"Abróchense los cinturones, pongan las maletas bajo el asiento delantero y activen el modo avión de sus teléfonos". Seguro que has escuchado muchas veces este mensaje si has viajado desde España a cualquier país del mundo. Un modo que es prácticamente obligado usar en el vuelo, y que puede ser un engorro para muchos ya que evita que podamos usar Internet. Pero ¿por qué hay que usarlo?
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Lo cierto es que el motivo principal es evitar que se produzcan las llamadas interferencias electromagnéticas entre las señales que emiten los dispositivos personales y las comunicaciones y sistemas de navegación de las aeronaves. El modo avión del teléfono se encarga no solo de desactivar Internet, sino que inhabilita las tecnologías de transmisión de señales de radiofrecuencia del dispositivo al completo.
Esto era debido a que en la década de los 90, con el auge de los dispositivos móviles en los aviones, se dieron casos de pilotos o tripulaciones que escuchaban fallos auditivos en sus sistemas de comunicación, registrando sonidos como "clic audibles" cuando se transmitía una señal por parte de los pilotos. No obstante, según recoge IFLScience, el motivo podría ser otro debido a los avances tecnológicos.
¿Por qué el modo avión?
Las comunicaciones y sistemas de navegación de las aeronaves dependen, en gran medida, de los servicios de radio ya establecidos. Debido a que los dispositivos electrónicos como smartphones pueden emitir señales dentro de las mismas bandas de frecuencia que estos sistemas, se pueden producir interferencias. De esta forma, activando el modo avión de los teléfonos, se evita que se produzcan estas interferencias que, en algunos casos, podrían provocar problemas en el vuelo.
Por ende, es lógico que tengamos que usar el modo avión del dispositivo. Pero IFLScience recoge cómo, en determinados casos, el impacto de estas señales no interfiere con los sistemas de comunicaciones y navegación. En 1992, la Autoridad Federal de Aviación de los Estados Unidos (EASA) y la aerolínea Boeing realizaron un estudio independiente sobre el uso de dispositivos electrónicos e interferencias en aeronaves.
Sorpresa: no encontraron problemas con ordenadores y otros dispositivos electrónicos en las fases más criticas del vuelo. Es decir, en los despegues y aterrizajes, así como otras fases que son vitales para que el vuelo se produzca con naturalidad. Además, la Comisión Federal de Comunicaciones estadounidense reservó anchos de banda de frecuencia para distintos usos, como sistemas de comunicación y navegación, para que no se realizaran estas interferencias.
No faltan ejemplos. Por ejemplo, la Comisión Europea permitió a las aerolíneas hace años para que no solo los usuarios pudiéramos encender los teléfonos móviles en los aviones, sino ofrecer servicios de conexión a Internet inalámbrico, mediante WiFi ya presente en prácticamente todas las compañías. Dependiendo de la aerolínea, el servicio puede ser de pago o no.
Lo mismo ocurre con las compañías telefónicas, que han criticado cómo estas decisiones provienen de un contexto histórico ya obsoleto. Gracias a los avances tecnológicos actuales, debería ser posible hacer uso de redes móviles en todo momento, incluso en dichas fases críticas del vuelo.
Por otra parte, aerolíneas de todo el mundo están implementado distintos tipos de tecnología para que se puedan recoger señales de los smartphones del avión y redirigirlas, para evitar en todo momento las interferencias. Pero entonces ¿qué está ocurriendo?
¿Tiene la culpa el 5G?
Hay que entender que las redes de telecomunicaciones que usamos hacen uso de las llamadas, valga la redundancia, torres de comunicaciones. Unas torres que no cuentan con capacidad ilimitada, ya que dispensan conexión a una gran cantidad de usuarios en un área en concreto. Permitir que los pasajeros de vuelos usen estas conexiones podrían dar lugar a sobrecargas en dichas torres y por ende provocar fallos en telecomunicaciones.
Según Statista, en 2021 el tráfico aéreo de pasajeros en España se situó, para finales de dicho año, en 120 millones. En cuanto a niveles internacionales, la cifra ascendió a 2.300 millones de pasajeros, y hablamos de que fueron cifras significativamente bajas respecto a los números que se manejaban antes de la pandemia, en 2019.
A esto se le suman las redes 5G. Lejos de teorías conspiranoicas sin valor, las redes inalámbricas han generado que voces dentro de la industria expresen su preocupación al respecto, ya que el espectro de ancho de banda en el que se maneja el 5G está muy cerca del espectro de ancho que se reserva para la aviación. Esto nos devuelve a la casilla de salida, ante la posibilidad de causar interferencias con los sistemas de navegación de los aeropuertos que asisten a los pilotos en tareas como los aterrizajes.
El componente social
Por último, hay otro detalle. Es cierto que realizar llamadas a muchísima altura puede ser todo un engorro, sobre todo por otros factores, como el taponamiento de oídos o el ruido que genera el avión. Pero eso no evitaría que muchos pasajeros hicieran uso de sus conexiones de datos para realizar llamadas o videollamadas, algo que se ha vuelto común debido a los entresijos del teletrabajo.
Esto, por supuesto, es un problema para el personal de la aeronave, que tiene que seguir unas pautas muy específicas que requieren, en general, la atención del resto de pasajeros. Desde preguntarles qué quieren para comer hasta explicarles las medidas de seguridad más relevantes previas al despegue, de base es complicado realizar esta tarea para vuelos grandes. Imaginemos si la mayoría de esas personas estuvieran hablando por teléfono.
Todo esto nos lleva al hecho de que el modo avión se sigue instaurando por diversos motivos; vestigios de una época pasada marcada por el auge de los teléfonos, los temores ante la sobresaturación de los sistemas de telecomunicaciones terrestres y el miedo a que las tecnologías 5G puedan causar problemas en los sistemas ya afianzados de comunicación en aviación. Por lo tanto, quizás tengamos que esperar un poco más para no tener que poner el modo avión en nuestro teléfono al despegar.