El proyecto NewSpace anunciado por la Generalitat de Cataluña el año pasado comienza a tomar forma. El primer hito ocurrirá este mismo sábado día 20, cuando el primer nanosatélite de la constelación despegará desde un cosmódromo en Kazajistán. Los encargados de diseñar y desarrollar el satélite han sido la gente de Sateliot, con sede en Barcelona, que ha recurrido a empresas de varias partes de España para llevar a cabo su objetivo.
El nombre elegido para el primer nanosatélite es 3B5G, una denominación técnica que la Generalitat ha considerado rebautizar como Enxaneta. Término que hace referencia a la persona que se coloca en la posición más alta de un casteller y que si todo sale según lo previsto llegará a su órbita ese mismo día pocos minutos después del lanzamiento.
El proyecto de Sateliot es mucho más ambicioso que un único nanosatélite. Pretenden contar con una constelación completa consistente en 100 unidades para el año 2025 con una hoja de ruta muy marcada que hará que terminen el año 2022 con 16 de ellos. Pero comencemos por el principio.
Lanzando un nanosatélite
Los nanosatélites nacieron como respuesta a las necesidades de las empresas de acceder al espacio. En lugar de los grandes, pesados y costosos satélites geoestacionarios -los más comunes-, este formato 'nano' permite poner en órbita un dispositivo por relativamente poco dinero.
Dentro de los nanosatélites, uno de los estándares que más éxito ha cosechado en los últimos años es el Cubesat. Algo así como diseñar una pieza de Lego compuesta por cubos de 10 x 10 x 10 centímetros. A partir de ese cubo elemento, las empresas diseñan sus nanosatélites a la carta.
"Nuestro nanosatélite tiene unas dimensiones similares a las de un microondas", ha contado Jaume Sanpera, CEO de Sateliot. Con un peso que ronda los 10 kilogramos por satélite. Muy poco peso que se traduce en una factura de lanzamiento menos abultada. "Algo importante si tenemos en cuenta que lanzar un solo kilo puede tener un coste de 50.000 euros".
El lanzamiento se llevará a cabo desde el cosmódromo Baikonur (Kazajistán), una instalación construida por la Unión Soviética en los años 50 y que ha sido testigo de numerosos despegues de misiones tan emblemáticas como el Soyuz 1, el primer satélite artificial lanzado de la historia.
Allí, pasados siete minutos y doce segundos de las siete de la mañana del sábado despegará el primer nanosatélite de Sateliot rumbo a una órbita polar baja situada a 500 kilómetros de altura. El encargado de coordinar la maniobra de puesta en órbita del Enxaneta es GK Launch, quien ha puesto al servicio de Sateliot una plaza en el Soyuz-2.
El cohete ruso
En particular, el modelo que usará Sateliot será el Soyuz-2.1A que lleva realizando lanzamientos desde 2011 con excelentes resultados siendo exitosas 47 de las 50 misiones. Se trata de una versión mejorada y actualizada del Soyuz-2 con una capacidad de carga de 4.800 kilogramos a una órbita polar baja, una masa al despegue que puede superar las 300 toneladas, 46 metros de alto y 2,95 de diámetro.
Dentro del Soyuz-2 viajarán más de 30 satélites además del creado por Sateliot. Según han informado, habrá un satélite de observación de la Tierra de Corea del Sur y "una treintena más de todo tipo de misiones". El lanzador irá dejando a cada uno de los dispositivos donde le corresponde, en el caso del Enxaneta a los 500 kilómetros de la superficie.
"Nuestro satélite está dentro de una caja denominada deployer [desplegador] que abrirá unas compuertas en el momento justo. Nuestro satélite comenzará a dar vueltas y se autoposicionará", ha indicado Sanpera. El satélite entonces comenzará con la secuencia de encendido de cada uno de sus componentes y reportará su estado cada 90 minutos al pasar por una estación de comunicación situada en el Polo Norte. A partir de este momento y si todo va según lo planeado, el Sateliot 3B5G comenzará a realizar las pruebas de radio como satélite piloto.
La órbita diseñada por Sateliot permite que el satélite pase por cualquier punto de la Tierra un par de veces al día a una velocidad de 27.000 kilómetros por hora. "Este primer satélite va a realizar, por primera vez en el mundo, conexiones satélite-tierra bajo un protocolo 5G", ha contado Jaume Sanpera.
