Hace cuatro años, en julio de 2019, Mario Conde recibió a EL ESPAÑOL en su histórica casa de la calle Triana, hoy propiedad de un consejero de Caixabank, para relatar en primera persona el trato "brutal y desmedido" recibido el 11 de abril de 2016.
Ese día, él, su hija Alejandra, su hijo Mario y su exyerno desde hace unos meses, el banquero Fernando Guasch, fueron detenidos y acusados de ocho delitos contra la Hacienda pública, blanqueo de capitales, organización criminal y alzamiento de bienes. Santiago Pedraz, juez de la Audiencia Nacional —entregado posteriormente a sus amoríos con la marquesa viuda de Griñón—, sospechaba que la familia había repatriado 13,06 millones de euros desde Suiza, presuntamente saqueados a Banesto.
Sin embargo, tres años después, en 2019, la Operación Fénix, como fue bautizada, se diluyó y la Audiencia Nacional estimó que no hubo delito y archivó la causa. "Somos unos supervivientes", reflexionó Conde. Pronto, reclamó una indemnización al Estado de 36 millones de euros.
—¿Y ahora qué?— le inquirí tras el fin del caso.
—¡A vivir!
Y eso es lo que precisamente ha hecho estos tres años, a pesar de la pandemia y alguna tristísima noticia, como la muerte de su hermana pequeña, Ana Conde, acaecida en 2021. En 2019, Mario todavía no se había recuperado de la turbulenta separación de su segunda mujer, María Pérez-Ugena, pero estaba ilusionado con realizar su primer viaje tras tantos años sin poder salir de España. Se desplazaba a Milán, donde, curiosamente, cerró la venta de Antibióticos por 400 millones de euros junto a su entonces amigo, Juan Abelló.
Y me lo contaba mientras tomaba un Frenadol, el que durante años fue el medicamento estrella de la compañía, porque tenía un catarro agarrado a la garganta, aunque no paraba de exhalar cigarro tras cigarro.
Desde entonces, el exbanquero, íntimo amigo de Don Juan, padre del rey Juan Carlos, Adolfo Suárez o el poderoso editor Jesús Polanco, no ha parado de volar. Tal y como ha podido saber EL ESPAÑOL | Porfolio, actualmente se encuentra viviendo en Edimburgo desde el pasado 20 de septiembre.
Un pequeño susto médico
Allí llegó un poco asustado, ya que unos días antes de su 75 cumpleaños, que celebró el 14 de septiembre, tuvo un incidente médico que le llevó a estar hospitalizado en el Ruber durante tres días. Afortunadamente, tras cumplir con el protocolo, después de llenarle el cuerpo de cables y de someterlo a los mejores avances de la electromedicina, el diagnóstico médico fue rotundo: estaba como un roble. Tenía que evitar la tensión alta, el colesterol y llevar "una vida tranquila".
Cuando el médico pronunció esas palabras, Mario sonrió escépticamente, tal y como recuerda para EL ESPAÑOL | Porfolio. "¿Qué más hubiera querido yo que una vida tranquila? Pero si miro hacia atrás y repaso, aunque sea muy levemente, los años de mi tormentoso vivir, si algo nunca compareció a la cita de mi existencia ha sido, precisamente, la tranquilidad", se abre el exbanquero. "Por eso, un día de aquellos, cuando alguien me preguntó que era para mi la felicidad, le respondí así: ese brevísimo espacio de tiempo que transcurre en mi vida entre dos putadas", apunta.
Ahora está feliz. Sin putadas a la vista. Aprendiendo inglés en la capital escocesa, donde disfruta de una ciudad preñada de una historia apasionante de la que se ha convertido en un cierto especialista. Allí nacieron el filósofo David Hume; el inventor del teléfono, Alexander Graham Bell; el escritor que dio vida Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle; el autor de La Isla del Tesoro y El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert Louis Stevenson; o el novelista Walter Scott.
Según cuenta Conde, nacido en Tuy (Pontevedra), está profundizando sobre la conexión Galicia/Escocia, que es realmente profunda y estudiando algo que él llamó la "cultura atlántica" que uniría a naciones tan entre sí vinculadas como son Escocia, Irlanda, Galicia y Gales.
