Quien tiene un amigo, tiene un tesoro. El refranero español está lleno de citas en las que se ensalza el valor y la importancia que tiene la amistad. Los Reyes, como cualquier ser sociable, necesitan personas de confianza con las que disfrutar de momentos de relajación y ocio fuera de los despachos de Zarzuela y, sobre todo, fuera de los focos. Para Felipe VI, encontrar esos amigos no ha sido una tarea fácil. Deben ser personas en las que tenga una fe absoluta sobre su discreción y lealtad para dejar que compartan con él esos episodios de intimidad.
Es sabido, en todo caso, que el Monarca sabe ser un buen amigo de sus amigos. El Rey, a lo largo de sus 54 años de vida, ha ido atesorando un considerable número de personas que lo han acompañado y acompañan tanto en los malos como en los buenos momentos. Una labor difícil para un Rey, porque no es fácil conseguir amigos de verdad. Siempre está el riesgo de acercarse a gente que sólo busque sacar ventajas de esa relación o alardear de ella.
El pasado fin de semana, no obstante, Felipe VI aprovechó el descanso que da el sábado y el domingo para marcharse a Sierra Nevada, en Granada. El objetivo era disfrutar de uno de sus deportes favoritos, el esquí, en la estación andaluza. Mientras tanto, Letizia se quedaba en Madrid, donde, a título personal, acudió a un partido de waterpolo de la asociación Muévete frente al Cáncer.
En dicho viaje, Felipe VI estuvo acompañado por dos amigos fieles desde hace muchos años. Uno de ellos es su primo, Beltrán Gómez-Acebo, y el otro, Pedro López-Quesada, esposo de Cristina de Borbón-Dos Sicilias, íntimo desde su juventud. "Pero éste no es el primer viaje que hacen juntos a esquiar. Es una especie de tradición. Se suelen ir todos los años, otra cosa es que nadie se entere. Sólo dejaron de hacerlo durante la pandemia. En 2019, estuvieron en Baqueira Beret, en el pirineo catalán. Así que el viaje a Sierra Nevada no es ninguna novedad", cuenta a EL ESPAÑOL | Porfolio una persona cercana al Monarca.
Pedro, amigo del Rey
Pedro López-Quesada, uno de los leales al Rey con quien comparte sus viajes a la nieve, es un hombre discreto al que no le gusta aparecer en los medios de comunicación. Trabaja como director general de Citi en España, donde empezó como responsable del Área de Banca de Inversión y Corporativa hace muchos años.
Su relación con Felipe VI empezó cuando se casó con su prima, Cristina de Borbón-Dos Sicilias, en 1994. Ella, además, es una de las pocas mujeres de la familia Borbón con la que Letizia mantiene una sincera amistad –cosa que no se puede decir de la que mantiene con Marie Chantal Miller a pesar del teatrillo que ambas hicieron en Atenas–. El matrimonio tiene dos hijas: Victoria, de 24 años, y Pedro, de 18. La primera tuvo la suerte de ser una de las damas de honor de la Reina el día de su boda, y se hizo famosa porque fue la niña a la que Froilán le dio una patada en mitad de la ceremonia en la Catedral de la Almudena, de Madrid.
El suegro de Pedro López-Quesada, que falleció en 2015, era primo hermano del Rey Emérito. Carlos de Borbón-Dos Sicilias y Borbón-Parma era duque de Calabria y el padre de Felipe VI le concedió el título de infante en 1994. Por ello, fue enterrado en la cripta del Monasterio de El Escorial.
El único reproche que se le puede hacer a Pedro López-Quesada es que mantenía una estrechísima relación con Iñaki Urdangarin. Por ella, se vio envuelto en el Caso Nóos cuando Diego Torres filtró a la prensa unos correos del banquero y el exduque de Palma. En ellos, se burlaban del armador griego Markos Nomikos, casado con su cuñada, Victoria de Borbón-Dos Sicilias.
El primo Beltrán
El otro acompañante del viaje de chicos de esquí de Felipe VI es su primo, Beltrán Gómez-Acebo. "Siempre se han llevado muy bien, a pesar de que el Rey es un poco mayor que el hijo de la Infanta Pilar. Tuvieron un distanciamiento tras su separación de Laura Ponte, ya que Letizia y ella se llevan de maravilla. Y aunque la relación con su segunda mujer, Andrea, no es muy cercana, los dos primos se ven muy a menudo", revela a este periódico la misma persona.
Beltrán se dedica al negocio inmobiliario, es decir, vende y compra casas de lujo. El sobrino de Juan Carlos fue uno de los promotores del complejo turístico del embalse de Valdecañas, que, tras más de 10 años de batallas judiciales, Ecologistas en Acción ganó la batalla y consiguió una sentencia del Tribunal Supremo. En ella, se les daba la razón y declaraba ilegal el permiso para construir el complejo turístico.
