La higiene en la Estación Espacial Internacional es uno de los temas más importantes. Convivir encapsulado con personas desconocidas puede convertirse en un auténtico infierno si el resto de necesidades personales no se ve completamente cubiertas. Justo por eso, desde la Agencia Espacial Europea (ESA), en la que participa España, están buscando nuevos astronautas con unas características muy especiales.
El asunto se recrudece cuando se trata de los trajes espaciales, que los astronautas deben compartir para realizar paseos espaciales y completar las diferentes tareas encomendadas en el exterior. También la ESA se encuentra inmersa en investigaciones científicas para que el uso de un mismo traje por varios astronautas sea lo más higiénico posible. O al menos más de lo que es ahora.
Apuntan a que en la era del Trasbordador Espacial de Estados Unidos cada astronauta contaba con su propio traje espacial, algo que no ocurre hoy en día. Actualmente se emplean varias piezas de diferente talla para ajustarse al tamaño de cada uno de ellos.
Una de las prendas que deben usar es la Liquid Cooling and Ventilation Garment (LCVG o Prenda de Ventilación y Refrigeración Líquida), que va justo en contacto con la piel del astronauta e incorpora una serie de tubos de enfriamiento y ventilación de gas. "Para mantener a su usuario fresco y cómodo durante el esfuerzo físico sostenido del trabajo en el vacío", apuntan desde la ESA.
Con los programas espaciales que vienen, como puede ser la próxima colonización lunar a través de Artemisa y gracias a la estación espacial Gateway, el uso y reuso de esta prenda se incrementará notablemente. Así que desde la agencia europea se han puesto manos a la obra con el proyecto Bacterma y están estudiando un recubrimiento biocida para que la LCVG consiga reducir la actividad microbiana.
"Ya estamos investigando materiales candidatos para las capas exteriores de los trajes espaciales", apunta Malgorzata Holynska, ingeniera de materiales de la ESA. Más a fondo, están examinando emplear pequeñas moléculas bactericidas que se puedan emplear en todas las partes textiles de los trajes, incluido la ropa interior de los astronautas.
Una de las alternativas planteadas era el uso de metales como la plata o el cobre, que combinados con el oxígeno y el agua consigue eliminar la actividad microbiana. "El problema es que en su uso prolongado puede provocar irritación de la piel, mientras que los metales mismos pueden deteriorarse con el tiempo", afirma Seda Özdemir-Fritz, quien participa en el proyecto Bacterma.
"Para ofrecer una alternativa, estamos colaborando con el Laboratorio Textil de Viena. Tienen acceso exclusivo a una colección bacteriográfica única. Estos microorganismos producen los denominados metabolitos secundarios", apunta Özdemir-Fritz. Algunos de estos compuestos presentan propiedades versátiles tales como antimicrobianos, antivirales y antifúngicos. "Puede sonar contradictorio deshacerse de los microbios utilizando productos de los microbios". Pero nada más lejos.
Todo tipo de organismos utilizan los metabolitos secundarios para protegerse de condiciones ambientales extremas. El proyecto consistirá en probar los diferentes textiles candidatos para determinar sus propiedades antimicrobianas y los expondrá a la transpiración y la radiación.
Otra de las condiciones en las que se realizarán pruebas pasa por someter a los tejidos a una mezcla que simule el polvo lunar. Esto último es uno de los retos que tienen que afrontar desde las diferentes agencias espaciales, que están acostumbrados a desarrollar trajes para el espacio exterior y no para unas condiciones tan complejas como las que se pueden dar en Marte.
"Las pruebas de radiación simularán el almacenamiento prolongado en el entorno del espacio profundo", ha comentado Malgorzata. "Se sabe que la radiación envejece y degrada los textiles de formas complejas".