De entre todas las especialidades de la industria armamentística británica, la del diseño y construcción de tanques es una de las más destacables y lleva generaciones erigiéndose como los blindados más capaces de su tipo. El máximo exponente de ello es la familia Challenger que se encuentra ultimando su cuarta versión —denominada simplemente como Challenger 3— con los necesarios ensayos empleando fuego real. Lo hace además en un momento en el que la relación entre Rusia y Reino Unido está en un momento de máxima tensión.
De la fabricación del tanque se encarga la joint venture Rheinmetall BAE Systems Land, compuesta por la alemana Rheinmetall y la británica BAE Systems. Precisamente, estos primeros ensayos de disparo con munición se han llevado en un lugar no especificado del norte de Alemania por uno de los 8 prototipos que ya han salido de la cadena de montaje.
"El Challenger 3 es un tanque de vanguardia impresionante", ha explicado James Cartlidge, ministro de Defensa británico. "Será crucial para la capacidad bélica del Ejército y para la contribución de Reino Unido a la OTAN, al mismo tiempo que actuará como elemento disuasivo para nuestros adversarios".
Asimismo, "los disparos reales y el progreso de la producción son testimonio del talento de nuestra industria de defensa", prosiguió Cartlidge. "Que ayuda a equipar a nuestros soldados con uno de los tanques más letales del mundo y crea cientos de empleos cualificados en el proceso".
El tanque más letal
Las Fuerzas Armadas británicas esperan comenzar a recibir las primeras unidades del Challenger 3 a partir del año 2027, dentro de una operatividad inicial limitada, y un despliegue completo en el 2030. De hecho, este desarrollo se trata de una mejora profunda del Challenger 2, su tanque actual y erigido por los analistas como uno de los mejores del mundo en su clase.
El programa del Challenger 3 comenzó a gestarse a principios de milenio, cuando el Ministerio de Defensa británico identificó la necesidad de ejecutar un plan para alargar la vida útil de los Challenger 2 —que llevan operativos desde 1998, con nulos trabajos de modernización hasta la fecha— más allá del año 2030. Las primeras referencias al proyecto apuntaban a un simple plan de modernización y extensión de vida, algo muy común en este tipo de plataformas que pueden acumular décadas de servicio en buena forma.
Sin embargo, los diferentes cambios de planes desde las instancias británicas encarrilaron el programa hacia una nueva denominación junto con un programa de mejoras más profundo. "Con una capacidad de supervivencia avanzada y una potencia de fuego devastadora, el Challenger 3 cuenta con una impresionante gama de tecnología de última generación", señala en una nota el Ministerio de Defensa del país.
"Lo que le convierte en el tanque más letal y con mayor capacidad de supervivencia jamás operado por el ejército británico". El programa tiene una designación de 800 millones de libras esterlinas (935 millones de euros) y empleará parte de los Challenger 2 ya existentes como base.
Por el momento y de forma oficial, el mismo Ministerio decidió someter a la conversión al nuevo estándar a un total de 148 Challenger 2. Un número por debajo de las 213 unidades de esta última que tiene el British Army disponible en inventario tras donar 14 a Ucrania.
Del Challenger 2, que corresponde con la tercera generación de tanques con esta denominación, se aprovechará el chasis para su actualización, pero cambiará prácticamente todo lo demás. Se dotará a la nueva plataforma de una torreta digital, un motor más potente, sistema de autoprotección y un cañón de ánima lisa.
Este último conforma una de las principales novedades del tanque. El Challenger 2 cuenta con un cañón de ánima estriada que ninguna otra fuerza de la OTAN opera, por lo que para el 3 han optado por alinearse con el resto de países del Tratado y así poder compartir munición y líneas logísticas en caso de guerra.
Este punto también es importante porque la munición se encuentra en constante evolución y mejora al calor de los países de la OTAN. Los británicos se han quedado fuera de los nuevos tipos de proyectiles y tendrán que esperar a los primeros Challenger 3 para incorporar novedades al respecto.
El cañón elegido es el modelo L55A1 de diseño alemán —del que se ha encargado Rheinmetall dentro de la joint venture—, muy similar al que emplean los Leopard españoles o los M1 Abrams estadounidenses. El cañón, de 6,6 metros de largo, consigue velocidades de salida del proyectil más altas que con el integrado en el Challenger 2, proporcionándole más capacidad de penetrar blindajes y protecciones a mayor distancia de tiro.
La decisión de los británicos de no llevar a cabo ninguna actualización al Challenger 2 ha hecho que prácticamente se encuentren con la misma tecnología a bordo con la que salieron de la línea de montaje. Por esta razón, la integración de sistemas modernos es clave para que el Ejército vuelva a contar con una plataforma a la altura.
El Challenger 3 dispondrá de dos nuevos sensores térmicos —uno para el comandante y otro para tirador—, un sistema de búsqueda de área amplia, seguimiento automático de objetivos y detección asistida. La torreta también será nueva y equipada con las últimas tecnologías disponibles.
También se relevarán el motor, el sistema de refrigeración y las suspensiones. El vehículo ya se ha diseñado empleando el concepto de arquitectura abierta para que, de forma sencilla, se puedan integrar otros sensores a bordo. Se mantiene la dotación compuesta por 4 personas y tan sólo se incrementa en una tonelada el peso total del blindado, llevándolo hasta las 66 toneladas.
Protección y uranio
El pasado mes de septiembre, la compañía israelí Rafael firmó con el Ministerio de Defensa británico un contrato para dotar a los Challenger 3 del sistema de protección activa Trophy. Se trata de un escudo que ya se encuentra presente en los tanques Merkava de Tel Aviv y que consigue repeler algunas de las amenazas más efectivas contra los tanques.
"Con más de 5.300 pruebas de fuego real y 1.000.000 de horas de funcionamiento, es el único APS [siglas en inglés de 'sistema de protección activa'] que ya ha salvado vidas", señalan desde la propia empresa armamentística israelí. Esta 'burbuja' de neutralización de casi 360 grados se basa en un conjunto de pequeños radares, encargados de detectar, clasificar e interceptar todo tipo de armas antitanque, desde proyectiles HEAT hasta los RPG que suelen utilizar los miembros de Hamás.
Una vez detectada y clasificada la amenaza, el sistema libera las contramedidas desde alguno de los lanzadores múltiples precargados con proyectiles cinéticos, diseñados para destruir o desviar los proyectiles chocando físicamente contra ellos. Según explica Rafael, el software de Trophy "puede localizar la fuente del disparo, lo que permite a la tripulación devolver el fuego con eficacia utilizando el armamento de la plataforma, o mediante la interconexión con otras plataformas de combate a través de la red BMS".
El abandono del tipo de cañón que se estaba empleando hasta ahora en el Challenger 2 también trae una consecuencia negativa en cuanto a capacidad de ataque de los tanques. El Ejército de Reino Unido cuenta con un tipo de munición con uranio empobrecido que se ha demostrado muy eficiente contra blindados.
En un informe del Parlamento británico, que recoge Army Technology, se recoge que el uso de uranio empobrecido en la munición para tanques consigue mejorar entre un 10 y un 20% la penetración respecto al mismo proyectil fabricado con volframio. Estas balas superdensas son muy efectivas contras los citados blindajes pesados, pero exponen a los soldados y a los civiles cercanos a un posible envenenamiento por metales pesados después del impacto, como indican en NewAtlas.