La OTAN anunció ayer que no podrá garantizar la activación automática de la cláusula de defensa colectiva en caso de un eventual ataque a Ceuta y Melilla. Finalmente, desestimando la petición del Gobierno, el nuevo Concepto Estratégico que se aprobará en la cumbre de Madrid no incluirá, al menos de forma explícita, la protección de las dos ciudades autónomas bajo el paraguas de la defensa atlántica.
La ubicación de Ceuta y Melilla en el continente africano las deja fuera del alcance del radio de protección que contempla la cláusula de defensa colectiva de la OTAN. Pero es justamente este emplazamiento el que confiere a esta jurisdicción española su valor geoestratégico. Uno que el Gobierno español debería hacer valer frente a la Alianza.
Un primer paso en esta reivindicación de la importancia estratégica de Ceuta y Melilla parece ser el que va a dar mañana Pedro Sánchez en su reunión con Joe Biden. El presidente español apelará al asalto a la valla de Melilla del pasado viernes y las amenazas a la integridad territorial española para convencer a su homólogo estadounidense de que se movilice a la OTAN en defensa de las dos ciudades autónomas.
El polvorín subsahariano
En cualquier caso, la actitud del Gobierno español no debería ser la de implorar favores, sino la de hacer valer la importancia geoestratégica de España y, especialmente, de Ceuta y Melilla como frontera sur de Europa.
España tiene que explotar la visibilidad que le dará internacionalmente su condición de anfitrión de la próxima cumbre de la OTAN. Una oportunidad única que puede aprovechar para convencer a sus socios de que nuestro país tendrá un papel fundamental para contener el polvorín geopolítico en que se está convirtiendo el África subsahariana.
Si es cierto, como adelantó el ministro José Manuel Albares, que el Concepto Estratégico de Madrid tomará nota de las "amenazas en el flanco sur", parece razonable pugnar por que Ceuta y Melilla reciban la justa consideración estratégica que merecen.
Muro de contención español
Pedro Sánchez ha afirmado en repetidas ocasiones que España tendrá un papel destacado en la cumbre del próximo miércoles. También, que intentaría que la organización comprenda los nuevos riesgos que llegan desde África. El presidente ha asegurado también que defenderá en la cumbre un despliegue de la Alianza hacia el sur, análogo al del este con la incorporación de Suecia y Finlandia.
La desestabilización de la región por parte de Rusia, el terrorismo yihadista, las tensiones transnacionales en la franja del Sahel, el incierto equilibrio de fuerzas entre Marruecos y Argelia a costa del Sáhara y la disputa por el gas justifican mirar hacia el flanco sur como futuro foco de turbulencias en la política internacional.
En esta coyuntura, España tendrá un papel crucial como muro de contención. Y sus enclaves españoles en África, además de importantes bazas negociadoras frente a la diplomacia marroquí, serán la avanzadilla de esta estrategia de defensa.
No hay que olvidar que Ceuta y Melilla son los únicos territorios de la Unión Europea en suelo continental africano. Por su singularidad geográfica, estas plazas al sur del Mediterráneo tienen una relevancia geoestratégica capital para el control del Estrecho.
Este valor estratégico es el que habrá de defender Sánchez ante los miembros de la Alianza. Antes que la pasividad de preguntarnos qué puede hacer la OTAN por España, mejor la proactividad de preguntarnos qué puede hacer España por la OTAN.