La Nada nadea, que diría Heidegger, y Sánchez sanchea. Considera el hombre una enorme deslealtad que las gentes de orden no nos abstengamos para que él acceda, con sus 123 escaños, al gobierno de España sin colgajos. Pero todo en el presidente Sánchez, que sanchea, es un recordatorio de su propia historia, cosa de gran mérito habida cuenta de lo corta que es.
Así, resulta imposible, ante las oscuras invitaciones del candidato, no recordar a aquel hombre que huyó de la presidencia, ¿cómo se llamaba? ¡Rajoy! Eso, Rajoy, resulta imposible no acordarse de sus 137 escaños y, frente a él, a la Nada que nadea, al hombre del “no es no”, el del “usted no es una persona decente”, el hombre de la urna detrás de la cortina en Ferraz, el expulsado, el doliente que corrió a denunciar a medio Ibex 35 en La Sexta, el que se tomó unas largas vacaciones antes de pillar un buga y echarse a predicar por los caminos ante audiencias decimonónicas de casas del pueblo, militancias que siempre estarán más a la izquierda del que esté más a la izquierda.
Yo he escuchado, y casi consolado, a diputados socialistas, hoy purgados, que no podían presentarse ante la militancia en un acto cualquiera de partido sin ser gravemente insultados. La militancia, esa cosa húmeda y plural, había atravesado con suficiencia la evangelización de Sánchez, que sanchea.
No hay nada que comentar sobre el ladrillo de dos horas que nos ha lanzado el candidato. Primero, porque no soy comentarista. Segundo, porque tengo la manía de buscar alguna idea en los discursos y ni una había en el Señor de la Nada que nadea. Solo constato lo sabido: se colige que prepara un sablazo fiscal de aquí te espero, se evidencia que está encantado de conocerse y se adivina que, según se apuntó, lo de Podemos preferiría no hacerlo. Como Bartleby. Es hombre ligero, y ligero quiere corretear por la historia.
Es normal que vea con renuencia los colgajos bolivarianos y secesionistas. Y más después de la llave de judo, con estrangulamiento, que le hizo Iglesias al descartarse. No solo no le ha funcionado el juego al hombre sino que el hombre se alza en Papa Negro con medio Consejo de Ministros paralelo. En fin, que al jugador le puede venir una buena racha, y vaya si le vino a Sánchez, que sanchea, pero tarde o temprano te encuentras jugando de farol y llega alguien y te ve las cartas. Toma.