Sevilla

Enric Millo (Tarrasa, 1960), José Enrique en su DNI, recuerda sin ningún sentimiento de derrota el mes de octubre que vivió hace seis años en Cataluña como delegado del Gobierno durante el referéndum ilegal del 1-O. Sigue viendo a Carles Puigdemont, con el que hablaba a diario, como máximo culpable de lo ocurrido.

Ahora, 2.191 días después, a Millo no le gusta referirse sólo a esa fecha. Cree que el independentismo lo ha abrazado como un símbolo cuando es la historia de un fracaso. Por eso, hace hincapié en valorar todo el proceso, desde que el Gobierno activó la aplicación del artículo 155 hasta que decayó un día después de la moción de censura de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy. 

En su día fue tentado para ser presidente de Paradores de Turismo de España, pero por malabares del destino se convirtió en aquellos meses en la máxima autoridad en Cataluña, cuando el Parlament se disolvió. Se siente orgulloso de su actuación, pero cuando recuerda la factura personal que supuso aquella etapa para su familia se empañan sus ojos azules tras el cristal de las gafas. 

Llegó a vivir con cuatro escoltas y con una pareja de la Guardia Civil en su propia casa las 24 horas del día. Le hicieron una pintada cerca de su vivienda que su hija se encargó de tunear con spry de otro color para transformar en un mensaje de amor, porque la original le deseaba la muerte.

A su hijo mayor le escribieron por Facebook para desearle que su padre muriese de un cáncer largo y doloroso. Llegó a recibir 100.000 ataques en unas horas en redes sociales, pero sin duda lo que más le cuesta digerir es el ictus que sufrió su mujer, por el que arrastra una situación delicada de salud.

Se siente un catalán muy español y le duele que la mayoría parlamentaria catalana no represente el sentir de la mayoría social. Pero sobre todo, ver cómo se le está dando alas al independentismo cuando estaba en horas bajas.

Desde hace casi cuatro años, Millo ha encontrado la paz y la compañía de su propio partido en el exilio andaluz. Tras volver a su trabajo como economista en 2018, ahora es secretario general de Acción Exterior de la Consejería de Presidencia de la Junta de Andalucía. "Aquí en Sevilla soy un hombre libre", dice.

No se plantea volver a Gerona, donde vivió 27 años. Todavía hoy, cada vez que va para ver a familiares tiene que llevar escolta.

"Mereció la pena", asegura a EL ESPAÑOL en una de las pocas entrevistas que ha concedido para hablar del asunto, pero con la firme convicción de que si Pedro Sánchez otorga la amnistía, los líderes del procés volverán a la casilla de salida y serán más peligrosos para el Estado. 

Se cumple el sexto aniversario del referéndum ilegal del 1 de octubre, ¿cómo recuerda todo aquello?

No me gusta recordar como efeméride la fecha del 1 de octubre porque es la única arma que tienen ellos [los independentistas]. Celebrarla es hacerles el juego. Aquel día forzaron una movilización, sabiendo que era ilegal, para confrontar a los catalanes.

A partir de ese momento la situación se volvió complejísima, pero es importante desmontar el relato de los secesionistas, que no se ajusta a la realidad. 

¿Y cuál es esa realidad?

Ellos no quieren que se recuerde lo que ocurrió del 1 al 27 de octubre, cuando finalmente se acaba aplicando el 155... y eso es lo que hay que explicar. Abrieron 2.400 colegios electorales, pero el altercado se produjo en poco más de 30, y especialmente en cinco o seis.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado estaban obligadas a actuar por el mandato judicial emitido tres o cuatro días antes en el que se especifica que el referéndum es ilegal y que los agentes entren y se incauten del material. Pero los Mossos d'Esquadra se agarraron a la última línea del auto que decía que había que mantener la normal convivencia cívica en Cataluña.

"Concederle la amnistía a los responsables de estos delitos no es perdonarles, es pedirles perdón como si el Estado hubiese actuado mal".

La Policía Nacional y la Guardia Civil sí actuaron por orden del juez. Yo intervine dos veces en televisión para pedir a los ciudadanos que cumplieran las órdenes de los agentes y para pedirle a Puigdemont que desconvocara, porque era una teatralización.

Él contestó desde un lugar desconocido y con un lenguaje bélico pidiendo a los ciudadanos que acudieran a los colegios a defender las urnas como si estuvieran siendo atacados, y pusieron a niños y a ancianos por delante. 