Tras el lanzamiento de este sábado, el siguiente hito de la compañía vendrá a finales de este mismo 2021 cuando planean lanzar un segundo nanosatélite piloto con una tecnología que se asemeje más a los dispositivos finales. El tercer lanzamiento piloto programado se llevará a cabo en algún momento del primer trimestre de 2022 y, a partir de ese momento, se lanzarán dos tandas de 8 satélites funcionales para tener los 16 prometidos para comenzar a ofrecer servicio.
En cuanto a los siguientes lanzamientos, la compañía asegura que no siempre serán a través de GK Launch, pudiendo contratar a otras compañías como SpaceX. Dependerá de la organización de calendarios entre ambas partes. "Todavía no hemos cerrado el despliegue, pero sí hemos tenido contactos con lanzadores europeos y americanos".
Tecnología española
Sateliot es la compañía que explotará la infraestructura de la constelación, pero la tecnología que hay detrás de cada satélite proviene de otras empresas. La primera a la que Sanpera ha hecho referencia es Open Cosmos -compañía angloespañola-, "que es la compañía que se encarga de la constelación de principio a fin y operará el satélite".
La siguiente es Alén Space, una compañía con sede en Galicia, que ha trabajado en el desarrollo de la radio que va en el primer satélite. "Es con quienes estamos desarrollando la radio que va a permitir tener una radio única en el mundo que será capaz de emitir varios haces al mismo tiempo permitiendo una mayor cobertura", asegura Sanpera.
Lo especial de la tecnología de Alén Space es que permitirá conectar directamente un dispositivo en tierra firme con un satélite. "Antes no podías conectar un dispositivo de un operador móvil a un satélite de forma directa, tenías que pasar antes por un repetidor que mandaba esa señal al satélite". Estos satélites de las operadoras se encuentran en una órbita geoestacionaria a 36.000 kilómetros de altura, haciendo imposible la conexión sin intermediarios.
"La radio de nuestros satélites son capaces de captar las señales de baja potencia de un dispositivo en tierra firme, utilizar el mismo protocolo que usan las teleoperadoras y actuar como si Sateliot fuera otro operador móvil", ha declarado Sanpera.
¿Para qué sirve?
"Nuestro objetivo es que los dispositivos que se conectan a las redes móviles de los operadores se conecten directamente a nuestros satélites", ha recalcado Sanpera. Uno de los ejemplos que indican desde Sateliot es la capacidad de realizar seguimiento de mercancías. "Un contenedor que sale de una fábrica de Torrelodones se va hacia la sierra y, cuando pierda la cobertura del operador móvil, podrá conectarse a nuestra constelación".
Exactamente igual si ese mismo contenedor se coloca en un barco. "En mitad del océano tendrá cobertura para continuar con el seguimiento". Según indican desde la compañía, no se trata de un sistema de transferencia de banda ancha sino uno que permita enviar pequeños mensajes sobre la posición y otros factores como puede ser la temperatura, la humedad o si el contenedor ha sido abierto.
En cuanto a la relación de Sateliot con la Generalidad, Jaume Sanpera ha recalcado que "la Generalitat ha invertido para tener servicios pilotos de conectividad en todo el territorio". El acuerdo al que han llegado es que "cuando un satélite pase por encima de Cataluña, todas las comunicaciones estarán dedicadas a los servicios de la Generalitat".
Este tipo de servicios están relacionados con el Internet de las cosas (IoT, en sus siglas en inglés). Alguna de las aplicaciones pasan por la monitorización de la agricultura para ahorrar agua, ganadería, seguimiento de animales, logística, conectividad de energías renovables o incluso en ingeniería civil.
"Podremos tener sensores de desprendimientos que valen muy pocos euros y conectarlos para monitorizarlos por unos céntimos al mes", asegura Jaume Sanpera. Por ejemplo, con este tipo de acciones se pueden evitar desprendimientos sobre vías de tren o carreteras y proteger otras infraestructuras clave como puentes o túneles. Las aplicaciones son prácticamente infinitas e irán apareciendo más según se vaya teniendo disponibilidad de servicios de este tipo.
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