Lo que parecía un contenedor abandonado por el ejército ruso a las afueras de Kiev, terminó siendo una de las capturas más importantes de los ucranianos en lo que va de guerra. A punto de cumplir un mes desde el comienzo de la invasión, los ucranianos han recibido ayuda de países de la OTAN como lanzagranadas de España, misiles antitanque británicos y se espera que muy pronto refuerzos del escudo aéreo soviético S-300 por parte de Eslovaquia. Pero nada similar a sistemas de guerra electrónica.
Los últimos reportes que llegan desde el país de Volodímir Zelenski apuntan a que las fuerzas armadas de Ucrania se han encontrado un puesto de mando del sistema de guerra electrónica más potente que sirve en Rusia. Se trata del Krasukha-4, también conocido como 1RL257, que en su versión completa se compone de un par de vehículos basados en camiones todoterreno Kamaz, según recoge The War Zone.
Uno de esos camiones —el que han capturado los ucranianos— se emplea para llevar el puesto de mando mientras que la otra unidad del binomio es la que acarrea el sistema de guerra electrónica propiamente dicho con antenas y emisores de radiación. Por el momento, tan solo se ha reportado el encuentro de esa unidad y nada se sabe del acompañamiento.
Guerra electrónica rusa
El comienzo del desarrollo del sistema Krasukha (Belladona, en su traducción al español) se remonta poco después de la finalización de la era soviética. Esos años 90 en los que Rusia inició varios programas de renovación y actualización de algunas armas militares como los escudos antiaéreos o los misiles Iskander que están empleando actualmente para bombardear ciudades ucranianas.
En aquel tiempo, el espionaje satelital ya había tomado un papel relevante dentro de los servicios de inteligencia, los radares embarcados en aviones eran cada vez más avanzados y los sensores captaban imágenes mayor calidad. Para terminar con todo eso, y para unas cuantas cosas más, se creó el Krasukha-4. Retrasos y complicaciones mediante, el sistema no pudo comenzar a fabricarse en serie hasta el 2010 y comenzar su vida operativa un año después.
La tarea que tiene asignado este sistema de guerra electrónica no es otra que interferir en las señales de satélites y de otras plataformas de vigilancia aérea para esconder de miradas indiscretas bases militares. Lo consigue "a través de la supresión electrónica de los sistemas de radar aéreo y espaciales", tal y como comentaron oficiales militares durante la presentación del arma en 2015.
El funcionamiento consiste en emitir radiación electromagnética a través de sus antenas que consiga cegar a los sensores enemigos. El Krasukha-4 puede detectar y bloquear radares de vigilancia, sensores electroópticos aerotransportados, buscadores de radar activos y los altímetros que se instalan en los misiles.
Asimismo, la cobertura del sistema de guerra electrónica ruso puede interferir en satélites espías situados en la órbita baja de la Tierra impidiendo que tomen datos o imágenes del área en la que está actuando. También existen algunos reportes que indican la capacidad de dañar permanentemente algunos equipos de guerra electrónica y de comunicaciones.
No se conoce el número de Krasukha-4 que tiene Rusia operativos ni mucho menos los que están en Ucrania o en la frontera. Lo que sí está claro es que este tipo de sistema es una traba importante para los aviones de espionaje que tanto la OTAN en general como Estados Unidos en particular tiene desplegados en los países limítrofes. Así como los numerosos drones que se pudieron ver sobrevolando en los cielos ucranianos antes de que comenzara la invasión.
Paraguas de 300 km
Citando fuentes militares que preferían mantenerse en el anonimato, la agencia Interfax informó en mayo de 2015 que el Krasukha-4 se estaba utilizando con éxito contra los satélites de reconocimiento de radar de Estados Unidos de tipo Lacrosse, una constelación de satélites espía lanzados por los norteamericanos desde los 80. "Principalmente estaban destinados a observar lo lugares de despliegue de los misiles balísticos intercontinentales en los completos de Topol y Yars".
Según algunas especificaciones publicadas —al fin y al cabo los detalles se guardan con secreto— el Krasukha-4 puede crear una cobertura de entre 150 y 300 kilómetros de diámetro contra radares. Mientras que este número se reduciría hasta a entre 15 y 25 kilómetros contra satélites espía.
Una de las particularidades que potencian su capacidad es la movilidad. Al ir instalados en cambiones todoterreno, pueden acompañar a sistemas de defensa aérea o a convoyes donde traslade material militar delicado, como misiles intercontinentales u ojivas nucleares. Creando así un paraguas itinerante de guerra electrónica.
Al igual que ocurrió con lo señuelos de los misiles Iskander, capturar equipamiento secreto enemigo para su posterior análisis puede arrojar luz y revelar información clave para la creación de contramedidas. Aunque se trate del puesto de mando del Krasukha-4, seguro que tanto la propia Ucrania como los aliados dan buena cuenta de los documentos capturados y de los equipos instalados en el contenedor.
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