¿Por qué ha tardado Suecia tanto en entrar en la OTAN? La respuesta está en el aire
Erdogan ha suavizado las tensiones con sus socios de la OTAN después de que se haya barajado incluso la posibilidad de expulsar a Turquía de la organización.
En su desesperada carrera por actualizar su flota de combate aéreo ante los muchos conflictos que amenazan a su país, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, llegó incluso a cortejar al español Pedro Sánchez y a su homólogo británico para adquirir los Eurofighters Typhoon europeos en el último año.
El turco no iba de farol, ya que durante años Washington ha castigado al díscolo líder turco negándole la actualización a la generación 4,5 de sus 270 cazas F-16, columna vertebral de su flota, adquirida y producida por Ankara en la década de 1980, y ya desfasada para afrontar cualquiera de los muchos riesgos a los que Turquía se enfrenta.
La adquisición de esos 40 Falcon F-16 y 80 equipos de actualización fue el motivo principal por el que el líder turco ha retrasado durante 20 meses su visto bueno para el acceso de Suecia a la OTAN.
Para entender la alambicada negociación de Erdogan, hay que observar Oriente Medio como un tablero de ajedrez hexagonal: cualquier movimiento por parte de uno de los múltiples jugadores genera una reacción en cadena en la que los amigos se tornan enemigos y viceversa.
En ese contexto vive Turquía, poseedora del segundo mayor ejército de la OTAN, y que disfruta de una situación geoestratégica ideal para amortiguar los inesperados y volátiles conflictos en la frontera oriental del Tratado.
¿Cuáles son estos riesgos y contra quién usará Turquía los F-16? Israel y Grecia son socios problemáticos para Ankara, pero no enemigos, a pesar de las tensiones en el mar Egeo con los griegos y del apoyo de Erdogan al grupo terrorista Hamás.
Rusia e Irán son "frenemigos" de Turquía que disponen de un importante poder aéreo y podrían amenazar a las fuerzas o el territorio turcos si la flota aérea turca sigue envejeciendo.
Con otros países, como Libia, Turquía necesita proyectar una imagen de poder que incluye esos F-16. Los peligros en Oriente Medio son "reales y múltiples para cualquier país que carezca de una fuerza aérea moderna", señala a EL ESPAÑOL el coronel retirado Richard Outzen, consejero del Atlantic Council en Turquía.
"El conflicto por estos cazas se inició en 2015, cuando Estados Unidos retiró su sistema de misiles Patriot de Turquía"
Lo que Ankara considera el verdadero enemigo es el grupo militante armado internacional PKK, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerado terrorista por Turquía, la UE y Estados Unidos. "El PKK opera desde refugios seguros a través de fronteras internacionales en Irak y Siria. Los F-16 son la herramienta necesaria para combatir a este grupo, que cuenta con armamento avanzado y decenas de miles de combatientes", añade Outzen.
Fueron también los militantes kurdos exiliados en Suecia uno de los principales escollos para que Erdogan diera luz verde a su ingreso.
En este sentido, el país escandinavo endureció su política contra estos activistas, y Turquía esperó a que se produjera la primera extradición en diciembre.
Ankara ha mantenido una turbulenta relación con la OTAN desde su acceso en 1952, lo que explica la desconfianza de los turcos y el deseo de aprovechar cualquier oportunidad para conseguir beneficios domésticos.
Los analistas califican la relación de "transaccional", un regateo en el que Turquía intenta sacar partido tras décadas cediendo en beneficio de otros miembros. Por eso no es de extrañar que condicionara su voto positivo para Suecia a desencallar las negociaciones con Washington por los F-16.
El conflicto por estos cazas se inició en 2015, cuando Estados Unidos retiró su sistema de misiles Patriot de Turquía y no se llegó a un acuerdo para que los turcos adquirieran el sistema estadounidense de defensa aérea. Fue entonces cuando Rusia intervino y ofreció a Turquía sus misiles antiaéreos S-400, de gran precisión.
Esto, a su vez, provocó la reacción de Washington de expulsar a Ankara de su programa de tecnología punta F-35, ya que los S-400 podrían estudiar sus vulnerabilidades, y además le negó los F-16, que han resultado ser unos cazas muy efectivos.
En su empeño por proteger a su país y alarmar a Washington, Erdogan incluso flirteó con los cazas JF-17 Thunder desarrollados conjuntamente por China y Pakistán, pero eso sí que era un farol.
"No creo que los turcos se plantearan seriamente el JF-17, demasiado diferentes de la tecnología, la logística y la doctrina utilizadas por el resto de las Fuerzas Aéreas turcas. Sí hubo un interés significativo en el Typhoon, en caso de que el Congreso de Estados Unidos no aprobara el acuerdo para los F-16. Es buena política desarrollar múltiples opciones y hacer que todas parezcan plausibles", señala Outzen.
