Los últimos éxitos del programa Starship de SpaceX han llamado la atención del Departamento de Defensa de Estados Unidos. El acceso a una plataforma que proporcione gran capacidad de carga y fiabilidad es una de las necesidades más importantes y acuciantes para las fuerzas armadas. Y, en el caso del abultadísimo presupuesto que se maneja en el Pentágono, nada mejor que disponer de esta tecnología en exclusiva.
El objetivo de este movimiento es emplear la Starship para misiones sensibles y potencialmente peligrosas como un activo operado y propiedad gubernamental, tal y como recoge Aviation Week. Si bien la fórmula todavía no está clara, el Pentágono busca que la compañía espacial de Elon Musk les ceda un lanzador completo, compuesto por cohete y nave espacial, para que puedan trabajar de la forma más directa posible.
A pesar de que puede parecer un método muy innovador, el Pentágono lleva aplicando esta misma filosofía desde hace décadas con las compañías privadas. Estas proveen de plataformas —aviones, tanques, drones, submarinos...— a las diferentes ramas del ejército estadounidense para todo tipo de aplicaciones.
Podrían trasladar la misma forma de proceder al terreno espacial, donde sean las fuerzas armadas del país las que operen la Starship de principio a fin. "La compañía ha estado explorando sus opciones para responder" a los requerimientos del Departamento de Defensa, según dijo Gary Henry, asesor principal de SpaceX, en una conferencia espacial hace sólo unos días.
"Hemos tenido conversaciones... y realmente todo se redujo a misiones específicas, donde es un riesgo muy específico y a veces elevado". El mismo medio sugiere la posibilidad de que el Pentágono devuelva la Starship a SpaceX después de completar la misión, aunque los detalles de mantienen en rigurosos secreto.
Starship de carga
La relación entre SpaceX y las esferas militares estadounidenses se ha ido estrechando en los últimos años. El primer gran contrato para el lanzamiento de cargas al espacio lo firmaron en 2020, llevándose el 40% de todo el presupuesto de la Fuerza Espacial del país norteamericano. Entre los despegues recientes más importantes está el de la nave espacial secreta Boeing X-37B, que empleó un Falcon Heavy para alcanzar su órbita.
Casi al mismo tiempo, en ese mismo 2020, se reveló por primera vez que SpaceX estaba trabajando junto a los militares estadounidenses y otros contratistas en un nuevo método para utilizar naves espaciales como plataformas cargueras a gran escala dentro del planeta. El foco estaba puesto en el desarrollo de una plataforma con una capacidad de carga equivalente al avión militar C-17 Globemaster, que puede transportar 85 toneladas, solo que empleando cohetes.
El principal cambio que aportaría el uso de una nave espacial para este tipo de misiones es que podría llegar a cualquier parte del mundo de la forma más rápida posible. Un tiempo mínimo en comparación con los aviones de carga actuales —que van incluso más lentos que uno comercial de pasajeros— y en situaciones de urgencia donde la premura resulta determinante.
El soporte financiero público a este proyecto tuvo un espaldarazo importante a principios de 2022 cuando el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea estadounidense (AFRL) adjudicó a SpaceX un contrato de 5 años de duración y 102 millones de dólares (95 millones de euros). En este caso, para recopilar datos de vuelo del programa de cohetes Starship "con el fin de demostrar tecnologías para el transporte de carga y ayuda humanitaria punto a punto" dentro del planeta, según recoge The War Zone.
"Imagina viajar a cualquier lugar del mundo en una hora o menos", apunta la compañía espacial en su web. "Con Starship y Super Heavy, la mayoría de viajes internacionales pueden completarse en menos de 30 minutos".
Situaciones de emergencia humanitaria, catástrofes naturales o el estallido de conflictos armados pueden ser sólo algunas de las aplicaciones donde una Starship militar puede tener sentido. Las especificaciones técnicas publicadas por SpaceX indican que puede acarrear entre 100 y 150 toneladas de carga en su interior.
También indican que este tipo de vuelos se harán en condiciones suborbitales, evitando por tanto el rozamiento atmosférico y cualquier contratiempo meteorológico. Esta alta disponibilidad de la que hacen gala sin duda será clave para que el Pentágono se decida, así como su capacidad para aterrizar en cualquier lugar de forma vertical.
La Fuerza Aérea espera completar una demostración del concepto de cohete de carga en el 2026. Sin embargo, dependerá en buena medida de cómo vayan los ensayos de Starship ejecutados por parte de SpaceX durante este 2024.
Independencia espacial total
La otra vertiente de la operación de una nave Starship es la posibilidad de colocar cargas en órbita. Por ahora, el Pentágono recurre a SpaceX como un proveedor de lanzamiento más para incorporar sus satélites —la mayor parte de las veces secretos— a bordo de los cohetes. Bien en lanzamientos exclusivos o compartidos con otras cargas civiles.
Poder disponer de un cohete reutilizable de forma más directa también les permite tener acceso al espacio de forma independiente. Al mismo tiempo que ganan varios enteros en discreción por no tener a todo el equipo de integración, lanzamiento y operaciones de SpaceX encargándose del vuelo.
La nave al completo tiene 121 metros de altura por 9 de diámetro. "El vehículo viene en varias configuraciones diferentes, ofrece una sección de carga útil integrada y es capaz de transportar tripulación y carga a la órbita terrestre, la Luna, Marte y más allá", explican en SpaceX.
En una guerra con un importante escenario espacial puede ser esencial tener la capacidad de llevar cargas a la órbita de forma urgente. Por ejemplo, para reemplazar satélites destruidos por las tropas enemigas o desplegar nuevas capacidades.