Por tanto, el único responsable de lo que pasó ese día fue Puigdemont y siento tristeza porque se cargó la convivencia en Cataluña.

¿Y durante el resto del mes de octubre qué pasó? 

De esos 26 días ellos no hablan porque es la historia de un fracaso. La aplicación del 155 es lo que frena esto. El Estado paró el golpe y restauró el orden constitucional que había roto precisamente el presidente de la Generalitat, que tiene que hacer justamente lo contrario.

Después del 1 de octubre, el día 10 declaró la independencia supuestamente por el mandato que le habían dado las urnas, pero en la misma jornada la suspende a la espera de negociar con el Gobierno los términos de la separación. Fue entonces cuando se puso en marcha el 155. 

A Puigdemont le aconsejan que disuelva el Parlamento y convoque elecciones, pero el mismo día que las iba a anunciar, el Senado aprobó su aplicación. Me llamó para preguntarme y yo le dije que hiciera lo que tuviera que hacer, pero que se atuviera a las consecuencias.

Enric Millo, ex delegado del Gobierno en Cataluña durante el 1-O posa en Sevilla para la entrevista a EL ESPAÑOL.

Enric Millo, ex delegado del Gobierno en Cataluña durante el 1-O posa en Sevilla para la entrevista a EL ESPAÑOL. Carlos Márquez

El bloque que apoya a Pedro Sánchez, incluido el PSOE, da ya por descontada la amnistía a los líderes del 'procés'. A alguien como usted, que vivió aquellos días en primera línea, ¿qué le parece este posible desenlace?

Desde el punto de vista jurídico es una aberración, no cabe en la Constitución, y desde el punto de vista ético y moral, es inaceptable. Concederle la amnistía a los responsables de estos delitos no es perdonarles, es pedirles perdón como si el Estado hubiese actuado mal.

Para empezar el indulto ya se hizo mal porque los condenados no lo pidieron. Para ellos, el sólo hecho de pedirlo ya era una humillación. La amnistía es mucho más grave. Es un torpedo a la línea de flotación del Estado de derecho, de la democracia y de la convivencia.

Hace tres años publicó "El derecho a saber la verdad" en el que cuenta su versión del 'procés' y en el que defiende la tesis de que Puigdemont es el gran responsable de lo que sucedió el 1-O. ¿Podría tener segunda parte ese libro?

No lo descarto [ríe]. Me han criticado por el título, porque dicen que me atribuyo la verdad, pero los ciudadanos antes del derecho a decidir tienen que tener el derecho a saber la verdad, y les estaban engañando. La mía es una versión con la característica de que soy catalán y para ellos soy con el diablo.

Mi batalla política la di como diputado porque montaron el relato de que todos los males de Cataluña eran por el Gobierno de España y que cualquier problema se resolvía con la independencia. Llegaron a decir que hasta la esperanza de vida aumentaría.

Sin duda, Puigdemont es el máximo responsable de todo esto. Le llegué a decir que tendría que asumir responsabilidades penales porque estaba atacando al Estado y llevando a la frustración a una parte importante de la población catalana, que iba a un precipicio con un muro detrás. Él me decía que el Gobierno no se atrevería a actuar... y vaya si actuó.

¿Cómo vivió aquel momento? ¿Temió por su seguridad?

Sufrió mucho más mi familia que yo. Yo era como un soldado que iba a la guerra, que no teme por su vida porque está cumpliendo con su deber. Tenía cuatro escoltas conmigo y una pareja de la Guardia Civil viviendo en mi casa las 24 horas, eso sí.

Lo que mucha gente no recuerda es la firmeza con la que actuamos. Tras las elecciones de diciembre, el Parlamento propone y vota a Puigdemont y nos negamos, al igual que con Jordi Sánchez y Jordi Turull, porque estaban imputados y habían formado parte del Ejecutivo anterior. Ahí se mojó el Gobierno, que actuó con una contundencia impecable para garantizar el orden recibiendo querellas... ¡Y nos decían que fuimos blandos!

"Que me nombraran persona 'non grata' en 144 ayuntamientos no me lo tomo como algo personal. Cumplí con mi deber. Ellos dicen 'lo volveremos a hacer' y yo también volvería a hacer lo que hice".

Paralelamente empezaron las negociaciones con el PSOE, que acabaron en la moción de censura contra Rajoy y con la toma de posesión del Gobierno de Quim Torra un día después. Es evidente la coincidencia temporal [ríe].

