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Tecnología

Confirmado: Tenemos los políticos egoístas que queremos

Un estudio científico se ha ayudado de un simple juego colaborativo para demostrar la tendencia a votar a políticos egoístas para tratar grandes conflictos

13 marzo, 2016 12:16

Los líderes políticos de nuestros días tienen ciertas características psicológicas que los diferencian de las personas comunes y que, además, les ayudan a alcanzar el poder.

Algunas de estas características suelen ser el narcisismo, la competitividad y, como ha demostrado un ingenioso juego colaborativo diseñado por científicos, el egoísmo y la extorsión. El juego fue elaborado simulando la Cumbre sobre el Clima de París, celebrada a finales del pasado año. Su objetivo fue poner de manifiesto un dilema: qué estamos dispuestos a dar cada uno por el bien de todos.

En este conflicto, el egoísmo de nuestros representantes políticos juega un papel fundamental y, además, favorece su elección. El experimento fue llevado a cabo por investigadores del Max-Planck-Institute for Evolutionary Biology. Aunque es posible extraer de él conclusiones importantes, su simpleza hace que pueda ser repetido, por ejemplo, en cualquier clase de instituto o entre nuestro grupo de amigos. 

Un dilema social: Egoísmo vs cooperación

pregunta

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El estudio, publicado en Nature Communications, no es más que un reflejo del dilema de nuestro tiempo: el “sacrificio” que supone frenar el calentamiento global. Para ello, contaron con un grupo de voluntarios y le dieron a cada uno (simbólicamente, claro) 40€. Este dinero podía ser invertido en un fondo común durante 10 rondas consecutivas. Si se alcanzaba una cifra objetivo en ese fondo, el cambio climático se frena y cada individuo se queda con la cantidad de dinero no invertida. Sin embargo, si no se alcanza el objetivo todos pierden su dinero. La gracia del juego es que, aunque a todos les conviene frenar el calentamiento global, todos quieren invertir lo menos posible para minimizar las pérdidas.

Como aparece en la imagen, la prueba se realizó con grupos de 18 voluntarios subdividos en 6 países (de tres personas cada uno). Los miembros de cada país exponían sus “promesas electorales”, es decir, la estrategia que iban a seguir en el juego. A continuación, se votaba y se elegía un representante. El resultado era, por tanto, una cumbre de 6 personas, cada una representando y jugando con el dinero de su país.
Otros dos grupos sirvieron como control. En uno de ellos jugaban 18 personas y en otro 6, sin representantes ni representados.

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Los representantes: Políticos egoístas y extorsionadores

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Como suma objetivo se fijó la mitad del dinero total. De este modo, en una situación ideal cada jugador aportaría la mitad de su dinero, quedándose con el resto y alcanzándose el objetivo. Esto es lo que los científicos llamaron un jugador “justo”. Sin embargo, había otras personas que aportaban menos de los que deberían, los jugadores “egoístas”.

Pues bien, la primera conclusión es que los representantes llegaban al objetivo únicamente en un 33% de los juegos, mientras que el resto de grupos lo hacían en un 60%. Esto quiere decir que los representantes son, en general, más egoístas que el resto. Según los científicos, esto puede deberse a que los políticos actúan más competitivamente al hablar en nombre de otras personas.

Por otro lado, tras cada juego se celebraban nuevas elecciones, en la que los políticos podían ser re-elegidos o no. Se demostró que los políticos egoístas tenían más posibilidades de ser elegidos por segunda vez. Además, los científicos consideran a éstos como “extorsionadores” puesto que la base del éxito de los políticos egoístas es que fuerzan al resto de jugadores a invertir más si quieren frenar el desastre. Así, ellos minimizan su inversión a costa del resto.