El Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, cerró ayer la edición 2023 de Wake Up, Spain! con una charla en la que analizó el papel de la Unión Europea en el terreno geopolítico a raíz de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. "La guerra ha supuesto el despertar geopolítico de Europa y ha demostrado que estábamos en lo cierto apoyando a Kiev" dijo Borrell.
Las palabras de Borrell llegan sólo 24 horas después de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, criticara con una dureza ciertamente inédita en el terreno diplomático la posición de China respecto a la guerra en Ucrania, el trato a las minorías por parte del Gobierno comunista y las represalias que Xi Jinping ejecuta contra los países de su área de influencia que no obedecen sus consignas.
"El objetivo claro del Partido Comunista Chino es un cambio sistémico del orden internacional, con China en su centro", dijo Von der Leyen. "Lo hemos visto con sus posiciones en los organismos multilaterales, que muestran su determinación de promover una visión alternativa del orden mundial".
Si alguien pensaba que las palabras de Ursula von der Leyen podían haber sido malinterpretadas o exageradas por los medios, ayer Borrell se encargó de confirmar que la UE, efectivamente, ha endurecido su postura respecto a China y que rechaza su pretensión de convertirse en el árbitro del conflicto en Ucrania.
"Todas las guerras acaban con una negociación" dijo Borrell. "Pero como China está en uno de los lados, no puede ser mediador. Pero sí puede ser un facilitador ejerciendo su influencia sobre Moscú".
En referencia a la visita de Pedro Sánchez a Pekín, el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad dijo que "el presidente ha presentado el único plan de paz que hay, que es el de Volodímir Zelenski, y eso demuestra el papel que puede y debe jugar España en este escenario".
Es decir, que ni la UE ni España aceptarán que China tenga un papel decisivo en la resolución del conflicto en su condición de parte, si no beligerante, sí claramente posicionada en el bando del agresor, ni hay otro plan de paz que el que ha presentado el Gobierno ucraniano. Es decir, la víctima de este conflicto.
Borrell exigió también que China reconozca lo obvio, que el agresor es Rusia y el agredido, Ucrania, y que la paz debe ser "justa" y respetar la Carta de Naciones Unidas. Dicho de otra manera: que Ucrania no debe ceder ni partirse ni rendir parte de su territorio nacional. Incluida Crimea.
"La seguridad no puede delegarse a Estados Unidos, la energía a Rusia y los suministros a China. Eso ha cambiado, y Europa está recuperando lo que había dejado caer en las últimas décadas, su defensa y su autonomía estratégica" añadió un Borrell convencido de que la UE no puede limitarse a ser un socio pasivo de los Estados Unidos, sino un actor con sus propios intereses y una geopolítica propia. Unas palabras que habrán gustado tan poco en los Estados Unidos como en China y Rusia.
"Putin cuenta con que las democracias son débiles, y que la opinión pública cederá ante los costes de la guerra" dijo también un Borrell que recordó que abstenernos de ayudar a Ucrania tendrá un coste mayor, tanto económica como militarmente, a medio y largo plazo. Borrell pidió también que esa obviedad se explique "pedagógicamente" en Latinoamérica y África, donde el antiamericanismo de la izquierda populista y el recuerdo del colonialismo son terreno abonado para la propaganda rusa.
Borrell recordó también que desear el fin de la guerra es legítimo, pero que más importante aún es "cómo hacerlo". Porque la cesión de parte del territorio ucraniano a Moscú y la aceptación de que la fuerza bruta de las autocracias es un instrumento válido, pero sobre todo útil, para imponer hechos consumados al resto del planeta "no es aceptable" y nos aboca a un mundo mucho más inestable, peligroso e indeseable.
"Nadie podía creer en un colapso inmediato de la economía rusa por las sanciones" dijo luego Borrell. "Pero ya están sufriendo en ingresos, se está desequilibrando su presupuesto, y lo están pagando en bajas humanas en el frente de batalla".
La charla de Borrell con el adjunto al director de EL ESPAÑOL Fernando Garea demostró que la UE no es, como sus detractores (algunos de ellos cercanos al Kremlin) habían caricaturizado, un club de jubilados que se conforma con vegetar en una burbuja de bienestar mientras el resto del mundo pilota el futuro, sino un actor geopolítico de peso, con voluntad y estrategia propia, que no permitirá que un régimen autocrático como el ruso imponga su voluntad por la fuerza en su patio trasero.