Así es Milo, el primer robot con emociones que interactúa con el autismo y que ya está en Cartagena
La Universidad Politécnica ha adquirido el primer modelo que hay en España del humanoide diseñado por la empresa americana RoboKind.
13 julio, 2022 18:42Tiene rostro humano y una carcasa con aspecto de juguete porque solo mide 60 centímetros, pero es capaz de 'menear el esqueleto', hablar con fluidez y lo más importante: puede expresar emociones, como sonreír, fruncir el ceño, hacer una mueca o poner cara de sorpresa. Su nombre es Milo y es el primer robot humanoide con gesticulación facial que ha llegado a España, diseñado específicamente para trabajar el autismo. La Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) ha adquirido este modelo -único en todo el país- a la empresa RoboKind, con el objetivo de mejorar la socialización y comunicación de niños con trastorno del espectro autista.
El catedrático José Manuel Ferrández, del área de Arquitectura y Tecnología de Computadores, confirma en exclusiva a EL ESPAÑOL que la UPCT ha comprado por más de 16.000 euros este robot de inteligencia artificial: "Hablé con el CEO de RoboKind y firmamos un convenio de colaboración porque esta empresa norteamericana no comercializa unidades sueltas y solo trabaja con centros educativos, pero les gustó nuestro proyecto de investigación porque tiene en cuenta el estado emocional de los niños".
Milo está programado con 200 lecciones psicoeducativas para que los centros de enseñanza de Estados Unidos puedan utilizarlo en las aulas para trabajar con alumnos con TEA. La Universidad Politécnica de Cartagena ha adquirido el robot humanoide "vacío" para programarlo con el protocolo Pivotal Response Treatment porque es el que utilizan con el robot Pepper, dentro del proyecto de investigación con niños autistas que esta institución viene desarrollando bajo el nombre Ethereal: 'Interacción Humano-Robot para intervenciones psicoeducativas emocionales'.
El proyecto Ethereal, financiado con 300.000 euros del Ministerio de Ciencia, emplea sensores de señales fisiológicas y técnicas de inteligencia artificial para enseñar a niños con trastorno del espectro autista lo que significan las diferentes expresiones y emociones. El problema es que el robot Pepper tiene sus limitaciones. "Carece de gestos, solo cuenta con una pantalla en el pecho donde aparece un smiley: una cara sonriente, el pulgar hacia arriba...", según admite el catedrático. "Y nos planteamos llamar a los americanos para hacer una colaboración".
El equipo de ocho investigadores del proyecto estaba ilusionado con las posibilidades que ofrecían las características técnicas de Milo para interactuar con los niños autistas: incorpora músculos faciales para hablar y expresar emociones y dispone de sensores que detectan el tacto y el movimiento. Además, este robot humanoide cuenta con una cámara HD para ver y grabar a personas, objetos, movimientos, expresiones y gestos, así como con un micrófono y altavoces para escuchar, grabar y reproducir conversaciones y sonidos. También mueve la cabeza, los brazos y camina.
"No queríamos las 200 lecciones que lleva Milo porque nuestro protocolo Pivotal Response Treatment mejora mucho la propuesta de los americanos porque la suya va a piñón fijo, y en cambio, nosotros le ponemos una pulsera al niño y tenemos una cámara mirando su cara, de manera que sabemos en todo momento si está prestando atención a lo que dice el robot y conocemos su estado emocional", según explica de forma didáctica José Manuel Ferrández.
De forma que el modelo de RoboKind ha llegado a Cartagena sin programar, con el objetivo de incorporar a Milo el mismo protocolo que se utiliza con Pepper y así poder comparar los resultados que se obtengan con ambos robots. "Vamos a hacer dos tratamientos, unos niños con 'Pepper', y otros con 'Milo', de forma que veremos si mejoran más los que tratan con Milo porque tiene gestos en la cara y es más empático, frente a Pepper que es más estático y cuyos gestos aparecen en una tablet que tiene en el pecho".
El equipo del investigador José Manuel Ferrández está buscando a un total de 20 voluntarios: niños de 3 a 8 años, con un nivel bajo de trastorno del espectro autista (benedicto.gema@gmail.com). Las sesiones se desarrollarán en la Universidad Miguel Hernández de Elche en un laboratorio muy particular, ya que recrea una plaza, con la cafetería de la Terracita de Lola Catalá, detrás de cuyos cristales se encuentra la habitación de control, donde los padres pueden seguir el desarrollo de cada una de las actividades de los menores con Milo o Pepper.
"Las sesiones serán una vez a la semana, gratuitas para los voluntarios, y se prolongarán durante cuatro meses", según avanza el catedrático a EL ESPAÑOL. "Entonces comprobaremos si verdaderamente, un robot que tiene gestos en la cara, mejora la adaptación y la socialización de un niño con trastorno del espectro autista (TEA)".
El motor del proyecto Ethereal son los robots porque permiten una interacción social sencilla y predecible, lo que reduce el estrés y la presión que sufren los niños con TEA. En la politécnica esperan dar un salto en sus investigaciones con Milo: el modelo de RoboKind, diseñado con la ayuda de expertos en autismo como un terapeuta humanoide, capaz de enseñar a los chiquillos qué son y qué significan sus expresiones faciales, mejorando su comportamiento y respuestas sociales.
"El robot no irá a piñón fijo, mientras hace el tratamiento con los niños está estudiando su estado emocional y si se estresan, Milo se detiene y les empieza a cantar o a jugar con ellos", según detalla el investigador, al tiempo que agradece la labor desarrollada por Apliquem Microones para importar el humanoide desde Estados Unidos.
- ¿Colaboran con más universidades en este proyecto?
- José Manuel Ferrández: El proyecto Ethereal es multidisciplinar. La Universidad de Albacete trabaja en trastornos de conducta, como la esquizofrenia, mediante el uso de avatares. Y la Universidad Politécnica de Cartagena se centra en niños con TEA, utilizando robots. En definitiva, se trata de utilizar la robótica emocional y la inteligencia artificial para mejorar las capacidades cognitivas y conductuales de las personas que tienen determinados trastornos cognitivos.
- ¿Cómo será la dinámica de las sesiones de tratamiento de los niños con el robot Milo?
- José Manuel Ferrández: En septiembre empezaremos a programar a Milo porque lo acabamos de recibir. La primera semana es de introducción y juegos para familiarizarse con el robot, estableciendo un lazo con el niño para que sienta que está con un amigo. En la segunda semana hacen puzles. En cada sesión se trabaja un tema y se hacen una serie de terapias y actividades distintas que suponen un reto para los niños: comunicarse, hacer manualidades, establecer contacto con el terapeuta…
El protocolo Pivotal Response Treatment no consiste en hacer una terapia con un psicólogo. Trabajamos con niños, de 3 a 8 años, por eso les proponemos juegos como hacer pirámides de cubos. La idea es que comuniquen al terapeuta si algo les gusta o no les gusta, si son capaces de hacerlo, si se encuentran a gusto, estresados, si enlazan con la tarea o se desentienden...
- ¿Qué espera de Milo?
- José Manuel Ferrández: Que a los niños les guste el robot, que se impliquen y mejoren porque lo verán como un juguete. Esperamos una ligera mejoría en socialización y comunicación. Por ejemplo, que un niño que no expresa nada sea capaz de decirle a sus padres que está contento, que se comunique o que no se aísle.