El nuevo Gobierno ya no mantuvo activo el 155 con el compromiso de que los secesionistas no la liaran mucho... pero mientras tanto la Justicia actuó paralelamente.

¿Cómo se tomó el resultado electoral de las elecciones de aquel 21 de diciembre, cuando Ciudadanos fue la fuerza más votada y el PP cayó a cuatro diputados?

Fue una decepción personal muy grande porque quien garantizó la unidad y paró el golpe fue un gobierno del PP. Yo esperaba que la población lo reconociera, pero hubo declaraciones muy desleales de partidos como el propio Ciudadanos o Vox que acusaron al Gobierno de haber sido blando por no acabar con las ideas independentistas. La actuación del Gobierno fue contra los hechos. Una actuación más contundente no pudo haber.

La campaña en los medios de comunicación que seguían en manos de independentistas, tras la enmienda del PSOE, tuvieron mucha fuerza y mantuvieron el relato. No obstante, estoy convencido de que con el tiempo la gente reconocerá la actuación del Gobierno y que se garantizó el orden y los servicios que precisaban los ciudadanos, como sanitarios o educativos. 

Enric Millo, ex delegado del Gobierno en Cataluña durante el 1-O posa en Sevilla para la entrevista a EL ESPAÑOL.

Enric Millo, ex delegado del Gobierno en Cataluña durante el 1-O posa en Sevilla para la entrevista a EL ESPAÑOL. Carlos Márquez

Usted y su familia fueron amenazados, vieron pintadas como aquella que decía "Millo muerto". Al final fue declarado 'persona non grata' en más de 100 municipios catalanes. ¿Lo ha superado?

En 114. No me lo tomo como algo personal porque sé que fue una campaña política. Hubo ayuntamientos en los que el PSOE se abstuvo. Cumplí con mi deber. Ellos dicen 'lo volveremos a hacer' y yo también lo volvería a hacer.

Lo que vivió mi familia sí me cuesta más digerirlo. Si las consecuencias hubieran sido sólo para mí, no hubiera tenido ningún problema, porque esto también rompe amistades y grupos de amigos. Eso es lo más doloroso, lo que sufrió mi familia.

Quedan muchas personas pendientes de juicio por todo lo que sucedió, también por los disturbios, muchos protagonizados por los CDR. Como responsable de las Fuerzas de Seguridad en aquel momento ¿qué les diría a los agentes, a los que ERC volvía a llamar "piolines" en la sesión de este viernes en el Congreso?

Es una ofensa, estuvo muy acertada Cuca Gamarra cuando pidió la retirada de esos insultos. Son personas muy dignas que actuaron en cumplimiento de su deber.

El argumento del independentismo catalán es que, a diferencia del vasco en tiempos de ETA, es un movimiento democrático que no ejerce la violencia. A usted le reventaron la cerradura de su buzón en múltiples ocasiones, la gente se levantaba y se marchaba de la cafetería en la que entraba en señal de desprecio, en la calle le increpaban… 

Hombre... yo no podía ir ni al cine ni al teatro, ni tomarme un aperitivo en una terraza. Me insultaban e increpaban a menudo. El problema es que había mucho miedo a expresar un sentimiento contrario a las posiciones independentistas. Si alguien se posiciona en contra, socialmente y económicamente lo marginan.

De ahí que hayan surgido movimientos civiles como la Sociedad Civil Catalana, que ha organizado la manifestación del 8 de octubre. 

¿Le gustaría ir a esa movilización?

Es bueno que se haga para recordar que hay una mayoría social en Cataluña que no está representada en el Parlamento. La mayoría es gente muy real que se siente española. Lo que ocurre es que la ley electoral le da el doble de peso a un voto en un pueblo de interior a otro de una persona que viva en una gran ciudad. No sé si iré. Cada vez que voy llevo escolta, aunque antes la situación era mucho más crispada.

Una hija suya tuvo que dejar la Universidad, otra se fue a Inglaterra y su mujer sufrió un ictus "por la angustia y la presión", según le diagnosticó el neurólogo. ¿Se siente derrotado? ¿Cree que han acabado ganando quienes no lo merecían?

No me siento derrotado, tampoco vencedor, pero me siento orgulloso de haber impedido que se consolidara ese golpe a la democracia. Eso lo paramos. Quien fracasó fue el independentismo, ¿que siguen defendiendo sus ideas? Vale, yo antes de todo soy un demócrata, pero lo más eficaz fue la aplicación del 155.

