La guerra de Ucrania sigue estancada, pero las amenazas a Occidente de Vladímir Putin, son cada vez más frecuentes y beligerantes. Este jueves, tras las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, en las que no descartaba el envío de tropas de la OTAN (de la que forma parte España) para ayudar al ejército ucraniano, su homólogo ruso contestó con su contundencia habitual: "Todo esto amenaza con un conflicto con armas nucleares y, por tanto, la destrucción de la civilización".
En septiembre de 2022, Putin ya dejó claro que estaba dispuesto a usar su arsenal nuclear como respuesta a los envíos de armamento de los países aliados. "Occidente ha ido demasiado lejos en sus agresiones a Rusia y está empeñado en hacernos un chantaje nuclear", aseguró el mandatario ruso en un mensaje televisado. "Le digo a Occidente: tenemos muchas armas para responder, más modernas que las de la OTAN, y si la seguridad de Rusia peligra, emplearemos todos los medios para resolver el problema. Utilizaremos todos los medios, repito, todos los medios y esto no es un bluf", recalcó ante las cámaras.
El potencial armamentístico nuclear que Vladímir Putin tiene a su disposición es apabullante. Y no es tanto por la estimación que cifra en 5.889 las cabezas nucleares de las que dispone (aunque esto incluye unas 1.400 que están retiradas y destinadas a ser desmanteladas), sino por los misiles balísticos intercontinentales. Estos proyectiles de largo alcance, algunos de ellos hipersónicos, podrían destruir con facilidad ciudades e incluso países enteros, ya que su capacidad destructiva es cientos de veces superior a la de las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
Sin embargo, no son sus únicos recursos por tierra, mar y aire, con nombres cada vez más intimidantes. En los últimos años, Rusia ha desarrollado otras amenazas igualmente preocupantes como Poseidón, un enorme torpedo conocido como el Arma del Apocalipsis, capaz de generar tsunamis radiactivos. Ni siquiera el espacio se libra del peligro: según EEUU, Rusia desarrolla un arma espacial en secreto que podría desestabilizar por completo las comunicaciones de todo el planeta.
Satán II
La agresiva retórica de Putin se apoya en el devastador efecto que pueden causar misiles como el denominado Satán II (o Sarmat), la gran estrella de los últimos programas armamentísticos de Rusia. El pasado abril, con la invasión de Ucrania todavía reciente, las autoridades del Kremlin anunciaron el éxito de la primera prueba de este misil que recorrió 6.000 kilómetros en su lanzamiento desde el cosmódromo de Plesetsk, situado al noroeste del país y a unos 300 kilómetros de la costa del Mar Blanco.
Este misil balístico intercontinental pesado cuenta con potencial de acarrear ojivas nucleares y por el momento se encuentra en fase de ensayos para integrarse próximamente dentro del arsenal del país. Su incorporación "daría algo en lo que pensar a los enemigos de Moscú", según declaró el propio Putin a raíz del lanzamiento.
Se estima que el misil tiene una masa de 208 toneladas, una longitud de 35,5 metros y un diámetro de 3 metros. Algunos reportes mencionan un alcance prácticamente ilimitado superando los 18.000 kilómetros, según Army Recognition, a una velocidad de más de 20 veces la del sonido (25.000 kilómetros por hora) y un sistema de guiado inercial apoyado en GLONASS.
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Algunos reportes indican que el Satán II puede acarrear hasta 10 cargas atómicas —se habla de una carga útil de 100 toneladas— y llevarlas a cualquier parte del mundo. Además, cada una de las ojivas a bordo del Satán 2 tendrá su propio sistema de guiado, por lo que cada una de ellas se podrá dirigir a un objetivo distinto.
Zircón
El Tsirkon, también conocido como Zircón, se presentó al público en 2018 de la mano del propio Putin, junto a otros misiles hipersónicos como el Avangard. Se cree que lleva desarrollándose desde principios de los años 2000, aunque algunos reportes indican que comenzó en los años 90, y no fue hasta finales de 2021 cuando comenzó su producción en serie.
Es capaz de volar a 11.000 kilómetros por hora (9 veces la velocidad del sonido) y alcanzar a sus objetivos a más de 1.000 kilómetros de distancia. En la presentación, Putin comentó la posibilidad de integrar el misil en los barcos compatibles con el misil de crucero Calibre y también la capacidad futura de lanzarse desde submarinos y desde tierra firme.
De hecho, el Servicio de Inteligencia de Noruega advirtió en su reporte anual que Rusia ya habría comenzado a probar el misil en submarinos. Según el informe, el sistema está llegando a su fase final de desarrollo y ensayos a bordo del sumergible Severodvinski, perteneciente a la clase Yasen y en activo desde 2013.
La propulsión del Zircón corre a cargo de un motor scramjet (estratorreactor supersónico de combustión) adaptado para la franja hipersónica, que comienza a partir de 5 veces la velocidad del sonido, y alimentado por combustible líquido. Este sistema le permite alcanzar una altitud de 28.000 metros y equipar una ojiva de entre 300 y 400 kilogramos.
Desde submarinos
La primera amenaza nuclear de Putin llegó en marzo de 2022, con la movilización de sus submarinos en el mar de Barents. A 100 kilómetros al este de la frontera con Noruega y Finlandia, submarinos de las clases Delta y Borei, ambos con capacidad de lanzar misiles intercontinentales con ojivas nucleares, fueron los protagonistas de una nueva demostración de fuerza.
