– "Buenos días, señora, ¿podría hablar con don Francisco?", se escuchó a través del otro lado del hilo telefónico una mañana del pasado mes de agosto.
– "Pues no va a poder ser, porque soy su viuda". Mi marido murió hace cuatro años. ¿De parte de quién?", contestó con intriga.
– "Me llamo Miguel Ángel. Estamos llamando a pequeños accionistas del Sevilla Fútbol Club porque estamos interesados en comprar acciones. Nos consta que su marido tiene tres. Estaríamos dispuestos a pagarle 1.200 euros por cada una".
– "Ah, ¿sí? Pues no tenía conocimiento de ello". Guardó silencio y cuando reaccionó, dijo: "No se preocupe, hablo con mis hijos y en cuanto pueda le devuelvo la llamada, contestó sin poder ocultar su estupor por lo que acababa de oír.
Al igual que a ella, al resto de la familia de Francisco y de la redactora que escribe estas líneas, una de sus cinco hijos, en parte, le pilló por sorpresa, aunque tampoco a ninguno les extrañó. Él fue un hombre de varios tipos de negocios y un sevillista acérrimo. De ahí que, a principios de los años 90, cuando el club dio esta opción, decidiera comprar tres acciones de su querido equipo por valor de 10.000 pesetas cada una.
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Lo hizo en secreto, tanto que se lo llevó a la tumba, hasta que esa llamada fue reveladora y nos puso en alerta. "Inma, encárgate tú", me pidieron mi madre y mis hermanos, y así comencé esta travesía durante cinco meses que en el fondo me ha divertido y que ha acabado con final rentable. A mi padre le costaron 30.000 pesetas hace más de 30 años (180 euros) y su precio final ha ascendido a 4.800 euros. Su valor se ha multiplicado casi por 30.
Pero, ¿por qué este aumento de ceros? Siete reinos peleando por un sólo Trono de Hierro, el Sevilla Fútbol Club. Esta frase que bien valdría para resumir la trama de la serie de ficción Juego de Tronos se puede aplicar, pero en términos reales, a la situación de los mandamases del equipo sevillano para ostentar el poder.
Su estabilidad institucional lleva tiempo dando tumbos ante la guerra abierta –y pública– desde hace años entre el actual presidente Pepe Castro y el exdirigente José María del Nido y las grandes familias accionistas que apoyan a uno y a otro. Este último quiere a toda costa volver a la dirección del club que ya lideró en una época gloriosa, deportiva y económica.
Y todo vale en la misma: familias de sangre rotas, Hacienda pisando los talones, conspiraciones, movimientos soterrados, alianzas con empresarios y con un grupo americano inversor, que finalmente se ha cambiado de bando: entró por Castro y ahora apoya a Del Nido.
"El pacto por la pasta"
La ruptura de pactos firmados por los grandes accionistas del club también ha sido una tónica habitual. Tan sólo por cómo fue acuñado por propios aficionados el acuerdo entre Pepe Castro y la familia Del Nido, "el pacto por la pasta", ya puede dar una idea al lector de los intereses que hay en juego dependiendo de quien ostente la presidencia: el pan de todas estas casas, que no es barato, y un modo de vida a todo trapo. Un pacto, por cierto, que recogía que la alternancia de poder se produjera en 2023, aunque finalmente saltó por los aires.
Otras tácticas han sido culpabilizar en público y en todos los foros posibles de los malos resultados del equipo, que en la actualidad son los que son; de mala gestión, de deudas contraídas, del cobro de sueldazos de más de 700.000 euros anuales y un sinfín de denuncias cruzadas en los juzgados. Incluso contra su propio hijo, José María del Nido Carrasco.
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También, verter continuas acusaciones en medios de comunicación de que tanto un bando como el otro lo que pretende es hacerse con la mayoría del capital social para vender el club. Ya estuvieron a punto de hacerlo en 2018.
