Misión completada. La noche del domingo pasará a la historia como el día en el que la nave espacial Crew Dragon de SpaceX amerizaba en aguas del Golfo de México tras un viaje de ida y vuelta a la Estación Espacial Internacional. Un trayecto final de 19 horas que, por histórico, nada tiene que ver con el de las anteriores misiones que Estados Unidos ha mandado al espacio.
El feliz desenlace es la confirmación pública de un método novedoso de viajes espaciales de empresas privadas que ha inaugurado Elon Musk. Como en cualquier otro concurso público, varias compañías de la amplia industria aeroespacial de Estados Unidos han pugnado por alguno de los contratos multimillonarios que la administración pública ha asignado a cualquiera de los programas en curso.
Un concepto rompedor con el antiguo modelo estatal que consistía en el diseño, desarrollo y fabricación por parte de entidades públicas de los vehículos espaciales y de la tecnología que los rodeaba. Elon Musk ha 'abierto el melón' y muchas compañías, como la división aeroespacial de Boeing o Blue Origin, ya se aprovechan de forma directa e indirecta del nuevo sistema.
La 'fórmula de Musk'
En la noche española del pasado 30 de mayo, medio mundo permaneció pegado a la pantalla contemplando la aplicación empírica de la ya conocida mundialmente como 'fórmula de Musk'. Años de trabajo que se condensaron en tan solo unos segundos de despegue vertiginoso y unas cuantas horas calma tensa hasta que la Crew Dragon se acopló a la Estación Espacial Internacional.
Todo ello, no nos pensemos, tras una copiosa lluvia financiera que se articuló en unos 2.600 millones de dólares de dinero público otorgados por la NASA. Para la Agencia Espacial de Estados Unidos esto de subcontratar los viajes a terceros no es nuevo. Hasta que el Falcon 9 impulsara a la Crew Dragon esa noche de mayo, EEUU dependía de los rusos para llevar a sus astronautas a la EEI. La jubilación del transbordador Atlantis sin un relevo generacional llevó a los estadounidenses a comprarles tickets a los rusos para poder montar en las Soyuz.
Parte del éxito de Elon Musk ha tenido lugar gracias al concepto de desarrollo de cohetes y naves reutilizables para reducir de forma notable el coste operativo de cada vuelo. Traduciéndose en un ahorro a corto y medio plazo para la NASA. No han tenido que pasar por el siempre duro trago de construir una nave y, además, el coste por asiento que le ofrece actualmente SpaceX es considerablemente menor que el ruso.
Según un documento publicado por la Agencia Espacial, cada asiento ocupado en la Crew Dragon de SpaceX tiene un coste de unos 55 millones de dólares por los 80 millones que Estados Unidos tiene que pagar por el mismo servicio en una nave Soyuz. Son todo ventajas. Sin olvidarnos del componente diplomático y de la percepción internacional sobre el país estadounidense.
Con la nave Crew Dragon en tierra firme, los ingenieros de SpaceX comenzarán con la pertinente revisión para prepararla para un segundo viaje en unas semanas. En este caso, y si todo sale según lo previsto, la misión Crew-1 llevará 4 astronautas a la Estación Espacial Internacional, incluidos dos científicos.
La NASA también eligió la nave Starliner de Boeing como otra de las elegidas para llevar astronautas a la Estación Espacial, pero una serie de catastróficas desdichas han ido retrasando el desarrollo y se espera que levante vuelo en algún momento de 2021.
Los viajes que vienen
Otro actor esencial de esta nueva etapa espacial de Estados Unidos es Jeff Bezos. El dueño de Amazon también lo es de la compañía Blue Origin que se posiciona como una de las agraciadas en el reparto millonario.
Dentro del Programa Artemis que llevará a la humanidad de vuelta a la Luna, Blue Origin tiene un peso específico muy importante. Será el encargado de la fabricación del Integrated Lander Vehicle (ILV), un módulo de aterrizaje de tres etapas que se lanzará en su propio sistema de cohetes New Glenn y en el sistema de lanzamiento ULA Vulcan. A Blue Origin le queda todavía muchísimo que demostrar en el terreno y nada tiene que ver con la tecnología probada con la que cuenta SpaceX.
Entre los nombres de compañías de esta nueva era encontramos a gigantes de la talla de Lockheed Martin, Northrop Grumman o Dynetics. Todas ellas ya están trabajando codo con codo para que la misión de regreso a la Luna se lleve a cabo en 2024. En el futuro, se tiene planeado instalar una colonia humana permanente en el satélite.
Tras el éxito en el despegue de la Crew Dragon junto con el Falcon 9, Elon Musk mandó una carta a sus empleados anunciando que van a poner toda la carne en el asador en el futuro viaje a Marte. En concreto, en el desarrollo del cohete SpaceX Raptor junto a la nave Starship.
El plan de Elon Musk es el de despegar hacia Marte y formar una colonia humana estable. La primera aproximación de SpaceX al planeta rojo está marcada para el año 2022, siendo el 2024 el elegido para los primeros lanzamientos con humanos a bordo y estimando una población de 1 millón de personas para el año 2050, según declaró el propio Elon Musk. Sin perder de vista a Blue Origin y a su propuesta a largo plazo de viajes espaciales a bordo de cápsulas cilíndricas gigantes con las que recorrer enormes distancias.