Y hace sólo unos meses, el propio presidente ruso presentó en la televisión estatal dos nuevos submarinos de propulsión nuclear, el Emperador Alejandro III (clase Borei-A) y el Krasnoyarsk (clase Yasen-M), que se integrarán en la flota rusa del Pacífico.
Los submarinos de la clase Delta IV pueden llevar hasta 16 lanzadores de misiles nucleares Sineva. Es un proyectil propulsado por combustible líquido capaz de acarrear, a su vez, 4 o 10 vehículos de reentrada —con carga nuclear— que pueden dirigirse independientemente a diferentes objetivos. Con un peso de 40 toneladas, una longitud de 14,8 metros y un diámetro de 1,9 metros, este tipo de misil está preparado para acarrear carga termonuclear con un alcance estimado de 8.300 kilómetros.
Por su parte, los submarinos de la clase Borei pueden acarrear entre 16 y 20 misiles Bulava, una de las joyas de la corona del ejército naval ruso. Desarrollados por el Instituto de Tecnología Térmica de Moscú, fueron especialmente concebidos para su uso en los Borei como el arma nuclear de las primeras décadas del siglo XXI.
Tiene 12,1 metros de longitud por 2 de diámetro y una masa de 36,8 toneladas en las que se incluyen 6 vehículos de reentrada —cada uno cargado con una ojiva nuclear— que pueden dirigirse a diferentes objetivos a más de 8.000 kilómetros.
El Arma del Apocalipsis
El temible submarino Belgorod K-329, que algunas fuentes extraoficiales señalan como el responsable del sabotaje a los gasoductos Nord Stream, es una de las grandes bazas disuasorias a muy larga distancia de Rusia. Y no sólo por su capacidad para funcionar como nave nodriza de otros sumergibles más pequeños, sino por Poseidón, un torpedo nuclear "prácticamente imparable", debido a la gran velocidad que consigue gracias a su diseño y a la quietud con la que atraviesa el agua.
"Poseidón es una categoría de arma completamente nueva. Reformará la planificación naval tanto en Rusia como en Occidente, lo que dará lugar a nuevos requisitos y nuevas armas de combate", señaló en su día la publicación Naval News. "Un arma que no puede ser anulada con defensas antimisiles".
En enero de 2023, la también conocida como Arma del Apocalipsis completó varias pruebas, según recogía la agencia estatal TASS. Aunque la opacidad con la que suele operar Rusia impide saber si ha entrado en servicio o no, lo que sí se sabe es que es un dron submarino —convertible a torpedo— que dispone de una autonomía de 10.000 km gracias a un sistema de propulsión nuclear.
A falta de datos oficiales, las estimaciones colocan al Poseidón con 24 metros de eslora por 2 de diámetro. De confirmarse, se alzaría con el primer puesto de los torpedos más largos jamás fabricados, 30 veces mayor que un torpedo pesado de tamaño estándar. En total, el Belgorod sería capaz de acarrear 6 torpedos nucleares Poseidón, cada uno de 100 toneladas de peso, en una cámara situada en la proa.
Los primeros reportes de medios estatales rusos indicaban que el torpedo incorporaba una "bomba de tsunami" de 100 megatones, compuesta por una o varias ojivas nucleares. Estimaciones más recientes apuntan a 2 megatones. En cualquier caso, potencia suficiente como para generar una catástrofe sin precedentes en ciudades costeras de EEUU como Los Ángeles o Nueva York.
Caos en el espacio
La última alarma en cuanto al desarrollo de armas nucleares por parte de Rusia saltó hace sólo unas semanas, propiciada por un comunicado del jefe del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el republicano Mike Turner. "Hemos recibido información sobre una amenaza seria para la seguridad nacional" relacionada con "una capacidad extranjera desestabilizadora", afirmaba el escueto informe.
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No se conocen apenas detalles del peligro del que advertía Turner, pero medios estadounidenses como ABC News o CNN citaron fuentes anónimas de la Administración para asegurar que se trataba de un arma nuclear antisatélite. La confirmación de la Casa Blanca llegó un día después, aunque el portavoz John Kirby aseguró que "no existe una amenaza inmediata para la seguridad de nadie".
El arma estaría aún en fase de desarrollo y aún quedaría lejos su puesta en órbita, según los funcionarios estadounidenses. Sin embargo, su existencia y su hipotético uso implicaría un nuevo nivel en la escalada de las armas nucleares para llevarlas al espacio, con consecuencias difíciles de pronosticar.
La mayoría de las fuentes y expertos militares apuntan a que podría tratarse de un EMP nuclear, capaz de generar un gran pulso de energía electromagnética, una avalancha de partículas altamente cargadas que podría deshabilitar temporal o permanentemente los satélites que orbitan la Tierra y que son fundamentales para nuestra vida cotidiana.
Así, sería un as en la manga de Putin para combatir la supremacía estadounidense en el espacio, en la que se apoya para el guiado de sus propios misiles intercontinentales. Allí, ni EEUU ni ningún otro país, tiene de momento la capacidad de contrarrestar un arma de ese estilo para defender sus sistemas satelitales.
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