Lo importante es ver cómo despacha ahora esto el PSC. Ayer le dije a mi mujer, escuchando el relato del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès: estamos otra vez en 2016, pidiendo el referéndum y la independencia, pero para ello necesitan la amnistía. Para eso lo piden.

"Esto es muy difícil, sólo hay dos salidas: el gobierno de la mentira o la repetición electoral. El mal menor sería una repetición".

Es como volver a la casilla de salida. Ahí los llevará la amnistía y lo volverán hacer y serán más peligrosos para el Estado, la democracia y la convivencia, porque han aprendido de los errores que cometieron.

A ver ahora cómo explica eso el PSC a sus votantes... porque nadie puede dudar de lo que pasaría si en España gobernara el PP. De lo que haría el PSOE, sí.

Cuando terminó el juicio del 'procés' usted tuvo unas palabras que hoy parecen proféticas: "Cuando [los líderes del 'procés'] salgan de la cárcel, serán héroes nacionales. Y los que hemos defendido la ley, la unidad de España, los represores, los apestados. Es el mundo al revés". ¿Ha merecido la pena su sacrificio personal y el de quienes entonces defendieron la Constitución y el cumplimiento de las sentencias judiciales?

Claro que ha merecido la pena. Si no, España se habría roto y Cataluña también, y eso no pasó... aunque la factura haya sido muy alta. 

Puigdemont mantiene una cohorte en Waterloo y hasta la vicepresidenta del Gobierno le visita. Usted tuvo que irse de Gerona, donde residió 27 años, para aislarse, primero en un apartamento de Tarragona, y finalmente en Sevilla. ¿Se ha sentido solo?

En Andalucía me siento muy acompañado. Tras la moción de censura permanecí en Cataluña, volví a mi actividad profesional en 2018, aunque seguía con escoltas. Fue un año más tarde, en 2019, cuando me vine a Sevilla, en una situación muy precaria porque no me sentía un hombre libre. Aquí sí lo soy, nadie me insulta y me siento muy querido.

Enric Millo, ex delegado del Gobierno en Cataluña durante el 1-O posa en Sevilla para la entrevista a EL ESPAÑOL.

Enric Millo, ex delegado del Gobierno en Cataluña durante el 1-O posa en Sevilla para la entrevista a EL ESPAÑOL. Carlos Márquez

El Parlament aprobó este viernes una resolución que pone como condición para apoyar la investidura de Sánchez que se comprometa con la amnistía y el referéndum de autodeterminación ¿Ve más cerca la repetición electoral o piensa que sólo es una declaración para presionar a Sánchez, pero que habrá acuerdo con el PSOE?

Esto es muy difícil, sólo hay dos salidas. El Gobierno de la mentira o la repetición electoral. El mal menor sería una repetición.

¿Y en qué situación quedaría el PSC si hay amnistía? Porque pronto habrá elecciones en Cataluña y tendrá que dar cuentas a sus votantes.

Lo tiene muy difícil. Salvador Illa ha dicho que la hoja de ruta del referéndum no es viable, pero él sabe perfectamente que lo que viene después es la amnistía. Sánchez va a hacer lo imposible para mantener el poder a costa de lo que sea, pero puede perjudicar mucho la convivencia.

El hecho de que usted fuera catalán, catalanohablante, que hubiera empezado en política en un partido nacionalista como Unió Democràtica, en definitiva, que hubiera sido 'uno de los suyos', ¿cree que fue un detonante para que se ensañaran particularmente con usted?

Yo estuve ocho años en un partido catalanista, entré porque era un partido democristiano y mi manera de pensar siempre ha sido la misma, la defensa del bien común. Catalanista como aquí se puede ser andalucista, pero independentista, no. La gente a veces lo confunde. Yo soy un catalán que me considero un ciudadano español. A ellos [los independentistas] les dolía mucho que yo hablara en catalán, y demasiado, porque los ciudadanos me entendían.

Hasta Gerard Piqué, el futbolista del Barcelona, le criticó. Llegó a recibir 100.000 comentarios insultantes en redes sociales en un solo día. En TV-3 se burlaron de usted por donarle un riñón a su mujer, entre los aplausos de los espectadores. ¿Cómo se pudo llegar tan lejos?  

