Leonor de Borbón, el rey Felipe, la reina Letizia y la infanta Sofía.

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LA TRIBUNA

Las monarquías parlamentarias son fuente de progreso

El debate sobre la legitimidad de las monarquías en la sociedad moderna no debe darse desde apriorismos ideológicos y emocionales, sino a partir de argumentos académicos y empíricos que resalten sus beneficios para las democracias liberales.

26 mayo, 2022 03:24

No son pocas las monarquías que ocupan puestos de excelencia en calidad democrática, progreso social y desarrollo económico. Es el caso de Bélgica, Reino Unido, Países Bajos, Noruega, Dinamarca, Suecia, Australia o Canadá. Es conocida la respuesta que dio Olof Palme, el carismático líder que fuera primer ministro de Suecia, cuando le preguntaron cómo era posible que la monarquía fuera un caso de éxito en Suecia: "Es más barata".

La reina Isabel II en octubre del año pasado.

La reina Isabel II en octubre del año pasado.

Pero el criterio del coste económico ni puede ni debe ser el único parámetro a destacar. Las monarquías parlamentarias suelen aportar más prosperidad económica, mayor protección social y más estabilidad política. Son parámetros medibles que permiten poner en valor, con solidez, la más antigua forma de jefatura de Estado.

Sobre estos indicadores basa sus conclusiones el informe Las monarquías parlamentarias. Reinventando la tradición, trabajo académico publicado por el Centro de Estudios de Políticas Públicas y Gobierno (CEPPyG) de la Universidad de Alcalá, coincidiendo con su XV aniversario.

En los últimos años, han proliferado opiniones sobre nuestra monarquía parlamentaria construidas sobre apriorismos ideológicos que, dada su naturaleza, suscitan respuestas que, en muchas ocasiones, son de carácter emocional.

La naturaleza del debate ha derivado en un abandono de los argumentos de corte académico, y por tanto empíricos, que expliciten y refuercen la legitimidad de nuestra jefatura del Estado. Por otro lado, los ataques dirigidos desde corrientes populistas que basan su crecimiento electoral, precisamente, en la desacreditación de dichas instituciones, no ha hecho sino contribuir a empobrecer el debate e incentivar argumentaciones ideológicas no sustentadas en datos.

"Hay democracias liberales sin monarquías parlamentarias, pero no monarquías parlamentarias sin democracia liberal"

En efecto, no existía un arsenal argumentativo de defensa de la monarquía parlamentaria a disposición de los ciudadanos. Argumentos que tengan como eje central los beneficios tangibles de la misma como institución al servicio del interés general.

Esta pretende ser la aportación del informe del CEPPyG. La de poner a disposición de los ciudadanos, especialmente de los más jóvenes, motivaciones y datos para que permitan percibir a la monarquía como una institución relevante y perfectamente adaptada a las democracias liberales. Así se refleja en los principales rankings internacionales de calidad democrática y desarrollo económico, como los elaborados por la revista The Economist o por Transparency International.

Por otro lado, el devenir de las monarquías parlamentarias está inextricablemente unido al de la propia democracia liberal. Hay democracias liberales sin monarquías parlamentarias, pero no monarquías parlamentarias sin democracia liberal.

Esta forma de gobierno nos ha permitido alcanzar los mayores estándares de prosperidad, libertad y progreso desde el punto de vista social e individual. Ninguna otra forma de organización política ha traído consigo una protección y una promoción de los derechos y de las libertades con la misma intensidad y las mismas garantías.

Para que pueda continuar siendo así, la democracia liberal necesita que sus instituciones más valiosas, entre las que se encuentra precisamente la Jefatura del Estado, pero también el Poder Judicial o el sistema de representación política, se mantengan robustas.

Sólo así podrán mantenerse a salvo, e incrementarse, los profundos beneficios sociales derivados de su correcto funcionamiento.

"La monarquía debe poder demostrar cómo su correcto funcionamiento impacta decisivamente en la solidez de nuestro edificio institucional"

Sólo así revertiremos la erosión que las instituciones que conforman nuestra arquitectura básica sufren en la percepción ciudadana, lo que minusvalora en consecuencia su utilidad pública.

Por eso, la puesta en valor de la monarquía del siglo XXI sería incompleta si no aportásemos, además, propuestas de reformas que impulsen su legitimidad ciudadana y permitan renovar la necesaria confianza transversal del conjunto de la sociedad española.

Reformas dirigidas al aumento de la transparencia o a la necesidad de explicitar ante la opinión pública, por parte de la monarquía, pero también del resto de poderes del Estado, cómo su correcto funcionamiento impacta decisivamente en la solidez de nuestro edificio institucional. O el papel clave que desempeña en la esfera de las relaciones internacionales.

Esta renovación de la confianza cobra sentido especialmente entre los más jóvenes, que corren el riesgo de percibir la Transición como un evento ya lejano y a la monarquía, como una institución meramente simbólica.

Como directora del CEPPyG esperamos colaborar en arrojar luz sobre los beneficios que trae consigo una institución cuyo origen se pierde en el origen mismo del ser humano como ser social, y que en la historia contemporánea ha logrado ser punta de lanza para la concordia, la estabilidad, el progreso y la libertad.

*** Carmen Mateo Alcántara es directora del Centro de Estudios de Políticas Publicas y Gobierno (CEEPyG) y presidenta de la consultora Cariotipo MH5.

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