Desde Washington, Erdogan es visto por algunos como un socio poco fiable, "antisemita e islamista", como lo calificó Mark Dubowitz, CEO de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD) al conocerse el acuerdo de los F-16. "No se sorprendan si Erdogan usa esos aviones para atacar a nuestros aliados israelíes o kurdos", agregó Dubowitz.
Incluso se ha barajado en los últimos años la posibilidad de expulsar a Turquía de la OTAN por su deriva antidemocrática e islamista, sus amistades peligrosas con enemigos de Occidente y sus dobles juegos de prestidigitador.
"Erdogan ha suavizado las tensiones con sus vecinos tras años de machadas"
De hecho, los retrasos para el acceso de Suecia al Tratado beneficiaban aparentemente a Rusia en su invasión de Ucrania. Turquía mantiene buenas relaciones con ambos, y mientras vende drones Bayraktar TB2 a Zelenski, ha mantenido una actitud laxa con las sanciones y transferencia de partes de material bélico a Putin. Aun así, no parece que Erdogan quiera reforzar el esfuerzo bélico ruso.
Joyce Karam, profesora de la Universidad George Washington, auguraba la ira de Putin ante el acceso de Suecia a la OTAN, que se produce un año después de que entrara Finlandia. También porque el acuerdo por los F-16 supone una mejora enorme en las relaciones entre Washington y Ankara, y mayor libertad de ataque contra los kurdos en Siria e Irak.
En efecto, en los días previos a la firma del acuerdo por los Falcon, el Pentágono filtró que barajaba la posibilidad de retirar a sus 900 efectivos del norte de Siria, donde colabora con milicias kurdas próximas al PKK en la lucha conjunta contra el ISIS, y sugería que estos podían aliarse con el régimen de Bashar Al-Assad, enemigo de Erdogan.
Con esa retirada, Turquía tendría vía libre para atacar a esas milicias con sus F-16 en suelo sirio e iraquí, donde en enero fueron asesinados 29 soldados turcos.
Erdogan no da puntada sin hilo. Según Gönül Tol, directora del programa Turquía del Middle East Institute de Washington, la verdadera obsesión de Erdogan era levantar el embargo de venta de partes de armamento de Canadá y Holanda, necesarias para la producción de los drones turcos Bayraktar, producidos por su yerno, Selçuk Bayraktar.
Holanda levantó ese embargo en julio de 2023, después de que Turquía anunciara que daría acceso a Suecia y Canadá a finales de este enero.
[El Parlamento de Turquía aprueba la candidatura de Suecia a la OTAN]
Con su presión sobre Suecia por los militantes kurdos (un conflicto muy emocional para los votantes turcos), el éxito de los F-16, una oposición desintegrada y algunos remedos de última hora para aliviar sus asfixiantes políticas económicas, Erdogan espera recuperar Estambul y Ankara en las próximas elecciones locales de marzo.
El periodista en el exilio Adem Yavuz Arslan se preguntaba en X cuándo invitará Joe Biden a Erdogan a la Casa Blanca: "Eso es más importante que la venta de F-16, a ver si llega la tan esperada invitación antes de las elecciones".
Lo cierto es que el acuerdo de los F-16 es bueno para la OTAN, pero también para Turquía. Llega un momento en el que Erdogan ha suavizado las tensiones con sus vecinos tras años de machadas.
Recordemos, subraya Outzen, que en 2020 Turquía intervino directamente en tres guerras de alta intensidad, Idlib en Siria, el Cáucaso y Libia, y en las tres de forma indirecta contra Rusia, además de las campañas contra el PKK. Las relaciones también eran muy tensas con una docena de países en la región, entre ellos los del Golfo y Egipto. Una Fuerza Aérea turca fuerte ayudará a la disuasión en el mar Negro.
Además, al haber quedado fuera del programa F-35 (que Washington sí venderá a Grecia), Turquía está desarrollando sus propios cazas de 4,5 generación, los TAI TF-X, que estarán operativos en una década.
Esto beneficia a ambas partes, ya que Washington se desentiende de ventas de armas delicadas a un socio problemático, que al mismo tiempo reforzará por su cuenta el dique de contención al sureste de la OTAN.
Esta es la última plataforma donde Turquía puede presionar a sus homólogos occidentales y tratar de obtener concesiones. Y así lo ha hecho.
** Marga Zambrana es periodista, corresponsal en China desde 2003 y en Oriente Medio desde 2013.