Por qué un avispero de drones sería la mejor defensa de Taiwán ante un repentino ataque chino
Enjambres masivos de sistemas aéreos no tripulados podrían confundir a los radares chinos, una de las escasas opciones de victoria en caso de invasión.
6 agosto, 2022 01:12La gira asiática de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, ha sido decisiva para la puesta en marcha de unas maniobras militares chinas que pueden desembocar en un conflicto abierto de imprevisibles consecuencias. Mientras desde España seguíamos la ruta del avión de Pelosi a través de la web FlightRadar24, en Taiwán ya se preparaban para una inminente invasión de China, que busca reunificar su país y neutralizar la influencia estadounidense cercana a su territorio. Según analistas estadounidenses, una de las escasas opciones para una victoria taiwanesa sería la utilización de enjambres masivos de drones que podrían saturar y confundir los equipos del ejército chino.
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Mientras en el estrecho de Taiwán se concentran las más modernas y letales piezas del arsenal chino, como el superdestructor Nanchang, el buque de guerra más poderoso del mundo, en el Pentágono tratan de diseñar la mejor estrategia para defender sus intereses y la independencia de Taipéi. No será fácil. El ex vicesecretario de Defensa estadounidense, Bob Work, reconoció públicamente el año pasado la necesidad de un nuevo tipo de estrategia, ya que en las simulaciones de invasión de Taiwán, EEUU ha perdido frente a China con un resultado de 18-0.
El problema principal radica en que, si finalmente China ataca la isla de manera repentina, el margen de maniobra para contraatacar es muy escaso. "Las fuerzas estadounidenses y aliadas podrían tener entre una semana y 10 días para derrotar esta invasión o aceptarla como un hecho consumado", señaló en mayo David Ochmanek, investigador de defensa del think tank RAND Corporation.
Cómo funcionan
La mejor respuesta posible podría estar en la capacidad tanto defensiva como ofensiva de los drones que, como se está pudiendo comprobar en la guerra entre Rusia y Ucrania, es cada vez más importante en todo tipo de operaciones. Lo que sólo se ha usado una vez en combate, en una operación israelí para acabar con terroristas de Hamás, son los enjambres masivos de drones, que tienen el potencial de poner en aprietos incluso a una superpotencia militar como China.
Un documento de las Fuerzas Aéreas de EEUU define los enjambres de drones como "un grupo de sUAS (pequeños sistemas aéreos autónomos no tripulados) en red que operan de forma colaborativa para alcanzar objetivos comunes con un operador presente o remoto". Aquí la clave está en la coordinación, lo que diferencia un enjambre del empleo del uso de drones en masa. Si el primero se basa en la interconexión y el intercambio constante de datos, el segundo implica que cada dispositivo se controla por separado, aunque compartan un objetivo común.
De hecho, el sistema no es tan diferente al que se utiliza, por ejemplo, en los espectáculos de drones que también se realizan en España, aunque implica una complejidad mucho mayor.
No existe un número mínimo o máximo a la hora de considerar un enjambre de drones, pero se suele partir de decenas de unidades y, al menos sobre el papel, se puede llegar a miles, dependiendo de su tipo y tamaño. Lo verdaderamente importante es que puedan compartir la información de sus sensores y tomen decisiones conjuntas impulsadas por una inteligencia artificial, una "mente de colmena" que les permite funcionar y reaccionar eficazmente. Así, los drones se autocoordinan y se adaptan a la batalla de manera dinámica, realizando maniobras contraintuitivas para eludir las defensas rivales.
De hecho, en un mismo enjambre puede haber drones con distintas tareas: algunos podrían utilizar sus sensores para localizar y rastrear objetivos, otros llevarían a cabo tareas de interferencia y guerra electrónica, mientras una tercera categoría, dotada de armamento, sería la encargada de enfrentarse a las fuerzas hostiles. De momento es una táctica y una tecnología que varios países, entre ellos Israel, EEUU, Rusia, Reino Unido y China, llevan años estudiando su posible efectividad en combate.