Y, por supuesto, algún que otro incidente en medio de un partido. Ocurrió el pasado mes de septiembre cuando el Sevilla estaba siendo goleado y Del Nido se unió a gritos a los cánticos de "Pepe Castro, dimisión" a pocos metros del palco presidencial. Ya en el interior llegó a enfrentarse con algunos de los consejeros y grandes accionistas del club.
— MágicoNervión (@MagicoNervion) September 6, 2022
Supuestamente, Del Nido lo había dejado todo amarrado con su hijo para volver al poder tras pasar por la cárcel conde cumplió condena por el Caso Minutas. Pero no fue así. Tras varios desencuentros, José María del Nido Carrasco actualmente es la mano derecha de Castro y vicepresidente del Sevilla y, por el momento, no está por la labor de que su progenitor vuelva.
Ni tres años han transcurrido para que el panorama haya cambiado totalmente, la situación sea bélica y se haya retomado recientemente la guerra de compraventa de acciones, que empezó hace años de manera soterrada, para cumplir una regla de tres: quien más tenga, más posibilidades tiene de acceder al poder y de obtener más beneficios si finalmente se vendiera el club.
Por tanto, el embrollo es una cuestión de paquete... de paquete accionarial. Del Nido (padre) siempre presume de que su familia posee unas 25.500 y que cuenta con los apoyos de hasta casi 32.000. También lleva a gala que lleva años viviendo de su despacho de abogados, no del Sevilla.
En cualquier caso, todo podría dar un vuelco si el expresidente consigue desbloquear el litigio judicial mercantil que le impide votar en las juntas de accionistas de manera individual por la agrupación de acciones firmada en su momento, cuestión que podría extenderse hasta 2024... o no. En una entrevista reciente en Cope, Del Nido afirmó con contundencia que se ve presidiendo al club en "tres o cuatro meses".
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Se agarra a que en la última junta celebrada el pasado mes de diciembre, que fue la más convulsa de la historia reciente del Sevilla, los apoyos a la actual dirección flaquearon. Los socios rechazaron con un 52,2% de los votos aprobar las cuentas anuales de la temporada y, con un 57,2%, la gestión del consejo de administración liderado por Castro.
Es más, si Del Nido hubiera podido ejercer su voto en el punto 10, denominado Cese de los miembros del Consejo de Administración, los hubieran cesado al superar los síes a los noes. Por ello, está dipuesto a impugnarla porque cree que la actual cúpula es "ilegítima" al no ser aprobada su gestión por los accionistas.
En el encuentro las dosis de respeto entre ambos bandos flaquearon también. Con agentes de seguridad de por medio para intentar expulsar a la familia Del Nido del cónclave, Castro le llamó "cáncer del Sevilla" y éste lo comparó con Mao Zedong, fundador del Partido Comunista y uno de los mayores genocidas de la historia.
La respuesta del club
Sin ser futbolera ni tener mi familia predilección por ninguno de los dos bandos, con estos preliminares recogidos a través de fuentes de ambas partes, entendí que la tarea de la venta podría ser ardua y empecé a mover ficha. Mi temor era que tras la celebración de esa junta, de la que todo el mundo hablaba, las acciones perdieran su valor.
Además, la llamada del tal Miguel Ángel se repitió en numerosas ocasiones durante varias semanas, lo que denotaba cierto interés, para ver si habíamos tomado una decisión. En cada ocasión aumentaba el precio. Hasta 1.900 llegó a ofrecer.
Lo primero que hice fue mandar un mail al club para asegurarme que mi padre seguía siendo el titular de esas tres acciones. Efectivamente, estaban a su nombre, y a las dos semanas tuvo lugar la primera cita en las oficinas en el propio estadio Ramón Sánchez-Pizjuán con el fin de traspasarlas al de mi madre.
Realmente, íbamos un poco a ciegas, no sabíamos muy bien lo que nos íbamos a encontrar, pero el primero ya fue un pez gordo. Compartimos ascensor con el propio Pepe Castro. Nos saludó muy correctamente mientras yo le daba un codazo para avisarla de que era el presidente, pero ella no se percató.
