerundense Josep Maria Gonzàlez, situado apenas a 200 metros de la estación del AVE. El primer año en Gerona, el entrenador vivía solo y cuando tenía unos días libres aprovechaba para viajar a Madrid, donde se quedaron su mujer y sus dos hijos.
Pero desde el primer momento, su compromiso con integrarse en la ciudad fue absoluto. Por ejemplo, una vecina de la comunidad de propietarios dice a este periódico que, cuando coincidía con él en el ascensor Míchel le pedía "por favor" que no le hablase en castellano, y que lo hiciera en catalán. "Es un hombre muy cercano y educado, y desde el primer momento se esforzó por hablar catalán", dice.
De hecho, fue con otra vecina del edificio con quien Míchel recibió sus primeras clases de conversación. Sin su familia cerca, todos los viernes que el técnico tenía que quedarse en Gerona porque el equipo jugaba como local, esta vecina, jubilada, le invitaba a cenar tortilla y pa amb tomàquet (pan con tomate) con su marido para que se soltara con el idioma.
"Él ha explicado alguna vez que esta vecina llamó a la puerta cuando se mudó y le dijo, que si quería, ella todos los viernes hacía pan con tomate y tortilla y hablaban catalán con su marido, a lo que Míchel accedió inmediatamente", explica el directivo del club.
En las instalaciones de Montilivi ocurría algo similar: "Al principio, cuando no tenía encima la atención mediática que tiene ahora, entabló amistad tras las ruedas de prensa con un periodista local que cubre al club y que tiene estudios de Filología Catalana. Comenzaron a quedar una vez a la semana para tomar una cerveza y hablar en catalán", dice, por su parte, Roura, el jefe de Deportes del principal diario de la ciudad.
Paralelamente a sus lecciones, Míchel se esforzó desde el primer día para expresarse en catalán con todo el entorno del club. El directivo recuerda que "en seguida" comenzaron a intercambiar mensajes y notas de voz en ese idioma. "Aquellas primeras notas de voz son increíbles, porque hacía un esfuerzo muy grande… evidentemente no lo dominaba. Con él siempre hablo en catalán, menos sobre algunas cosas más delicadas", explica el ejecutivo.
[Míchel, el 'entrenador milagro' del Girona y el flechazo del City Group: "Puede suceder a Pep"]
Enamorado
Además de estas clases, el primer año de Míchel en Gerona transcurría entre sus compromisos profesionales, escapadas a Madrid cuando podía y en conocer su nueva ciudad y sus alrededores. Cuando no podía ir a casa, salía en bicicleta o se iba a caminar con otro miembro del 'staff' por el Camí de Ronda de la Costa Brava, un trayecto de 140 kilómetros que comienza y termina en Gerona y recorre parte de la cornisa mediterránea de la provincia, entre calas, playas y pueblos.
Esta costumbre, la de salir a caminar por las calas de la Costa Brava, la mantiene después de dos años en la ciudad y ahora viaja menos a Madrid: su mujer y su hijo mayor, futbolista del filial del Girona, se mudaron con él; mientras que el hijo pequeño, jugador del juvenil del Real Madrid, se ha quedado en la capital.
Míchel también es un gran aficionado al pádel: juega, como mínimo, una vez por semana, con gente del club como el director deportivo, Quique Cárcel, o el presidente, Delfí Geli. También se ha dejado ver por los restaurantes más conocidos de la ciudad, como el Celler de Can Roca o paseando por las calles del centro, donde "la gente le para para darle las gracias", según explican fuentes de su entorno.
Porque el idilio de Míchel con el club y la ciudad es recíproco: se ha ganado a una afición por unos irrefutables éxitos deportivos pero, sobre todo, por su cercanía y ganas de ser uno más. "Pudo haber venido e ir a lo suyo, no preocuparse por aprender la lengua ni por integrarse en la ciudad, pero no es su caso: él hizo todo lo contrario", dice su vecina. En el mismo sentido se expresa el directivo del club, quien describe a Míchel como alguien "cercano, humilde, simpático, trabajador y fácil de llevar". "Es cero divo", añade.
El vallecano ha hecho suyo uno de los eslóganes históricos de la ciudad, Girona, m'enamora, y como dicen desde su entorno y él mismo ha reconocido en entrevistas previas, "Gerona es la ciudad de su vida". De hecho, hasta pasa el verano en Port de la Selva, un pintoresco pueblo de la Costa Brava.
Este romance con la ciudad y el club, sin embargo, no ha impedido que Míchel siga fiel a sus "raíces y a su gente", como dice el directivo del club. "Míchel sabe de dónde viene y no se olvida de los suyos ni de su barrio. Está muy orgulloso de ello, es muy de Vallecas", dice el ejecutivo, quien recuerda el emotivo recibimiento de la afición del Rayo Vallecano al técnico en esta campaña de Liga, hace apenas un mes.
El vestuario
El romance de Míchel con Gerona y su gente no sería tal si los logros deportivos no lo sustentasen. Por ello, su misión principal se concentra en un vestuario en el que ha conseguido "crear una familia", donde las individualidades han quedado en un segundo plano para que la plantilla funcione como una piña, según explican otras fuentes del club.
"Es muy perfeccionista, después de un partido con victoria contundente siempre transmite al vestuario que hay que mejorar, nunca da espacio a la relajación", explican estas fuentes. Además, trabaja para que los jugadores sean competitivos entre sí: "A Stuani le dice que tiene que apretar más porque sino jugará Dovbyk, y a éste último le dice que el uruguayo será titular sino llega a su nivel, de tal forma que los motiva y siempre tiene a los futbolistas a tope".
[El Girona presenta su candidatura al título: un equipo de autor que ya lidera La Liga en solitario]
El trabajo constante y silencioso llevó al Girona, en la primera temporada de Míchel, de nuevo al ascenso a Primera División. El 19 de junio de 2022, el club regresó a la máxima categoría tras quedar sexto en la Liga Smartbank y eliminar al Tenerife en la final del play-off de ascenso y al Éibar en la semifinal.
En su segunda temporada, el objetivo era la permanencia, pero Míchel llevó al club a nuevas cotas, quedando en la décima posición, apenas a tres puntos de clasificarse para la Europa League. El arranque de la temporada actual es el mejor de la historia del Girona, con un liderato que nadie hubiese soñado.
Por todo ello, junto a su integración, Míchel ha supuesto una revolución sociológica en la ciudad. "Piensa que hace dos años nadie le conocía; ahora todo el mundo le va detrás", dice Roura, el periodista. "En 2013, el play-off contra el Almería, se vivió como una final de la Champions. Perdimos y, como afición, pensamos que no volveríamos a vivir algo así nunca más. Desde entonces, vivimos en un sueño absoluto y lo de ahora es extraordinario", prosigue.
En el Girona quieren que el idilio dure para siempre. Pero en el club son conscientes de que el entrenador madrileño, a quien ya comparan con el Guardiola dirige el hermano mayor del Girona –el City–, está llamado a hacer grandes cosas en los clubes más grandes del mundo. "Míchel tiene el talento para dirigir al City", dijo Quique Cárcel. De momento, lleva las riendas del líder de la Liga española.