Las ondas gravitacionales, un premio Nobel que aún se resiste
Rumores, rumores, rumores…
Sobre la vida en Marte la información que llega es generalmente cauta y limitada de forma que casi todos tenemos claro que hay indicios muy importantes de que hubo vida en Marte pero realmente no hemos detectado vida y mucho menos vida inteligente. En cuanto a las ondas gravitacionales, la cosa se complica. Después de que el anuncio de BICEP2 quedara en fiasco, y quelos detectores más tradicionales como LIGO o PTA no encontraran confirmación alguna, no puede descartarse aún ninguna hipótesis.
Sin embargo, por segunda vez en menos de dos años, ha vuelto a saltar la alarma sobre el descubrimiento de ondas gravitacionales. En este caso ha sido el experimento terrestre americano LIGO (Laser Interferómetry Gravitational wave Observatory) quién ha dado la sorpresa. Las fuentes oficiales se han apresurado a desmentir cualquier evidencia y a recalcar que son tan solo rumores y posibles detecciones, que precisan de más estudio y trabajo antes de poder emitir una respuesta clara sobre si han o no detectado las famosas ondas gravitacionales.
Las ondas gravitacionales no son esquivas, son diminutas
Aquí ya os hemos hablado de qué son las ondas gravitacionales y por qué es tan difícil encontrarlas, pero debemos hacer hincapié una vez más en los minúsculos efectos que estas tienen sobre cualquier cosa que podamos medir hoy día. Para empezar las ondas gravitacionales viajan por todo el espacio perdiendo energía e intensidad a lo largo de su camino, pero no velocidad; viajan siempre a la velocidad de la luz. Cuando una onda gravitacional llega a la Tierra esta se comprime y estira en la dirección de movimiento de la Tierra, pero tan poco que no lo notamos.
Para hacernos una idea veamos una comparación sencilla. Cuando una onda gravitacional atraviesa un objeto lo estira una cantidad que es proporcional a la longitud de dicho objeto. Pero el estiramiento es tan pequeño que para un objeto del tamaño de la Tierra este apenas se estira o comprime una distancia igual al radio de un átomo. Evidentemente en circustancias normales este efecto queda tapado por cualquier vibración que ocurra, como la de un camión pasando muy cerca de la zona de medida.
Por eso el observatorio LIGO se encuentra en una zona alejada de la civilización y por las carreteras cercanas el tráfico se encuentra limitado; recordemos que pueden detectar un camión pasando a kilómetros de distancia. Además LIGO necesita de un observatorio de control para distinguir entre microterremotos y ondas gravitacionales pasando, ya que ambos tienen efectos de vibración en el suelo. Para medir estas mínimas vibraciones se utiliza un interferómetro de tipo Michaelson, un aparato muy ingenioso que merece un artículo dedicado solo a explicar su funcionamiento.
Fuente | ScienceMag