Los enjambres de drones suponen uno de los vectores de amenaza más importantes para las fuerzas armadas de todo el mundo. Decenas de aeronaves no tripuladas dispuestas a ejecutar un ataque contra varias posiciones de forma coordinada supone un reto mayúsculo para las defensas antiaéreas. España cuenta con algunos sistemas especializados como CERVUS, pero se centran en la lucha electromagnética y en el derribo con ametralladoras. Sin embargo, otros ejércitos apuntan a medidas más expeditivas.
En esta misma línea, el Ejército de Estados Unidos acaba de anunciar la culminación de su nuevo escudo antidrones compuesto por el radar denominado KuRFS, el lanzador del interceptor Coyote, la tecnología control y comando de Northrop Grumman y un sistema de guerra electrónica fabricado por Syracuse. Según han explicado, son capaces de detectar, identificar y seguir hasta 30 aeronaves no tripuladas de forma simultánea.
La integración de toda esta tecnología cristaliza en el sistema LIDS del Army del país norteamericano. "Puede proporcionar tanto soporte estacionario para una instalación, activo o sitio, como una configuración transportable" para permitir su despliegue en el campo de batalla.
El desarrollo de LIDS comenzó en octubre de 2022 cuando Raytheon consiguió un contrato para equipar inicialmente dos divisiones del Ejército estadounidense. El plan era que las unidades contaran con el radar KuRFS para la detección de las amenazas y el lanzador Coyote para "derrotar a los drones" como una "solución de bajo coste y altamente efectiva".
Tan solo un año después, se otorgó una cantidad adicional de sistemas LIDS, tanto móviles como fijos, "para apoyar aún más las operaciones del Comando Central del Ejército". Al que siguió un tercer contrato para una tercera división del mismo ejército.
Sistema antidrones
El sistema KuRFS (Sistema de Radiofrecuencia de banda Ku) que se encarga de la identificación de las amenazas es un radar que proporciona cobertura en los 360 grados. "Detecta drones, cohetes, artillería y morteros", según explican desde Raytheon.
El KuRFS ya ha demostrado su valía en terrenos tan complejos como Irak y Afganistán dentro de las filas estadounidenses. Y asociado a otros tipos de armamento antidron como ametralladoras y cañones de 30 milímetros, un concepto que se acerca más al que tiene España en la actualidad y que supone una menor capacidad para repeler los ataques.
Además de su compatibilidad reciente con Coyote, el radar de Raytheon puede trabajar mano a mano con el láser de alta energía desarrollado por la misma compañía y con el que puede derribar igualmente drones. El KuRFS utiliza una técnica de detección llamada matriz activa escaneada electrónicamente, conocida como AESA por sus iniciales en inglés, presente en plataformas tan dispares como en los Eurofighter.
"Utiliza muchas antenas pequeñas, en lugar de una única antena potente, para permitir mejor control del haz", según explican. "Opera en la banda Ku del espectro electromagnético, lo que permite obtener imágenes de mayor resolución como una parte importante del seguimiento de los objetos voladores más pequeños".
El otro pilar sobre el que se asienta el sistema LIDS es el Coyote. Se trata de una munición en forma de dron multipropósito, donde destruir otros drones sólo es una de sus funciones. "Es pequeño, desechable y se lanza desde un tubo", según lo describen. "Puede volar de forma individual o agruparse en enjambres, y es adaptable para una variedad de misiones que incluyen vigilancia, guerra electrónica y ataque".
Cuenta con una autonomía de una hora y Raytheon explica que está diseñado para equipar cargas útiles intercambiables. La primera versión de Coyote se puso en servicio en el año 2014 y, desde entonces, la compañía ha ido desarrollando nuevas versiones.
Esa mejora tecnológica ha ido de la mano de un incremento de la capacidad de carga de cada interceptor y también de la autonomía y la velocidad de vuelo. El Block 2, como denominan a la segunda versión, incorpora un motor a reacción que le permite alcanzar una velocidad máxima de 595 kilómetros por hora con un rango operativo que llega a los 15 kilómetros. Y es el que protagoniza el sistema antidrón LIDS.
El funcionamiento básico del LIDS es muy parecido en esencial al del resto de sistemas antidrones presentes en el mercado. El primer paso es detectar y seguir la amenaza a través del radar KuRFS para continuar con la detección pasiva a través de la recepción de ondas de electromagnéticas por parte del módulo de guerra electrónica.
Esta fase es esencial pues permite diferenciar el vuelo de una amenaza —como un dron o una aeronave tripulada— con el de un ave, por ejemplo. Además, toda la información recopilada por los sensores pasa por el sistema de mando y control para la verificación por parte de un humano.
La identificación final del dron hostil se logra combinando medios visuales —cámaras electroópticas e infrarrojas— y electrónicos —mediante la recepción por radiofrecuencia de señales— en los que toma el papel la tecnología de Syracuse. Es en ese momento cuando el operador decide lanzar un interceptor Coyote que encenderá su buscador para encontrar la amenaza y activará la espoleta cuando se encuentre cerca.
Versión española
En los últimos meses, el Ejército de Tierra de España ha estado probando el sistema CERVUS III de la compañía madrileña TRC. Se trata de una solución antidrones compuesta por 3 sistemas de detección —electroóptico, rastreo de frecuencias electromagnéticas y radar— y otros de anulación.
Dentro de la parte de la identificación de la potencial amenaza existe un importante peso de la inteligencia artificial. Los algoritmos desarrollados son capaces de distinguir un ave de un dron, helicóptero o avión tripulado. De esta forma se evitan muchos falsos positivos que pueden revelar la posición de la defensa aérea.
CERVUS III puede inhibir, perturbar o derribar la amenaza. Las dos primeras funciones se llevan a cabo gracias a las antenas de guerra electrónica que consiguen intervenir la señal de comunicación del dron amenaza con su operador.
En cuanto al derribo de la amenaza, la compañía española ha recurrido a la también madrileña Escribano para integrar su torreta Guardian 2.0. Se emplea el lanzagranadas para disparar un cartucho airbust que dispersa munición en el aire y consigue derribar al dron.