La principal lectura que puede extraerse de la encuesta de SocioMétrica que publica hoy EL ESPAÑOL no es realmente el vuelco de la mayoría parlamentaria a la derecha. La conclusión más relevante, y la que debería mover a los principales líderes a una reflexión, es la de que, aun con la nueva decantación de la relación de fuerzas entre los bloques, todo seguiría en cierto modo igual en lo tocante a la estabilidad política.
Con los datos de este sondeo, estaríamos ante una legislatura análoga a la vigente sólo que a la inversa. Los pronósticos para el PP se han moderado con respecto a los de los últimos meses, no pasaría de los 150 escaños. Junto a los 27 que obtendría Vox, al diputado de UPN y —es verosímil suponer— al de Coalición Canaria, Feijóo reuniría 179 votos para su investidura.
Es decir, los mismos que obtuvo Sánchez (si se contabiliza como afirmativo el voto nulo del diputado de Junts) para ser reelegido presidente del Gobierno.
Podrían subir hasta los 181 si los tres diputados de Se Acabó la Fiesta se avinieran a facilitar un gobierno de Feijóo. En todo caso, sumar al bloque de investidura al agitador Alvise no podría más que empeorar la ecuación.
Lo que parece claro es que, así como el PSOE es hoy rehén parlamentario de la extrema izquierda y los nacionalistas, el PP lo sería de la extrema derecha de Vox. De un Vox, además, que ha radicalizado su posición desde la ruptura de Abascal con Feijóo a cuenta del pacto para el reparto de menas.
Si hoy se convocasen elecciones, y suponiendo que Sánchez lograra poner de acuerdo una vez más al conjunto de la suma Frankenstein, no alcanzaría la mayoría absoluta. Aun mejorando sus resultados (un notable remontada de diez escaños respecto a los 107 que le daba SocioMétrica en mayo), Sánchez se quedaría en 168 diputados.
Por si fuera poco, la suma para muñir un gobierno de coalición se haría aún más enrevesada con la sorprendente recuperación de Podemos, que los sondeos daban por extinto y que hoy obtendría 9 diputados. Sumar se hundiría hasta y quedaría cerca de los de Ione Belarra, con 11 escaños.
De modo que, con vistas al futuro, los dos grandes partidos deberían asumir que, con la presente aritmética electoral, no podrá haber una fórmula realista de gobernabilidad por bloques. La parálisis de la actual legislatura, en la que sacar adelante cualquier iniciativa supone una proeza para el Gobierno, debiera bastar para convencerse de lo indeseable de reeditar este escenario.
La vía de los acuerdos entre PP y PSOE no sólo es la única forma de abordar las grandes cuestiones de Estado. Un pacto entre los dos principales partidos para permitir gobernar a la lista más votada es la única manera de sacar a España de la inestabilidad política.