Hasta ahí todo normal. Unos minutos después cuál no sería mi cara de sorpresa cuando nos dieron paso a un despacho grande y luminoso y era el mismo Castro el que nos recibía. En ese momento nos miramos las dos y nos traspasamos el pensamiento por telepatía: "Aquí hay tela que cortar".
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No nos parecía muy normal que a escasos metros de las Copas de la UEFA y de otros campeonatos, todas colocadas en una repisa y que podíamos casi tocar, un presidente de un club de primera división dedicara su tiempo, sin intermediarios, a traspasarle tres acciones a una viuda de accionista de lo más minoritario. "¿Qué harán con los que tienen más?", pensé interiormente.
La conversación fluyó. Mi madre intentó excusarse del porqué no tenía conocimiento de la existencia de estas acciones y Castro le dijo que no era la primera: "Sinceramente, señora ¿usted hubiera dejado a su marido con la crisis de los años 90 que se gastara 30.000 pesetas de las de antes en tres acciones del Sevilla?"
Mi madre sonrió y llegamos al meollo de la cuestión: "Queremos venderlas. ¿Cuántos nos da?". La primera oferta fue de 1.500 euros. Me dio su teléfono para que le contestara personalmente cuando tomásemos una decisión.
Antes de bajar de nuevo por el ascensor, la decisión estaba tomada. Las íbamos a vender, pero ¿a quién? Tras realizar todos los trámites burocráticos durante un mes para pasar las acciones a nombre de mi madre, como si me dispusiera a entrar en un zoco de Marrakech, le devolví a llamada al misterioso Miguel Ángel para escuchar su oferta. Si me seguía dando 300 euros más se las vendía a él, pero cuál no sería mi sorpresa cuando ese mismo teléfono dejó de existir. Y nunca más existió.
Tampoco supimos de parte de qué bando llamaba. Fuentes cercanas al club tienen conocimiento de que algunas personas han querido aprovecharse de las circunstancias. Sin conocer el método, se han hecho con los contactos de pequeños accionistas a los que han ido llamando para intentar comprarle acciones y cuando han sumado un número importante las han intentado vender en un paquete.
"Hay mucho aguililla suelto", aseguran. Realmente, cuando mayor sea este pack más valor tiene cada una. Hay casos que han llegado a ofrecer 2.000 euros por acción en un paquete de diez. También hasta 1.800 por acciones sueltas.
1.600 euros cada acción
A un mes de la junta de accionistas, el 28 de noviembre, volví a reunirme con Castro y esa jornada me deparaba otra sorpresa. La puerta de la calle que accede a las oficinas tiene unos ventanales enormes, vi cómo dos personas se paraban a hablar con todo el que salía y se confirmaron mis sospechas. Eran del bando Del Nido, concretamente su hijo Miguel Ángel, que estaban a la caza por si alguno salía rebotado. También lo hacían para poner nerviosos a sus rivales como cualquier táctica bélica.
"¿Vienes a vender las acciones?", me preguntaron. "Nosotros te ofrecemos 1.700". Le pedí más dinero porque vendérselas a esa parte requería más documentación y más tiempo. Yo tenía constancia, por otros accionistas minoritarios que también se habían negociado con Castro, de que éste estaba ofreciendo 1.600 euros y, sinceramente, por 100 euros más por título no me iba a merecer la pena.
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Les di mi contacto y les hablé del tal Miguel Ángel que nos reveló del que nunca he vuelto a saber más nada. Ellos tampoco lo conocían.
Efectivamente, unos minutos después, cuando subí al despacho Castro me ofreció 1.600 euros por cada una. No apreté en la negociación porque ya sabía que la otra parte tampoco ofrecía mucho más y después de este periplo no quería quedarme con ellas en la mano. Tampoco sirvo para eso, pero sé, por otros vendedores, que se han llevado también "alguna camiseta, un tour por el estadio y algunas entradas", aunque también hay mucho bulo sobre cantidades que se han llegado a ofertar.
