La edad no es obstáculo para la invención. Es más, parece un incentivo, una acumulación de experiencia y sabiduría que puede derivar en desarrollos tecnológicos insospechados. En España tenemos ejemplos de sobra, voy como el invento que extrae agua potable del aire de un ingeniero de 82 años, pero es algo que no entiende de idiomas ni fronteras. Ahí están el enorme aerogenerador que produce el triple de energía inventado por un alemán de 92 años o la biela que aumenta el rendimiento de las bicicletas de un francés de 85 años.
También de Francia procede François Waendendries, un arquitecto de 75 años que lleva casi tres décadas desarrollando la litosíntesis. Con ese nombre se refiere a un método capaz de emular en pocas horas el proceso natural de formación de las piedras, que en condiciones normales conllevaría unos 100.000 años. "Es el invento del siglo", presume Waendendries en el periódico regional L'Aisne nouvele. Su enorme potencial es evidente en el sector de la construcción, pero también es aplicable a disciplinas tan diversas como la restauración de monumentos, las artes decorativas o la industria de las prótesis médicas.
En un pequeño laboratorio situado en un viejo molino restaurado, Waendendries lleva desde 1996 haciendo pruebas y dedicando cerca de 10 horas diarias a una misión que ya enfila la recta final hacia su industrialización. Tras obtener y analizar cerca de 15.000 muestras, este inventor ha dado con la solución definitiva para "obtener piedra por medios líquidos". En otras palabras, ha conseguido "reproducir el mecanismo de formación de determinadas rocas en la naturaleza, a baja temperatura por asociación de sales minerales pero de forma acelerada, no siendo necesario calcinar ningún componente evitando así un importante gasto energético".
Cómo funciona
Casi 10 años después de dar sus primeros pasos en su investigación, Waendendries fundó la empresa Minéalithe con una inspiración clara: cómo el cuerpo humano produce dientes y cálculos renales a 37 ºC en un medio acuoso. El objetivo era obtener un material tan duro y resistente como la piedra sin necesidad de utilizar hornos ni altas temperaturas, lo que implica un gran consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero.
Para dar con la fórmula exacta de la litosíntesis, este arquitecto francés contó con la colaboración de geólogos y químicos, además de su esposa, que le han ayudado a lo largo de la investigación hasta conseguir la receta ideal.
El papel clave corresponde a una combinación de sales minerales, una fórmula que Waendendries guarda con más celo que la de la Coca-Cola. "No es un aglutinante más, ni un pegamento, un cemento, un geopolímero u otro sol-gel. Es una íntima reacción química entre sus componentes naturales, que recrea de forma acelerada los procesos de formación de piedras y rocas", señala en su página web. Además, evita el uso de productos petroquímicos o aglutinantes hidráulicos.
Para demostrar su efectividad, utiliza un sencillo robot de repostería con el que realiza la mezcla. En el bol, unos gramos de polvo calcáreo (piedra caliza triturada) y el líquido inductor que permite que el material de partida se aglutine y endurezca hasta formar una piedra en apenas unas horas.
El resultado, según Waendendries, "es resistente como el hormigón, vitrificado como la cerámica, inerte como el vidrio e incombustible. Permite aglomerar todo tipo de rocas naturales trituradas para elaborar una pasta pétrea resistente al ataque químico y a las altas y bajas temperaturas".
Sus ventajas son numerosas frente a otros procesos, ya que evita el uso de maquinaria especializada y de alto coste, además de favorecer un ahorro energético que también evita la emisión de CO2. Además, los productos obtenidos a través de la litosíntesis son infinitamente reciclables y "pueden regresar a la tierra o usarse como relleno para la creación de un nuevo producto".
Aplicaciones
En principio, la aplicación más lógica y sencilla gracias a este método está relacionada con la industria de la construcción. Por ejemplo, tras derribar un muro de ladrillos de terracota se pueden triturar los residuos para obtener nuevos ladrillos. Sólo hay que mezclarlos con el inductor y verter el resultado en moldes a medida para obtener piezas con una durabilidad y resistencia similar a las de la piedra.
La litosíntesis también puede contribuir a la reparación de monumentos históricos, ya que permite obtener un acabado similar al de las piezas originales. En cualquier caso, los materiales resultantes pueden ser muy útiles para la industria, "gracias a características mecánicas y ambientales equivalentes o superiores a la mayoría de los cementos con la ventaja añadida de una estética pétrea".
Entre los productos en los que este proceso ha tenido un papel crucial también encontramos paneles aislantes con acabado de piedra, elementos de protección de cascos de buques mercantes, impresión 3D directamente en piedra o la fabricación de cuerpos calefactores en piedra para radiadores.
Otros usos más sorprendentes tienen que ver con la medicina, ya que la litosíntesis permitiría producir prótesis óseas mediante impresión 3D "imitando la forma exacta, la química, la porosidad y el tamaño de las partículas". También podría servir en la aeronáutica y la automoción, donde las posibilidades que ofrece son casi infinitas. Debido a su gran resistencia a las altas temperaturas, superior a los 1.500 ºC, este proceso también es útil a la hora de elaborar herramientas y moldes para las industrias del aluminio fundido y del vidrio.
De momento, tras obtener varios premios en diversas ferias, el objetivo más inmediato de Waendendries es abrir una fábrica en San Quintín. Allí es donde espera pasar a la fase industrial en un plazo de entre 6 y 8 meses, cuando confía en poder fabricar nuevos productos 'liberando' varias toneladas de piedra al día.
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