El mundo de los yates vive en plena carrera por alcanzar el diseño más lujoso y la tecnología más puntera. Esta competición, cimentada por millonarios interesados en tener buques únicos, impulsa a los constructores navales a presentar conceptos y modelos cada vez más llamativos, como el Nautilus, el superyate que se sumerge a más de 150 metros de profundidad, o el de Fernando Alonso, plagado de paneles solares. Frente a obras que ya fondean en muchas costas como las de España, se avecina un nuevo yate que desafía todo lo conocido y cuyo precio supera incluso la cifra que han pagado magnates como Jeff Bezos por su famoso velero Koru.
Migaloo M5, es el yate submarino destinado a ser el nuevo juguete de los más ricos del mundo. Con 166 metros de eslora aproximadamente y capaz de sumergirse a 250 metros, se ha diseñado para acoger todo el lujo y diversión que se pueda imaginar en la superficie y también en las profundidades marinas.
Más de una década después de que aparecieran los primeros bocetos conceptuales, la empresa Migaloo se ha abierto a los primeros encargos personalizados de su sumergible. El diseño ha ido evolucionando, gracias a las propuestas de los potenciales compradores, hasta terminar en este modelo en blanco y con un marcado estilo marino, salpicado de oro en su interior, que han equipado con toda clase de lujos, estancias para múltiples usos y tecnología de última generación.
Yate y submarino
Esta propuesta final plantea una embarcación de 165,8 metros de eslora, 23 metros de manga y un calado de 8,6 metros. Sus dimensiones le dan espacio para un máximo de 20 invitados, atendidos por una tripulación de 40 personas. Migaloo M5 es un navio capaz de acoger a otras naves y albergar toda clase de estancias, pero lo primero por lo que destaca es por su doble estilo de navegación.
Se propulsará por un sistema de diésel eléctrico o lo que se conoce como Sistema de Propulsión Anaerobia (por sus siglas en inglés, AIP) que también utiliza el Isaac Peral de España. Este sistema sirve para recargar las baterías del submarino en inmersión usando una pila de combustible que emplea hidrógeno. Este, a su vez, es producido mediante procesado de bioetanol y oxígeno, que son los que generan la energía eléctrica.
Con esta tecnología, el superyate tiene un alcance de más de 9.300 millas (15.000 kilómetros) y puede viajar a velocidades de hasta 20 nudos en la superficie, 12 nudos, bajo el agua. Convertido en submarino, el Migaloo M5 es capaz de descender a una profundidad segura de 250 metros donde puede mantenerse hasta cuatro semanas. El S-81 Isaac Peral solo consigue 3 semanas de navegación sin salir a la superficie.
Lujo para multimillonarios
Las características técnicas de este sumergible son desafiantes, pero la empresa promete ir más allá y ofrecer condiciones inigualables a sus clientes, quienes pueden personalizarlo a su gusto. Imagine, por ejemplo, disfrutar de una cena de gala con 36 invitados en un espacio rodeado de paredes de vidrio panorámicas con vistas a la inmensidad del océano.
También podría incluir una bodega, un cine de alta tecnología, dos piscinas, un jacuzzi. No falta una galería de arte, una librería o, incluso una sala del pánico entre las opciones. Por supuesto, cuenta con un helipuerto para que los invitados lleguen desde cualquier parte del mundo sin que el yate tenga que desplazarse. Como conexión con el exterior, el helipuerto acoge tanto helicópteros como drones, globos aerostáticos, SUV, camiones y camionetas. Para cuando el yate se sumerge, estos pueden guardarse en el interior del submarino.
De nuevo en la superficie, se incrementa el número de vehículos del que pueden disfrutar los invitados, más como deporte que como transporte a tierra firme. El yate incluye hasta cinco motos acuáticas Sea-Doo, Seabobs, flyboards y hoverboards, Zapata Racing, y todo lo necesario para practicar remo, kitesurf y kayak.
Por si esto puede parecer poco, también hay dos Midget-Submarines personalizados, dos sumergibles y varios ROV y UUV, vehículos submarinos no tripulados para explorar el fondo marino sin peligro para las personas.
Con estas cualidades, es de esperar que el precio del buque sea considerable, tanto como 2.000 millones de dólares. Para quienes esta cifra suene extraterrestre, supone un precio mayor que el que hasta ahora ostentaba el título del yate más caro del mundo, el Dilbar de Lürssen, de 800 millones de dólares, y más de cuatro veces más de lo que Jeff Bezos gastó en el Koru, de 485 millones de dólares, como señala la revista Robb Report.
Según la revista Forbes, el año pasado había 2.540 multimillonarios en el mundo, los únicos capaces de permitirse esta discreta embarcación. ¿Cuál de ellos estará interesado en sumergirse en las profundidades con Migaloo?