Pasar 7, 10 o incluso 14 horas dentro de un avión no es algo realmente extraño cuando se unen dos países lejanos o se atraviese un gran océano como el Pacífico. Desde España, por ejemplo, se tardan aproximadamente 11 horas en llegar a México y son vuelos tan cotidianos que incluso tienen varias frecuencias al día. Pero las aerolíneas quieren exprimir todavía más las aeronaves con vuelos directos con trayectos de incluso 20 horas.
Para conseguirlo, la aerolínea australiana Qantas ha retomado el Project Sunrise (Proyecto Amanecer) que tuvo que aparcar debido a la pandemia. Con este programa de vuelos, la compañía aérea busca unir Sídney con Londres en 20 horas y con Nueva York en 19 horas; en lo que serán las conexiones regulares más largas del mundo.
Qantas ya realizó algunos vuelos experimentales a finales de 2019 con un Boeing 787 especialmente adaptado para la ocasión. En su interior, viajaron unas cuantas personas acompañadas por un equipo médico que medía el estado físico y psíquico durante las 20 horas consecutivas de vuelo. Ahora, la aerolínea ha anunciado la adquisición de 12 aviones Airbus A350-1000 que pretenden cubrir estas rutas a partir de finales del 2025.
"Finalmente, estamos viendo una recuperación sostenida en la demanda de viajes", comentó el director ejecutivo de Qantas Alan Joyce. Quien comentó que este tipo de vuelos son "la solución final para la tiranía de la distancia" que, por el momento, limita realizar sin escalas estos vuelos.
Con dos motores
Las grandes apuestas tanto de aerolíneas como de fabricantes de aviones para estos vuelos de ultralargo radio pasan por el empleo de aviones bimotores de nueva generación. Fabricados con materiales compuestos muy ligeros, emplean motores tan eficientes que consiguen unas autonomías por encima incluso que algunos cuatrimotores.
Hace ya algunas décadas, las limitaciones técnicas —por el simple hecho de tener menos motores— relegaban a los bimotores a rutas de corto y medio radio. Dejando a los modelos más grandes las conexiones transoceánicas. Con el desarrollo de nuevos aviones, también se fueron actualizando las normativas y poco a poco los bimotores consiguieron permisos para ir alejándose cada vez más de un aeropuerto alternativo.
Si hace no mucho un avión bimotor podía alejarse 180 minutos de un aeródromo donde poder aterrizar en caso de que un motor —o cualquier otro sistema— fallase, el A350 de Qantas puede llegar hasta los 370 minutos. Es decir, puede volar a 6 horas y 10 minutos de distancia de uno de esos aeropuertos alternativos.
Esta nueva certificación ETOPS, como así se llama la normativa, es una restricción muy leve que le permite volar prácticamente cualquier ruta en el planeta. Solo que con un par de motores que consumen notablemente menos que un cuatrimotor equivalente.
Combustible extra
Con el problema del número de motores resuelto, la ficha técnica oficial del Airbus A350-1000 que ha comprado la aerolínea australiana arroja un alcance de 14.800 kilómetros. Insuficiente para cubrir las rutas a Nueva York (16.000 kilómetros) y Londres (17.000 kilómetros) desde Sídney.
Para ello, Airbus añadirá un depósito de queroseno extra de 20.000 litros situado entre las alas de la aeronave e incrementando así hasta los 18.000 kilómetros la autonomía. También ayuda que Qantas no llenará de viajeros la cabina del pasaje restringiendo el número de asientos a 238, menos de la mitad del máximo de 550 que puede llevar el avión.
No llenar el avión de gente —con sus respectivos equipajes— deja un margen amplísimo para cargar más combustible y añadir tanques extra a la configuración base. Esta estrategia ya se emplea desde hace décadas para las versiones de aviones de más largo radio o variantes como el Boeing 777-200LR (Long Range, Largo Radio) que no es más que una modificación del 777-200 de base que tiene 17.000 kilómetros de alcance pero cuya tecnología data de los años 80.
De literas a zona de niños
Otro de los puntos más importantes es la adaptación de la cabina de pasajeros. El vuelo de prueba de Project Sunrise con médicos y demás personal a bordo tan solo fue un espejismo que no se llevará a cabo en los primeros saltos comerciales.
En 2018, cuando el programa arrancó, Qantas tenía en mente proporcionar una amplísima carta de servicios a bordo para mitigar las 20 horas de vuelo. Por ejemplo, "consideraron incorporar literas, zonas para el cuidado de niños e incluso un lugar para hacer ejercicio en el avión", tal y como recoge Bloomberg.
La aerolínea ha pensado un total de 4 clases de asientos y servicios dentro del avión: primera, business, premium economy y turista. Los afortunados que compren un boleto para primera o clase ejecutiva tendrán asientos reclinables que se convierten en camas. E incluso en algunos casos contarán con pequeños apartamentos privados dentro del avión.
En cambio, los que viajen en clase turista recibirán una experiencia más parecida a la de cualquier aerolínea de cualquier vuelo. Eso sí, según Joyce, tendrán 5 centímetros más de espacio para las piernas que en un avión equivalente de largo radio.
Por el momento, y dado que todavía quedan 3 años para recibir la primera aeronave, no se conocen muchos más detalles de la cabina interior. Tan solo que tendrán una "zona de bienestar" en medio del avión donde los pasajeros podrán estirarse o tomar un descanso.
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