Emmanuel Macron se ha mostrado abierto por segunda vez en pocos días a la posibilidad de enviar soldados franceses a los campos de batalla ucranianos. No para que Francia entre en combate de forma directa contra Rusia. Pero sí en labores de apoyo, entrenamiento de tropas ucranianas y desminado del terreno.
"Estoy listo para poner todos los medios necesarios para que Rusia no gane la guerra en Ucrania" dijo este jueves el presidente francés durante una entrevista con TF1 y France 2. Macron incluyó en ese "todo" el envío de tropas, aunque matizó que "nunca" llevará la iniciativa de un enfrentamiento directo con Moscú.
Macron, al que en ocasiones se ha criticado por ponerse a la vanguardia de osadas estrategias políticas que luego abandona sin dar mayores explicaciones, ha roto sin embargo uno de los tabúes más enraizados de la política europea. El del envío de tropas europeas a los campos de batalla ucranianos. Una línea roja para un Putin que ha amenazado con recurrir a las armas nucleares si esa amenaza se hace realidad.
"Si Europa decide ser débil ante Rusia", ha dicho Macron, "eso no sería buscar la paz, sino asumir la derrota". "El retorno de la guerra a Europa Occidental no es una ficción, no está lejos. La paz no es la capitulación ni la amputación de Ucrania".
Las palabras de Macron, apenas 24 horas antes de la reunión de ayer viernes entre el propio presidente francés, el canciller alemán Olaf Scholz y el primer ministro polaco Donald Tusk en la sede de la Cancillería Federal de Alemania, estaban destinadas a presionar a la UE para que aumente el apoyo a Ucrania.
Una Ucrania que teme que una victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre suponga el fin de la ayuda americana y el aumento de las presiones para que llegue a algún tipo de acuerdo de paz con Rusia que pase por la entrega de parte de su territorio al Kremlin.
Alemania, a la que Macron ha acusado sin citarla explícitamente de "cobardía", lidera de forma no explícita la oposición a cualquier tipo de gesto que pueda ser interpretado por el Kremlin como una escalada del apoyo de la UE a Ucrania. Además, el envío de tropas europeas a Ucrania está descartado hoy en la mayoría de los gobiernos de la UE.
Pero las palabras de Macron no deberían ser descartadas de plano.
Hasta qué punto las amenazas de Putin son sólo bravuconadas destinadas a amedrentar a quien tenga intención de ayudar a Ucrania o esconden realmente la disposición demente de bombardear con misiles nucleares a cualquiera que lo haga es todavía hoy tema de debate entre los analistas militares.
Pero algo sí es evidente. La disminución del apoyo a Ucrania ha envalentonado al Kremlin y facilitado algunos de sus avances más significativos en el campo de batalla.
A costa de enormes pérdidas en vidas rusas y maquinaria militar, es cierto. Pero sin que eso haya servido para frenar a una Rusia que interpreta el escenario geopolítico en términos radicalmente nihilistas. ¿Hasta qué punto está Europa dispuesta a sacrificarse, a sacrificar su economía y la vida de sus soldados, en defensa de Ucrania?
¿Estaría Europa, de hecho, a defenderse de un avance de Rusia hacia Polonia o los países bálticos? ¿O el miedo en las cancillerías europeas es indicativo de que Europa ha olvidado ya las lecciones tan dolorosamente aprendidas durante la II Guerra Mundial?
Macron ha dado el primer paso destinado a hacer dudar a Putin de si ese cómodo compromiso a distancia que intenta evitar que Putin gane la guerra, pero también que salga humillado de ella, es todo lo que la UE está dispuesta a conceder.
Pero ese equilibrio es insostenible y, como dice el presidente francés, la UE sólo está retrasando el inevitable conflicto que llegará más pronto que tarde si Rusia no es frenada en Ucrania. Porque Europa no puede depender de una OTAN que hoy es esencialmente una organización estadounidense. La defensa de Europa debe correr a cargo de Europa. Y eso implica el aumento de nuestra implicación en Ucrania.