Yo preferí llevarme una foto de recuerdo, que ilustra este reportaje, con las copas de la UEFA de fondo y con el propio Pepe Castro tras cerrar el trato. Ese mismo día, me acompañó hasta la cristalera de la puerta y los del bando Del Nido seguían al acecho. Tanto que recibí este whatsAap para intentar que cambiara de opinión advirtiéndome que Castro iba a bajar al club a segunda división.
En cuanto confirmé la venta llamé a mi madre para darle la noticia, pero ella me tenía otra. Unos minutos antes la había vuelto a llamar un nuevo comprador interesado. Esta vez era una mujer llamada Sonia, que ofrecía la misma cantidad que yo acababa de acordar con Castro. La llamó hasta en cuatro ocasiones hasta que ya le dijo que no las teníamos en nuestro poder.
Sentía que estábamos más cerca del final, pero pasaban los días, la junta de accionistas fechada para el 29 de diciembre se acercaba y el dinero no entraba en cuenta. Me escamé, llamé a Pepe Castro y se comprometió a hacerme el pago del 15 al 31 de enero, casi un mes después.
Reconozco que no me quedé tranquila, así que al día siguiente volví a presentarme en el club. Quería ese compromiso por escrito con el precio de cada acción y con la fecha de ingreso. No me puso ninguna objeción, firmamos, y la verdad es que unas horas después de que finalizara el plazo el dinero estaba en la cuenta.
Y ya bajé de nuevo por ese ascensor con mucha tranquilidad sabiendo que sería la última vez. Para hacer este reportaje han sido consultadas varias fuentes relacionadas con la entidad y socios del Sevilla desde hace décadas. Muy pocas han contestado a las preguntas de este periódico y ninguno ha querido dar su nombre.
En cualquier caso, las circunstancias del equipo en los últimos meses no han sido las más favorables, lo que ahora beneficia a Del Nido, quien ataca a su contrincante cada vez que puede con este asunto.
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"Hemos salido de la UCI y estamos en planta, pero no en buen estado", asegura una de estas fuentes, a quien le molesta que Castro dedique parte de su tiempo a negociar y a comprar acciones en su propio despacho, en vez de fichar jugadores y propiciar que el equipo gane en cada jornada.
Un ejemplo claro del malestar de la afición fue la multitudinaria manifestación convocada a mediados de enero frente al mosaico del Ramón Sánchez-Pijzuán para exigir un cambio en el gobierno de la entidad. "Pepe Castro. Game over", se podía leer en una de las numerosas pancartas que portaban los hinchas sevillistas, que no entienden de batallas accionariales por el poder y que tampoco se adhieren a la línea del expresidente Del Nido.
La batalla sigue servida y las aguas, muy revueltas. Nadie sabe con exactitud quién tiene más acciones, pero está claro que el que más posee también tiene más posibilidades de presidir. Bajo esa idea se espera la resolución de este nuevo lío que aparece en cada junta de accionistas.
De ahí que ambos bandos sigan interesados en seguir captando pequeños títulos también de cara a una posible futura venta de la entidad, que tanto temen los sevillistas consultados. El problema es que cada vez quedan menos libres que se quieran vender.
Nos quedaba un último paso, cobrar los dividendos reclamados desde 2017, que es cuando el club empezó a repartirlos por primera vez. De ello nunca avisaron a mi padre o al menos no tenemos constancia. Suman algo casi 190 euros y están cobrados desde el pasado 9 de febrero.
Y con este whatsapp al propio Pepe Castro y con un escueto "gracias" como respuesta culminó este periplo en los intestinos de un club que se dirime en estos momentos en una auténtica guerra por el poder... Y, como siempre, por el dinero.
Por cierto, papá, que seguro que me lees. Nunca dejarás de sorprendernos incluso después de fallecido. No sé qué bando hubieras preferido para vender tus acciones, ni si hubieras aprobado esta operación con las altas esferas del equipo de tus amores, pero a mamá le ha venido muy bien para cambiar el suelo del comedor y para hacerle un buen regalo a tu nieta Sarita, que se casa este año. Sin más, un abrazo fuerte, papá.