El secretismo con el que Estados Unidos riega todo lo que tenga que ver con su ejército hace que nos enteremos de algunas de sus estrategias varias décadas después. En la Guerra Fría, tanto la Unión Soviética como la propia Estados Unidos tenían en su poder armas nucleares con programas de misiles muy avanzados. Tanto fue así que estuvieron, en varias ocasiones, a punto de apretar el botón rojo que desencadenaría una guerra nuclear con consecuencias desconocidas, pero desastrosas.
Afortunadamente eso no ocurrió y las riñas entre ambas potencias se quedaron, salvo algunas excepciones, en una calma tensísima. Ese periodo fue además el que nos dejó para la que muchos se considera la edad de oro de la aviación, con diseños que todavía hoy siguen funcionando en aviones de guerra y civiles. El Lockheed F-117 fue uno de esos aparatos voladores que nació de un programa secreto desarrollado en una base militar en mitad del desierto.
El Nighthawk, como se le apoda, hacía honor a su nombre y tan solo volaba por la noche con el fin de que su existencia no quedara desvelada. Su diseño partía de la necesidad de crear una aeronave furtiva que fuera invisible a ojos de los radares primarios soviéticos y consiguiera internarse en dentro de las líneas enemigas, si así lo requerían.
El bombardero furtivo
El F-117 fue uno de los secretos mejor guardados del Fuerza Aérea de Estados Unidos. Se desarrolló en los años 70 en base a al programa Lockheed Have Blue que buscaba crear un avión bombardero totalmente invisible a ojos de un radar primario. La geometría con la que se construyó el avión del programa estaba especialmente diseñada para reflejar las ondas electromagnéticas de los radares desviándolas en otras direcciones. Todo ello bajo el paraguas de la conocida DARPA, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de Estados Unidos.
El programa siguió su curso y obtuvo el visto bueno de la administración estadounidense en 1978. El primer prototipo de F-117 levantó por primera vez el vuelo en 1981 casi tres años después desde que se decidiera seguir adelante con el proyecto. Y la licencia de operabilidad la consiguió en octubre de 1983, un año después de que saliera el primer avión de la línea de montaje.
El avión permaneció en el absoluto secreto guardado en hangares durante el día y sobrevolando el aeropuerto de pruebas por la noche. El diseño, con una planta en forma de diamante, es bastante inestable en pleno vuelo y necesita de constantes correcciones para mantener una trayectoria más o menos estable. Circunstancias que se agravan cuando el avión está a punto de lanzar una bomba haciéndolo aún más nervioso aerodinámicamente. La cola del avión, en forma de 'V', tuvo que rediseñarse a posteriori y lograron hacerlo más manejable en esta última situación, pero nunca consiguió ser una aeronave sencilla de volar. La escasa visibilidad dentro de la cabina de vuelo tampoco ayudaba.
La primera noticia oficial del F-117 salió a la luz a finales de 1988 cuando un asistente del Secretario de Defensa mostró una imagen de la aeronave en una rueda de prensa. Hasta entonces, el proyecto había sido objeto de desinformación por parte del gobierno de Estados Unidos filtrando información sobre un supuesto caza F-19 fabricado por la misma compañía. El avión fue retirado en 2008 tras menos de 30 años de servicio con misiones importantes en la Guerra del Golfo, Iraq y en otras operaciones antiterroristas en Medio Oriente.
¿Rusia en la mirilla?
A diferencia de los grandes aviones espías, como el que da nombre al primogénito de Elon Musk, el F-117 tiene una autonomía muy limitada. Las poco más de 900 millas náuticas (menos de 2.000 kilómetros) hacían imposible el viaje sin escalas cruzando el Atlántico hasta llegar a un país seguro como Reino Unido. Además, pondría en peligro todo el programa de un plumazo y podría desvelarse uno de los secretos mejor guardados de Estados Unidos durante la Guerra Fría.
Hasta hoy, se había descartado la posibilidad de que el Nighthawk se desplazase desde cualquier base militar de Estados Unidos hasta algún país aliado en Europa debido a lo expuesto antes. Pero una investigación llevada a cabo por The Drive ha revelado justo lo contrario.
El grado de secretismo que rodeaba al avión lo convirtieron en el último recurso para realizar un ataque nuclear, pero como posibilidad sí se contemplaba en los planes de Estados Unidos. Y es que, aunque la autonomía fuera un impedimento, el F-117 podía reabastecerse en vuelo y llegar a zona segura. Eso sí, levantando todas las sospechas soviéticas y de otros países que verían un avión extraño en su espacio aéreo.
Si se hubiera dado el caso, la Unión Soviética se hubiera encontrado en apuros muy serios. A diferencia de otros aviones furtivos, este de Lockheed sí demostró su valía en varias ocasiones eludiendo el eco radar. Para ello, la pintura del avión había sido diseñada para absorber las ondas electromagnéticas y las convertía en calor. Las tomas de aire también se recubrieron de una malla especial para reducir la huella en el espectro de los infrarrojos y contaba además con varias limitaciones entorno a los motores impidiendo al avión traspasar la barrera del sonido, para evitar el estruendo que se provoca al romperla.