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Una enfermedad de cuento de hadas: El síndrome del Emperador

4 noviembre, 2012 11:29

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En medciencia hemos hablado muchas veces de las consecuencias del abuso y el maltrato a menores por parte de los adultos, principalmente de los padres, pero hoy, en esa sección hablaremos un poco de lo contrario: los niños que maltratan a sus padres.

Esto ha sido denominado el fenómeno o síndrome del emperador (no está reconocido como enfermedad, al menos por el momento) porque al igual que antaño lo hicieron estos personajes con sus súbditos, los niños con esta conducta se comportan como déspotas y tiranos con sus padres.

La violencia que ocurre en los niños y jóvenes descritos en este síndrome se presenta más o menos desde los 7 años de edad y es ascendente.

Pasan de los insultos verbales a la desobediencia total, a la desconsideración y las mentiras abiertas. Luego, viene la agresión física, el romper objetos de la casa y se dan casos ya de asesinatos.

En general son niños y adolescentes provenientes de hogares de clase media, con ausencia de culpa por sus actos, sin conciencia y reacios a cualquier ayuda. Según señala José Luis Alba, profesor de Psicología Criminal en la Universidad de Valencia.

¿Qué caracteriza a los niños emperador?

El elemento esencial del síndrome del emperador es la ausencia de conciencia: “No hay sentimiento de vinculación moral o emocional, ni con sus padres ni con otras personas o instituciones. Se debe excluir de este síndrome a los niños que han vivido episodios de violencia doméstica, los que sufren esquizofrenia y también los malcriados, “que sí tienen conciencia.

Juan Basanta, psicólogo español, señala que tres son las características fundamentales de estos niños:

  • Insensibilidad, no les importa nada ni nadie.
  • Impulsivilidad, no miden las consecuencias de lo que hacen.
  • Narcisismo, el mundo gira en torno a ellos.

¿Cuál es el origen del síndrome?

La mayoría de los expertos comparten la teoría de que es fruto de carencias educativas o intervienen factores psicopáticos, pero otros sostienen que los factores educativos no explican todos los casos.

En familias no marginales, el origen de este trastorno no está en los padres, asegura Vicente Garrido, psicólogo criminalista y profesor titular de la Universidad de Valencia:

“Muchos de estos padres no son permisivos, ni tampoco negligentes, y no provienen de un contexto marginal. Son de clase media y se han ocupado de sus hijos. Otra cuestión diferente es si podrían haberlo hecho mejor”, afirma Garrido

Según Garrido, son niños que genéticamente tienen mayor dificultad para percibir las emociones morales.

Por otro lado, Javier Urra, psicólogo de la Fiscalía de Menores del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, discrepa de las tesis de Garrido:

“La herencia marca tendencia, pero lo que cambia el ser humano es totalmente la educación, sobre todo en los primeros años, en los primeros meses y días, incluso antes de nacer, es muy distinto si eres un hijo deseado o no, si eres un padre relajado o agresivo”. En la etnia gitana, explica, es imposible que un hijo pegue a su madre, pero en España “algunos psicólogos y pedagogos han transmitido el criterio de que no se le puede decir no a un niño, cuando lo que le neurotiza es no saber cuáles son sus límites, no saber lo que está bien y está mal. Ésa es la razón de que tengamos niños caprichosos y consentidos, con una filosofía muy hedonista y nihilista”.

¿Cómo podemos prevenir que se produzca este fenómeno?

Garrido recomienda a modo de prevención:

  • Desarrollar la conciencia y la convicción de culpa. Tolerancia sin conciencia no sirve.
  • Estar atento a los síntomas precoces.
  • Establecer límites claros.
  • No dejar nunca de ejercer la autoridad.
  • Enseñar desde la primera infancia que los actos positivos, el altruismo, la generosidad, compensan: darles la oportunidad de sentirse bien por hacer algo positivo

Fuentes: Psiquiatría.com/ Suite 101/ Diario Médico