En un despliegue similar se basaron los simulacros realizados en 2020 de manera conjunta entre la Oficina de Capacidad de Integración de la Guerra de las Fuerzas Aéreas (AFWIC) estadounidenses y RAND Corporation. La gran baza para derrotar al Ejército Popular de Liberación chino, según los resultados obtenidos, es el empleo de enjambres de drones de bajo coste que utilizan una red distribuida de intercambio de datos en malla para mapear todo el 'teatro de operaciones'.
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Para ello, emplean láseres que se encargan de transmitir la información entre los drones, lo que permite que el enjambre sea autónomo y comparta datos de vuelo y de objetivos de forma instantánea y constante. Así, los enjambres serían la manera más efectiva de eludir las capacidades de denegación de área que China puede desplegar para disuadir o repeler una intervención estadounidense. Y no es poca cosa: misiles balísticos y de crucero, armas antisatélite, redes de defensa aérea integradas y aviones de combate de quinta generación, como el 'caza invisible' J-20, son las grandes bazas de China.
El propio David Ochmanek describió en una reciente charla online la manera en que los enjambres de drones de usar y tirar podrían ser decisivos para cambiar las tornas a favor de EEUU y Taiwán. Su apuesta pasa por que los drones formen una pantalla que hagan las veces de señuelo para camuflar cazas sigilosos como el F-35 y el F-22 y que estos puedan atacar buques de guerra, aviones y baterías de misiles chinos antes de ser detectados.
El enjambre serviría también para aumentar la capacidad de los sensores de los aviones y, por tanto, incrementar drásticamente su conocimiento de la situación y su capacidad de adquisición de objetivos. Además, una cantidad suficiente de drones inundaría los visores de radar chinos con demasiados objetivos, obligando a desperdiciar misiles y otros recursos defensivos en los señuelos en lugar de en los sistemas tripulados.
Últimas pruebas
Hace sólo unas semanas, la Royal Air Force británica reveló algo de información sobre sus últimos experimentos con enjambres de drones. La conclusión es que, efectivamente, un número suficiente de dispositivos autónomos serían capaces de superar las defensas del enemigo. Además, frente a otros sistemas aún por desarrollar, esta estrategia estaría lista para entrar en acción en caso de ser necesario, según David Richards, jefe del Estado Mayor del Reino Unido.
El 216 Escuadrón de Pruebas y Evaluación de la RAF y la Oficina de Capacidades Rápidas de las fuerzas aéreas británicas han puesto a prueba cinco tipos de drones en 13 ensayos distintos en los últimos tres años. Las pruebas, aseguran, han aportado suficiente información para que el servicio considere que su actual flota de drones tiene "capacidad operativa útil y relevante". Eso sí, no han revelado más datos sobre qué tipo de drones se utilizarían en los enjambres ni cuántos serían necesarios para hacer frente a un enemigo tan temible como China.
Hasta ahora, uno de los pocos enjambres de drones militares que se ha podido ver en pleno despliegue es el de los Perdix del ejército estadounidense. En unas maniobras que tuvieron lugar en 2016, más de 100 de estos microdrones de la longitud aproximada de una mano fueron lanzados desde tres F-18 sobre la Estación de Armas Aéreas Navales de China Lake, en California. Su tamaño y capacidades los hacen adecuados para realizar todo tipo de misiones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento.
En 2020 también se pusieron a prueba las capacidades de los Gremlin, drones más grandes y potentes, lanzados en pleno vuelo en enjambres de entre 4 y 16 unidades, que sirven para ampliar y mejorar la potencia de los sensores de los cazas de combate. Su particularidad es que, una vez realizada su misión, también pueden ser recogidos en el aire.
Los últimos experimentos se han realizado en mayo de este mismo año en Utah. Allí, un solo operador pudo controlar un enjambre de 28 drones Altius 600 lanzados desde aviones y desde tierra, mientras localizaban y destruían posiciones enemigas simuladas. El ejercicio consiguió que el enjambre volara hasta lo más profundo del territorio enemigo para recopilar información sobre la zona de aterrizaje prevista para una misión de asalto aéreo con helicóptero. Mediante cámaras, sensores infrarrojos e instrumentos de guerra electrónica, los drones lograron sus objetivos, lo que augura un futuro cercano en el que estos dispositivos sean un elemento crucial en el campo de batalla.
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