"Soy una inteligencia artificial y no tengo la habilidad de hacer exámenes", contesta ChatGPT cuando se le pregunta por la polémica que ha suscitado su aparición en el sistema educativo de numerosos países. No es del todo cierto: los alumnos ya lo están utilizando para sacar mejores notas, por lo que varias escuelas y universidades lo han prohibido, sobre todo en Estados Unidos.
La Inteligencia Artificial ha llegado y a la comunidad educativa, entre otros sectores, le ha pillado sin herramientas para combatirla o colaborar con ella. La solución más sencilla e inmediata ha sido vetarlo. Escuelas de Nueva York, Los Ángeles y hasta ocho universidades australianas han prohibido en sus clases el uso de esta tecnología regresando, incluso, a los exámenes de lápiz y papel.
Una medida que para expertos en la materia es comprensible a corto plazo, pero contraproducente e ineficiente a largo plazo. Nerea Luis Mingueza, doctora en Ciencias de la Computación y cofundadora de T3chFest, explica a EL ESPAÑOL-Omicrono:"entiendo que genere controversia, sobre todo en asignaturas que siempre se han identificado más con memorizar, pero seguir poniéndole puertas al campo es imposible pensando en lo que va a venir".
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Se refiere a la colaboración millonaria de OpenAI con Microsoft, que va a aplicar esta tecnología en productos como Office y en la próxima versión de Windows. Mingueza compara esta revolución con lo que supuso la llegada de los buscadores de internet como Google y un reto educaciónal mayor al provocado por El Rincón del Vago, el primer gran portal de apuntes de todo tipo de asignaturas en español.
¿Qué es ChatGPT?
ChatGPT nace en 2022 fruto del trabajo de la empresa OpenAI en modelos de procesamiento de lenguaje natural (PNL) como GPT-3. Esta organización sin ánimo de lucro fundada en 2015 por Elon Musk, entre otras personas, utilizó su última versión GPT-3.5 (se terminó de entrenar con millones de parámetros en 2022) para lanzar este modelo conversacional.
Una forma fácil y rápida de conversar con la inteligencia artificial como si se tuviera a una persona delante. Este bot puede responder preguntas con naturalidad y seguir el hilo de una conversación con su interlocutor. Es gratis y cualquiera puede acceder a él para conversar o solicitar información, facilidades que propician su gran éxito hasta el punto de quedar saturado en más de una ocasión por la gran demanda que está soportando.
Sus algoritmos están entrenados para reconocer patrones en los datos y aprender a través de los ejemplos para replicar el estilo de escritura de las personas y los términos y expresiones que se utilizan en cada idioma. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este tipo de generadores en ningún momento entiende lo que está haciendo, no cuentan con la comprensión lectora de los humanos. Solo construyen textos en función de los millones de ejemplos que ha recibido.
Incluso OpenAI reconoce que su modelo tiene límites y puede ofrecer respuestas incorrectas o sin sentido. Tampoco son deterministas: ante la misma cuestión planteada con ligeras variaciones, puede dar respuestas muy distintas. Otra de sus fronteras es que sus conocimientos se limitan a toda la información volcada en su corpus hasta 2021, aunque esta enorme biblioteca de conocimientos y ejemplos de escritura podría estar actualizándose, según las últimas contestaciones que está dando la IA con datos recientes. La empresa y ChatGPT lo niegan por el momento.
A esta revolución se suman competidores que sí están actualizados al estar conectados a internet como ChatSonic AI. Los expertos lo describen como un nuevo Google que analiza mejor las preguntas que le hacen los usuarios en el buscador y, en vez de dar un listado de enlaces, ofrece un resumen bien redactado de todos los datos que encuentra.
El miedo de los profesores
Se le puede hablar en inglés o en español y contesta en ese mismo idioma sobre casi cualquier tema que se le quiera plantear, desde literatura, historia y filosofía hasta matemáticas. Si se le pide ayuda con un idioma te enseña a hablarlo, pero también puede dar explicaciones sobre lenguajes de programación para los que quieran aprender a programar.