Por algo que no tenía razón. Me acusó de decir mentiras y le demostré que lo que decía era verdad. No me aminoré, pero como influencer que es me hizo mucho daño.

¿Cree que TV3, una cadena pública pagada con el dinero de todos los catalanes, fue clave para agitar la calle y el enfrentamiento con las instituciones del Estado?

Sin los medios de comunicación, muchos públicos y otros concertados, no se hubiera llevado a cabo todo lo que se hizo. Fueron indispensables.

Usted es político y tiene una carrera profesional y medios que le han permitido dejar atrás todo aquello. Pero ¿qué pasa con quienes sufren día a día la presión nacionalista y van perdiendo la esperanza de que alguien resuelva sus problemas, como poder escolarizar a sus hijos en su lengua materna?

Mantengo relación con mucha gente que me agradece que diera la cara, muchas familias me piden que vuelva. Es decir, que la mayoría es lo contrario. A mí me insultan los que me consideran responsables de su frustración y de su fracaso. Yo ya hice lo que tenía que hacer, esa etapa ya la he cerrado. Ahora es el momento de otros.

 ¿Entiende que ahora haya gente de otros lugares de España que ya no le resulte atractiva Cataluña para probar suerte en el mundo laboral?

La situación es muy diferente a cuando emigraban miles de andaluces en los años 50, también en Andalucía. Aquí ahora hay trabajo, pero sí es verdad que la gente busca sitios donde haya tranquilidad, concordia y convivencia.

En Cataluña se han perdido muchas oportunidades de crecimiento económico y es el resultado más claro de lo que ha perjudicado esta situación a Cataluña. Otra historia es que te obliguen a hablar catalán. Si una persona lo aprende, mejor, más riqueza lingüística tiene, pero es más importante que un cirujano sea un buen médico a que sepa un catalán perfecto.

Ahora va a haber un cambio en la dirección del PP catalán. Alejandro Fernández tiene los días contados y se quiere hacer otra política. ¿Le parece bien? ¿Hacía dónde cree que debería ir el PP en Cataluña teniendo en cuenta los resultados cosechados?

No estoy en el PP de Cataluña, estuve 11 años como presidente del PP en Gerona. Fui vicesecretario general de acción política entre 2010 y 2016 y ahí el PP contaba con 19 diputados en el Parlamento. Pero cuando llegué a Andalucía pedí el traslado de afiliación. 

El gran reto del PP es ganar la credibilidad y la confianza de un gran segmento de la población que se siente de centro, que no es de izquierda ni independentista. Ese segmento que ha preferido apoyar al PSE porque ahora no ha acabado de creer en la oferta política del PP, pero que hoy deben estar arrepentidos. 

¿Imaginaba estos resultados a nivel nacional? ¿Y que los partidos independentistas, que estaban en horas bajas, iban a tener un papel tan decisivo?

Esto es un contrasentido en sí mismo, como consecuencia lo ocurrido en 2017 el independentismo ha ido perdiendo fuerza. La culpa de lo que pasa es de aquel que está dispuesto a ceder ante el chantaje. Todo no vale en política.

Enric Millo, ex delegado del Gobierno en Cataluña durante el 1-O posa en Sevilla para la entrevista a EL ESPAÑOL.

Enric Millo, ex delegado del Gobierno en Cataluña durante el 1-O posa en Sevilla para la entrevista a EL ESPAÑOL. Carlos Márquez

¿Ha seguido el debate de investidura esta semana? ¿Qué valoración hace? Cuca Gamarra dijo que se había perdido la investidura, pero se había ganado el debate… ¿Piensa lo mismo?

Totalmente, creo que el presidente sale muy reforzado y lo han conocido mucho más los españoles. 

¿Qué le parece Feijóo? ¿Cree que conseguirá ser presidente del Gobierno?

Es el presidente que España necesita y tiene un concepto de Estado muy conciliable con todos los españoles.

¿Prevé una legislatura larga, como pretende Sánchez, o corta, como vaticinan muchos?

Si hay repetición electoral muchas personas pueden cambiar el voto. Si no la hay y Sánchez sale investido quiere decir que ha cedido a las pretensiones de los independentistas. Es muy difícil hacer previsiones.

Su vida ha cambiado mucho en seis años ¿es feliz con lo que hace ahora?

Muy feliz. Es que vivir en Andalucía es una maravilla. Cataluña es mi tierra, pero ahora mismo no pienso en volver. Estoy tan bien aquí...