"Es un mundo apasionante, o, al menos, a mí me apasiona. Y consumo mis días estudiando, leyendo, escribiendo —menos de lo que me gustaría— y paseando por esta joya de la historia que es Edimburgo en sus dos dimensiones, lo que llaman la Old y la New Town", cuenta Conde. "Te confieso que mi cuerpo se acopla a esta tierra de una manera tan excepcional que casi diría telúrica; porque, como sabes, los gallegos sabemos de la conexión real entre nuestra masa corporal y la tierra", se ufana.
Mario Conde está muy interesado en este tipo de trascendalidades. La Casa Grande da Cerca, el que fue su retiro de Chaguazoso (Orense), estaba ubicado en O Penedo dos Tres Reinos, la frontera entre los tres viejos reinos medievales de León, Galicia y Portugal.
Permanecerá en el Reino Unido hasta el 20 de diciembre. Luego, debido a las restricciones del Brexit, regresará a España. Pero en cuanto pueda, quizá en los albores de la asfixiante primavera sevillana, se instale de nuevo en Escocia.
Allí no está solo, sino que es visitado a menudo por su familia, sus amigos, su secretaria, la siempre dispuesta Paloma Aliende; y también su pareja, la pintora andaluza Adriana Torres Silva, marquesa de Casa Mendaro, con la que mantiene una cada vez más discreta relación a distancia. Su primer viaje a Escocia fue en mayo del 2021. Estuvo en la fría Inverness, capital de las Highlands, y quedó fascinado. El 16 de enero de este año 2023, volvió. Se quedó hasta el 25 de mayo. Y regresó el 21 de septiembre.
Auge, caída… y, de nuevo, vuelo de Mario Conde
Cuando nos encontramos en su casa en 2019, también le pregunté: "¿Dónde coloca tanta ignominia?". "Fue vomitivo y brutal", contestó sobre este segundo episodio con la Justicia. En cambio, Mario no parecía enfadado. Debía estar acostumbrada a la ofensa. Estaba feliz porque había podido demostrar su inocencia y la de los suyos.
Quizá feliz era una palabra demasiado grande para alguien acostumbrado a sufrir. En 1987, el estudiante de Derecho que obtuvo matrícula de honor en Deusto y fue primero de su promoción de Abogado del Estado en 1972, llegó a la presidencia del Banco Español de Crédito (Banesto). Poco tiempo después, Mario descendió a los infiernos al enfrentarse a varios procesos judiciales vinculados con el llamado Caso Banesto, considerado el mayor escándalo financiero de la década de los noventa.
Se convirtió en el preso 9435726448.
Por Argentia Trust, el Tribunal Supremo lo condenó por apropiación indebida y falsedad en documento mercantil. Conde sostenía que pagó a esta empresa por trabajos jurídicos, financieros y de marketing. El Tribunal, sin embargo, sentenció que había ingresado esa cantidad a una entidad que "fue meramente vehículo para orientar el dinero en dirección desconocida". Lo condenaron a cuatro años y seis meses de prisión —de los que cumplió año y medio—, a pagar una multa de 15 millones de pesetas —90.000 euros— y a indemnizar a Banesto con 600 millones de pesetas.
Era 1998, cuatro años después de que el Banco de España interviniera Banesto tras detectar un agujero patrimonial de más de 600.000 millones de pesetas —3.600 millones de euros—. En 2002, el Tribunal Supremo lo sentenció por el caso Banesto a 20 años de cárcel por un delito de estafa y apropiación indebida. Además, le impuso una responsabilidad civil de 3.736 millones de pesetas —22 millones de euros—. Conde pasó cuatro años en la cárcel y consiguió el tercer grado en 2005.
Solo un mes después de salir de Meco, a su mujer, Lourdes Arroyo, le detectaron un tumor. Dos años más tarde, falleció. Injustamente, el exbanquero tuvo que soportar por parte de algunos periodistas los comentarios inhumanos de que la enfermedad de su mujer se la había provocado el sufrimiento de verlo en prisión, cuando lo cierto es que ella siempre lo apoyó. Los Conde han logrado algo complicadísimo: ser una familia muy unida, a pesar de tener casi todos los elementos en contra. En 2004, tuvo que pedir permiso carcelario para abandonar Alcalá Meco durante unas horas y poder casar a su hija.
Más de una década después, en 2016, durante su encarcelamiento en Soto del Real (Madrid) por la Operación Fénix, tuvo que acudir a la comunión de su nieto, enfermo, rodeado de policía. Ahora, desde Escocia, Mario Conde saborea lo que es la vida sin putadas. Ha llegado su momento. A los 75 años. Nunca es tarde para ser, sencillamente, feliz.