Las consecuencias fueron que se mandó cerrar el hotel de cuatro estrellas, el campo de golf de 18 hoyos y abandonar las 185 casas que estaban construidas. "Entre ellas, la que él mismo tenía allí. Perdieron mucho dinero, sobre todo porque fueron muchos años de abogados y pelea judicial, pero ya está volviendo a la normalidad en sus cuentas bancarias", bromea esta persona cercana al Rey Felipe VI.
Todo tipo de amistades
Pese a todo, el círculo cercano del Rey no se limita a estas dos personas. Las primeras amistades que hizo en su vida, como ocurre casi siempre, se hicieron durante el colegio, en el Santa María de los Rosales de Madrid. Fue allí donde conoció a los Fuster, los hermanos Álvaro y Ricardo, con los que mantiene –sobre todo con el primero– una estrechísima amistad.
"Se conocen de toda la vida. Empezaron a hacerse inseparables porque a los dos les encantaba participar en las obras de teatro del colegio. De hecho, hubo una época en la que quería ser actor. En la adolescencia salían juntos, tanto por Madrid como en Palma de Mallorca. En la universidad, siguieron en contacto y formaron un grupo de colegas en los que también estaba su primo, Nicolás de Grecia, y Javier López Madrid. Juntos realizaban un viaje al año, en agosto, a sitios exóticos donde no se les reconociera con facilidad. Fue en una de estas vacaciones, en India, donde se hicieron las famosas fotos del entonces Príncipe de Asturias con Eva Sannum. Y fue en casa de los Fuster, en el pantano del Alberche (Madrid), donde se hicieron las fotos del Rey con la modelo noruega", detalla la misma fuente.
Pasada la etapa infantil, el Rey Felipe abrió su círculo de amistades al mundo de la vela, ya que dedicaba parte de sus veranos en Palma de Mallorca a practicar este deporte náutico. Se convirtió en un gran aficionado, participando cada año en varias regatas. Algunos de ellos ya eran conocidos de su época en la Armada Española, con los que había estrechado una fuerte relación, sobre todo al haber hecho parte de la vuelta al mundo en el buque escuela Juan Sebastián Elcano.
Pero una de las relaciones más duraderas que le ha regalado el mar es la que mantiene con Fernando León, un regatista ganador de muchas competiciones con el que participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, en la categoría de vela. Felipe VI y él compartieron muchas horas de entrenamientos juntos. De su amor por este deporte, también tiene a los regatistas Quico Sánchez Luna y Juan Luis Wood, con los que ha pasado muchas horas en el mar, sobre todo antes de la llegada de Letizia a su vida. Desde que se casó, su participación en las regatas que tienen lugar en España se ha reducido a la nada. Los tres fueron testigos en la boda de Felipe VI y Letizia el 22 de mayo de 2002 en la Catedral de la Almudena de Madrid.
Por último, de su paso por las tres academias militares, el entonces Príncipe de Asturias también ha conservado una guardia personal con la que se siente cómodo, feliz y, sobre todo, confiado. Con ellos, si la agenda lo permite, juega al pádel una vez a la semana. En ese grupo se encuentra el general Eduardo Diz, su primer jefe de la Guardia Real en el cargo de coronel cuando Felipe VI llegó al trono en 2014. En 2020 fue ascendido a general asumiendo el mando de la misión EUTM-Mali, cuyo objetivo era adiestrar a soldados malienses en su lucha contra el yihadismo.
También juegan con el Monarca, el coronel Fernando Rocha y Castilla, testigo de la boda de los Reyes en 2004; el coronel Fernando Morón; el responsable del Grupo de Apoyo de la Guardia Real, Fernando Carrillo Cremades; y el teniente coronel Francisco Javier Vidal. "Juegan al pádel cuando el Rey está en Madrid y tiene tiempo. Además, este mismo grupo, acompañado por sus mujeres, es el que hace el tradicional concurso de roscones de Reyes cada Navidad", cuenta una fuente a este diario.
Felipe VI, en suma, elige con cuidado sus amistades, aunque en todo rebaño puede haber una oveja negra. Y esta experiencia le tocó vivirla con la triste experiencia de tener que poner tierra de por medio con algún amigo, como le ocurrió con Javier López Madrid, implicado en algunas actividades financieras poco claras y otros problemas con la justicia.
Alejandro Magno tenía una amistad fraternal con su médico personal, Filipo de Arcanania, del que era amigo desde niño. En una ocasión, en la que el Monarca había enfermado y requirió su presencia, fue advertido de que Filipo era un espía del enemigo y que probablemente, lo envenenaría. Alejandro Magno dijo: "Prefiero morir a desconfiar de mis amigos". Puede que Felipe VI tenga en mente esta leyenda y por eso tiene claro que sus amistades siguen siendo su mejor apoyo, para una escapada a la nieve o para cuando vengan los malos tiempos.