La metalurgia de Azovstal, el símbolo de resistencia de Mariúpol, ha caído en manos rusas. La casi infinita variedad de armamento con la que cuenta el ejército de Vladímir Putin deja novedades diarias sobre el empleo de una nueva munición en su fijación de invasión en Ucrania. La última que se ha conocido es el mortero guiado por láser más grande del mundo, un sistema con una capacidad de ataque sin rival si se compara con los que tienen España u otros miembros de la OTAN.
La acería ha sido uno de los emplazamientos donde el Kremlin está poniendo más empeño en derrotar. Casi al mismo tiempo que los ucranianos celebraban la victoria en el certamen musical de Eurovisión, los rusos bombardearon la zona con fósforo blanco, un arma que crea una intensa nube de humo a más de 2.000 grados centígrados. Sin embargo, la otra joya armamentística rusa ha sido el obús más grande del mundo.
Este arma tan particular es el 2S4 Tulipán, que ha aparecido en redes sociales disparando en las cercanías del complejo metalúrgico. Para ello emplea un cañón de 240 milímetros de calibre que ha sido acoplado a una plataforma blindada que le permite gozar de una gran movilidad.
El Tulipán emplea un sistema de lanzamiento más verticalizado y un cañón notablemente más largo si se compara con los obuses. Destaca por la unión entre el chasis y el sistema de lanzamiento se lleva a cabo en la parte trasera del vehículo, en lugar de la más centrada presente en los obuses autopropulsados.
El Tulipán, una bestia
Las necesidades de renovación armamentística de la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial pasaron por el desarrollo de dos nuevos sistemas de morteros pesados. El primero de ellos con de un calibre de 160 milímetros y el segundo —el Tulipán— de 240 milímetros. Pronto, los ingenieros de la oficina de diseño SKB se dieron cuenta de la dificultad que tendrían ambas armas para su despliegue en el campo de batalla debido principalmente al peso.
Contar con morteros pesados en remolques tirados por un vehículo blindado no era la mejor fórmula debido a la complejidad que suponía y los problemas de movilidad que podían sufrir. Por ello decidieron montar estos sistemas en vehículos, integrándolos con plataformas ya probadas como el GM-123 impulsado por orugas y que sirve de chasis para una amplísima gama de carros de combate y vehículos blindados militares.
En servicio desde principios de los 70, el resultado fue mortero autopropulsado que cuenta con un cañón M-240 en la parte trasera. Para llevar a cabo los disparos, el cañón del mortero se despliega desde la parte trasera del vehículo poniéndose en posición casi vertical.
El proyectil original del Tulipán consistía en uno sin sistema de guiado con un peso total de 130 kilogramos, de los cuales 32 se correspondían con la carga explosiva; permitiendo un radio de acción desde los 800 metros a los casi 10 kilómetros. Posteriormente, se desarrolló un mortero con un sistema de propulsión asistido por cohetes capaz de acarrear un proyectil explosivo de 228 kilogramos a una distancia de hasta 18 kilómetros. Y más tarde se introdujo munición guiada.
El sistema de recarga automática va alimentando el disparadero con dos cargadores tipo tampbor, que pueden contener hasta 40 proyectiles de alto explosivo o 20 asistidos por cohetes de más largo alcance. La lentitud con el que realiza su trabajo —por el peso— del al Tulipán con una discreta tasa de disparo de tan solo un lanzamiento por minuto, que se complementa con una potencia de explosión como muy pocos morteros de su clase pueden conseguir.
El motor del mortero autopropulsado es un 12 cilindros dispuestos en V alimentado por combustible diésel y capaz de desarrollar una potencia de 520 caballos, que le confieren una velocidad máxima de 60 kilómetros por hora y una autonomía de 420 kilómetros. También es el encargado de mover las 30 toneladas que pesa con una longitud de 8,5 metros y una tripulación compuesta por 5 personas.
Guiado por láser
En los 50 años que lleva en servicio, el Tulipán ha hecho acto de presencia en un número muy importante de conflictos armados internacionales. Por ejemplo, en Chechenia o en Afganistán, donde Rusia probó con un nueva munición con guiado por láser.
El Smel'chak (algo así como Temerario, en castellano) es una munición con un sistema de guía por láser que se probó satisfactoriamente en esas dos guerras. Un proyectil de esta clase es también el protagonista de la fotografía que se ha publicado en redes sociales donde se puede ver el anillo de fuego que provoca su lanzamiento milésimas de segundo después de su salida del cañón.
El Tulipán también fue concebido como sistema de lanzamiento de armamento nuclear táctico. Prácticamente al mismo tiempo de su desarrollo, la Unión Soviética diseñó un proyectil nuclear de aproximadamente 2 kilotones compatible con el cañón de 240 milímetros del mortero.
Pero Moscú no quiso quedarse estancado y poco después acopló un sistema de propulsión extra mediante un cohete. Los detalles del proyectil nuclear no se han revelado y algunos reportes apuntan a que, probablemente, fuese desechado poco tiempo después. Como tampoco se conoce el número exacto de morteros Tulipán en activo dentro del ejército actualmente.
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