No es ningún secreto que América Latina sufre de una corrupción crónica desde hace mucho tiempo, pero un nuevo ranking de los países más corruptos del mundo muestra que el problema en la región está empeorando.
El Índice de Percepción de la Corrupción 2023 de Transparencia Internacional, un centro de estudios anticorrupción con sede en Berlín, Alemania, muestra que la corrupción está prosperando en todo el mundo, pero a un ritmo más acelerado en varios países latinoamericanos.
Argentina, Honduras, Nicaragua, Venezuela, Cuba, El Salvador, Guatemala y Perú están entre los países que vieron empeorar sus niveles de percepción de corrupción el año pasado, dice el estudio. El ranking de Transparencia se basa en 13 fuentes, incluida una encuesta entre expertos y empresarios sobre los niveles de corrupción gubernamental de cada país.
François Valérian, presidente de Transparencia, me dijo en una entrevista que uno de los problemas clave de América Latina es la falta de un poder judicial independiente en muchos países.
"Hemos logrado obtener leyes contra la corrupción e instituciones contra la corrupción, pero lo que falta es un sistema judicial que pueda sancionar la corrupción", me dijo Valérian. "Necesitamos jueces independientes que tengan los recursos financieros y humanos para luchar contra la corrupción", agregó.
El ranking de 180 países ubica a Venezuela y Nicaragua entre los más corruptos del mundo. En el extremo opuesto del índice, Dinamarca y Finlandia figuran como los más honestos.
En una escala ascendente de 0 al 100, que va desde los países más corruptos hasta los más honestos, Venezuela ocupa el puesto 13 en el ranking, Nicaragua el 17, México el 31, Perú el 33, Brasil el 36, Argentina el 37, Colombia el 40, Chile el 66, Estados Unidos el 69, Uruguay el 73, Finlandia el 87 y Dinamarca el 90.
Valérian me dijo que aunque Estados Unidos sigue siendo un centro financiero que "facilita la corrupción transnacional", el 22 de diciembre el presidente Joe Biden promulgó una importante nueva ley que ayudará a combatir los sobornos en todo el mundo.
La nueva ley, conocida como Ley de Prevención de la Extorsión Extranjera, persigue a los funcionarios de todos los países que exigen sobornos a empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York.
Además, en enero el Departamento del Tesoro de Estados Unidos comenzó a implementar la Ley de Transparencia Corporativa de 2021, que facilitará la identificación de los propietarios de corporaciones fantasma que se utilizan para ocultar fondos en Estados Unidos. "Será una potente herramienta anticorrupción", me dijo Valérian.
Pero Valérian admite que será difícil avanzar en la lucha contra la corrupción si los países siguen eligiendo líderes autoritarios que debilitan las instituciones independientes. Cuando no hay controles sobre los gobiernos, aumenta la corrupción, explicó.
Me temo que veremos más –no menos– corrupción en las Américas, porque hay una tendencia creciente hacia líderes populistas autoritarios.
En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, trata de debilitar las instituciones independientes que luchan contra la corrupción y la transparencia de los procesos electorales.
Además, en El Salvador, Nayib Bukele, que se autodefine como "el dictador más cool del mundo", ganó por una avalancha de votos las elecciones del domingo 4 de febrero.
Bukele es muy popular no solo en El Salvador, sino en toda América Latina, porque ha reducido drásticamente la violencia de las pandillas, y ha puesto a unos 75.000 presuntos pandilleros detrás de rejas.
El problema es que Bukele ha asumido poderes casi absolutos, lo que está eliminando los controles a su gobierno y facilitando que El Salvador se convierta en un terreno fértil para la corrupción.
El autoritarismo está ganando terreno en todas partes. Los presidentes populistas autoritarios están ganando elecciones en India, Turquía o Hungría. Y si Donald Trump gana en las elecciones de noviembre en Estados Unidos, podríamos ver lo mismo en Estados Unidos.
Sin embargo, para reducir la corrupción, los países no necesitan hombres fuertes, sino instituciones fuertes. No es casual que los países más honestos en el ranking de Transparencia Internacional sean todos democráticos, y que los más corruptos sean todos dictaduras. Cuanto menos controles tienen los gobiernos, más corruptos tienden a ser.