Aunque las grandes ciudades como Madrid también sufren problemas de transporte público, las opciones son más amplias que en pequeñas localidades rurales donde llegan con menor frecuencia los autobuses o trenes. Esta situación también afecta a países como Alemania, donde proponen como solución viajar en cabinas autónomas que pueden ir y venir manteniendo el equilibrio sobre una vía del tren.
Son muchos y muy diversos los proyectos que quieren reinventar el transporte ferroviario, como los trenes con levitación magnética o el hyperloop español que utiliza el hidrógeno. Sin embargo, ninguna de estas opciones sirve para conectar pequeñas localidades y dar servicio las 24 horas del día.
Monocab OWL plantea una forma de reutilizar las vías ferroviarias antiguas en la Europa menos poblada, inspirándose en un invento de hace más de un siglo que habría sorprendido incluso a Wiston Churchill en su momento, el monorraíl con giroscopios de Louis Brennan.
Durante los 365 días del año, los clientes pueden reservar uno o varios asientos en una cabina con su móvil para usar este transporte público autónomo bajo demanda. Esta nueva iniciativa nace del proyecto de investigación entre varias instituciones alemanas: la Universidad tecnológica OWL, la universidad de Ciencias Aplicadas de Bielefeld y el Fraunhofer IOSB-INA.
Cápsula autónoma
Antes de salir de casa, el usuario puede reservar su plaza en uno de los monorraíles a través de una app para smartphone, similar a las de Uber o Cabify pero con recorridos predefinidos. Al llegar a la parada, un letrero digital indica el número de cabina y otros datos como su destino, para confirmar que es en la que debe montarse.
Dentro, cada pasajero encontrará hasta 6 asientos, algunos más grandes y otros plegables para dar más espacio en caso de no ser utilizados. Personas con sillas de ruedas, bicicletas o maletas pueden acceder a la cabina, que también integra mesas para poder trabajar durante el trayecto.
Recubierta con textiles reciclados, la cabina no presenta grandes pantallas o carteles. En su lugar se ha presentado un diseño minimalista, donde las protagonistas son las vistas a través de grandes ventanales. En la pared, los diseñadores han camuflado los botones para solicitar información, subir o bajar el volumen de la música y otras opciones adicionales.
Los pasajeros pueden viajar en estas cabinas que se dirigen por una sola vía en ambas direcciones. Su tamaño compacto les permite usar solo una de las vías ferroviarias y cruzarse en direcciones opuestas sin incidentes. Sus creadores lo comparan con los ascensores Paternóster, elevadores cíclicos que no se detienen nunca para que cada persona baje o suba cuando llegue a la planta deseada.
Esta es sin duda su principal cualidad, además del funcionamiento totalmente independiente. Su autonomía responde, según indican sus creadores, a la escasez de conductores cualificados que también sufre España. La principal dificultad de este transporte es el equilibrio. Frente a los trenes tradicionales que tienen dos apoyos paralelos, esta cabina debe hacer frente a desniveles y curvas montada en una sóla vía. Pero para comprender cómo pueden circular así es necesario echar la vista atrás para conocer el origen de esta tecnología.
Un poco de historia
Las tripas de este trenecito con giroscopio se inspiran en el giromonorrail de Louis Brennan, inventor que diseñó a principios del siglo XIX un ferrocarril monorraíl equilibrado giroscópicamente. Esta propuesta permitía abordar vías con curvas más cerradas y a más velocidad, pues el tren se inclinaba en ellas y después regresaba a su posición sin descarrillar.
El monorrail de Brennan medía 12 metros de lago, con una masa de 22 toneladas y capacidad de carga de 10 toneladas. Aunque con bastante espacio para transportar pasajeros, la maquinaría requería de un gran espacio. Los giroscopios estaban en la cabina frontal y fijados al chasis del tren para que giraran con él.
Los giroscopios ahora sirven, entre otras cosas, para que los teléfonos móviles mantengan y midan su orientación, y así saben si el sistema debe o no girar la pantalla para ver contenidos horizontales. No obstante, también se pueden usar para controlar la orientación de otros objetos.
En el caso del invento de Brennan, hicieron falta dos giroscopios colocados en oposición y un mecanismo intermedio basado en tubos de aire comprimido que ejercían de pistón. Este actuaba sobre la precesión de los giroscopios, una propiedad que hacía inclinarse demasiado el tren en las curvas y cambiaba su centro de gravedad, lo que dificultaba recuperar la verticalidad.
El resultado fue un tren con un solo punto de apoyo que podía mantenerse de pie incluso con todos los pasajeros colocados en uno de los extremos. A pesar del entusiasmo inicial que despertó este nuevo tipo de transporte de pasajeros, el proyecto no consiguió más inversores.
El ferrocarril ya estaba muy asentado y todavía faltaban algunos detalles por pulir de la propuesta, como poder esconder los giroscopios debajo del vehículo. Además, las dudas sobre su seguridad ante un posible fallo de los giroscopios, dejaron al monorrail de Brennan a las puertas de convertirse en realidad.
Funcionamiento
Partiendo de esta idea decimonónica, el Monocab OWL se sostiene sobre el rail con una rueda delante y otra detrás. Para no volcar, dispone de un nivelador que, como si fuera la burbuja que se usa para colgar cuadros rectos, se desplaza de un lado a otro para estabilizar el peso de la cabina. El nivelador cuenta con dos amortiguadores que evitan que el tren se incline demasiado.
Actualmente, el proyecto se encuentra en una fase experimental, poniendo a prueba su tecnología en un entorno operativo. Las pruebas se están llevando a cabo en el tramo ferroviario cerrado al tráfico entre Bösingfeld y Rinteln en Extertal.
Como se puede apreciar en las fotografías y vídeos cedidos por la empresa, el vehículo aún depende de soportes laterales como sistema de seguridad ante un posible desnivel. Cuando las pruebas de estabilidad demuestren la seguridad de las cabinas en el trayecto, se podrá liberar al Monocab de los actuales 'ruedines' que utiliza.
Por delante le faltan 4 fases más hasta ser una transporte de éxito. Se espera alcanzar este objetivo final en 2028 cuando se realice una prueba de funcionamiento regular en Extertal. En la fase actual del proyecto, sus responsables no han informado aún de la velocidad que podrían alcanzar con seguridad estos vehículos, un dato clave para conocer su verdadero atractivo para los usuarios.
Llegado el momento, el Monocab OWL deberá demostrar que puede conseguir aquello que el giromonorail de Brennan no pudo, convencer de su seguridad a inversores y clientes y convertirse en un transporte práctico sobre vías del tren abandonadas. Eso sí, su uso en trayectos que usan otros trenes en activo puede no ser compatible, ya que implicaría dificultades logísticas de difícil solución.