Profesores de todo el mundo ya han puesto a prueba sus capacidades con las tareas que suelen encargar a sus alumnos. Paul Taylor, profesor de Health Informatics en la University College de Londres explica en el London Review of Books cómo ha respondido la tecnología a sus preguntas: "No hay ideas extraordinarias aquí, no es el tipo de pregunta que busca una respuesta distintiva, pero es coherente, integral y va al grano, algo que los estudiantes a menudo no logran hacer".
Otros ya se enfrentan a la dificultad de diferenciar entre la inteligencia artificial y la inteligencia de sus alumnos. Stéphane Bonvallet, profesor de estudios sobre discapacidad en Lyon, descubrió hace semanas que la mitad de su clase había usado ChatGPT para crear sus trabajos. La mayoría de los trabajos tenían "idéntica construcción y argumentos parecidos", por lo que sospechó y uno de los alumnos reconoció que había usando la tecnología. La tarea era, "defender las principales características del enfoque médico de la discapacidad en Europa".
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Nerea Luis defiende que "saber interactuar con este tipo de herramienta, también de cara a su futuro, les va a favorecer en un mundo laboral en el que estas herramientas van a empezar a ser ampliamente utilizadas". Otras voces como Carmen Fernández Morante, profesora de la Universidad de Santiago de Compostela, afirman en RTVE que el uso de ChatGPT "anula procesos cognitivos que son necesarios en el proceso de maduración y aprendizaje en el sistema educativo, como puede ser el pensamiento crítico, la habilidad comunicativa…”.
Estudiando con la IA
Preguntado por EL ESPAÑOL-Omicrono, ChatGPT tiene claro que puede ser de gran ayuda para los alumnos o cualquier persona con interés por un tema, como demuestra la siguiente imagen, lo que no descarta que sea necesario "revisar las respuestas y usarlas como un punto de partida para los trabajos y no como una información completa", según afirma la propia IA.
"Sabemos que la IA puede ayudar a los estudiantes a aprender y formará parte de las herramientas que usamos en el trabajo en el futuro, por lo que debemos enseñar a nuestros estudiantes cómo usarla legítimamente", dijeron las universidades australianas tras prohibir su uso. Conseguir esto no es fácil, ya que supone cambiar gran parte de la dinámica actual de las asignaturas. "Cuanto más incluyamos aspectos relacionados con la reflexión y la argumentación sobre temas específicos, más difícil será que se utilicen para hacer los trabajos", explica Nerea Luis.
"Si el alumno hace el esfuerzo de hacer suyo lo que le ha escupido ChatGPT, revisa donde se ha equivocado el sistema y lo analiza, no me parecería mal", explica esta especialista, que deja que los alumnos usen Google para verificar o confrontar lo que se va comentando en sus clases.
Detector de trampas
"No queremos que ChatGPT se utilice con fines engañosos en las escuelas ni en ningún otro sitio, así que ya estamos desarrollando mitigaciones para ayudar a cualquiera a identificar el texto generado por ese sistema", ha afirmado uno de los portavoces de OpenAI a The Washington Post.
Tras la aparición de opciones como El Rincón del Vago se crearon herramientas para detectar plagios, que han quedado obsoletas frente a las capacidades de ChatGPT y otras IAs. OpenAI tiene la intención de evitar que ChatGPT degenere en una fuente inagotable de noticias falsas y desinformación, así como en el recurso favorito de los tramposos.
Por un lado, trabaja para bloquear ciertas peticiones inapropiadas o intrusiones dañinas para generar un comportamiento sesgado. Por otro lado, ya trabajan en crear la forma de detectar que un texto es obra de la IA y no de un ser humano.
Aún no se sabe qué opción usara la organizacion, pero se baraja la creación de una marca de agua invisible que revele que el texto tiene origen artificial cuando se pase por el sistema de control. No obstante, Nerea Luis advierte que, seguramente, si el usuario modifica partes del texto no se podrá saber si se ha usado la IA como punto de partida. Solo cuando sea la obra integra saltarán las alarmas.
Más allá de lo que haga OpenAI, ya existen herramientas web como GPTZero, que asegura poder identificar con precisión si una redacción ha sido generada por ChatGPT. Esto podría ayudar a identificar las trampas, pero sólo en el caso de que OpenAI siga dando acceso a sus modelos de IA a terceros.
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