La brutal e inesperada ofensiva de Hamás contra distintos puntos de Israel, planificado en Beirut junto a Irán y Hezbolá, ha vuelto a poner de relieve una de las mejores plataformas defensivas del país hebreo, la Cúpula de Hierro. Su efectividad se ha podido comprobar en la operación que buscaba destruir el aeropuerto de Ben Gurion, en Tel Aviv, donde se encargó de interceptar casi el 100% de los 150 cohetes y misiles lanzados sobre la zona, lo que ha evitado que el aeródromo y sus ocupantes sufrieran ningún daño.
Es la última demostración de la eficacia de un sistema que ya está en vías de ser actualizado, dado el riesgo de saturación al que lo someten los grupos armados palestinos cuando lanzan este tipo de ataques coordinados. De hecho, el pasado mayo, el "asesinato selectivo" llevado a cabo por Israel contra objetivos de la Yihad Islámica Palestina fue correspondido con el lanzamiento de más de 400 cohetes desde la Franja de Gaza. La mayoría cayeron en zonas despobladas, pero algunos consiguieron eludir las defensas israelíes, provocando tres heridos civiles.
Para evitar males mayores y contrarrestar esos ataques con rapidez, precisión y contundencia, Israel dispone desde 2011 de este escudo antimisiles, uno de los más avanzados del mundo. Una de sus características más destacadas es su elevada tasa de acierto y su velocidad de actuación ante múltiples amenazas simultáneas. Sin embargo, dados los daños provocados en estos últimos ataques, hay quien reclama la urgente entrada en servicio del Iron Beam (algo así como Rayo de Hierro, en español), que emplea energía concentrada en un rayo láser para terminar con drones, misiles y morteros y fue presentado hace un año.
Así funciona la Cúpula de Hierro
El Iron Dome Defense System, como se llama comercialmente, se ha convertido desde sus primeras operaciones en la piedra angular de la defensa de Israel contra los ataques de Hamás y Yihad Islámica, evitando que la inmensa mayoría de cohetes lanzados desde la Franja de Gaza impacten en ciudades y pueblos de todo el país.
"Es el sistema de defensa antimisiles más desplegado del mundo, con más de 2.500 intercepciones y una tasa de éxito superior al 90%" de media, según anuncian desde la propia Rafael.
El punto de partida de la compañía especializada en armamento, que empezó a trabajar en el sistema en 2007, consiste en el despliegue de una tecnología capaz de anular ataques con misiles en cualquier tipo de situaciones a corta distancia. Campos de batalla, bases militares, zonas urbanas, e infraestructuras críticas son solo algunos de los emplazamientos donde colocar el Iron Dome.
La protección va mucho más allá de un mero escudo antimisiles. Los ataques mediante drones, como los que se están viviendo todos los días en el conflicto entre Ucrania y Rusia, se han convertido en un vector de ataque más y la Cúpula también puede servir contra ellos.
Así lo apunta la propia compañía, que detalla que se puede aplicar a todo tipo de amenazas, ya sean misiles de crucero, misiles guiados, UAV (Unmanned Aerial Vehicle o Vehículo Aéreo No Tripulado), helicópteros e incluso aviones a muy baja cota.
El funcionamiento se basa en la tecnología radar para detectar a mucha distancia las potenciales amenazas. El radar se encarga de localizar, identificar el cohete o la munición de artillería lanzada y monitorizar su trayectoria. Los datos del objetivo se transmiten directamente al Battle Management & Weapon Control (BCM), un centro de mandos donde el sistema procesa automáticamente los datos y realiza los cálculos necesarios.
"La trayectoria de la amenaza se analiza rápidamente y se estima un punto de impacto. Si esa trayectoria estimada se traduce en una amenaza crítica, se ejecuta un comando y un cohete interceptor se lanza contra la amenaza", según recoge Rafael en la ficha del producto. El proceso completo desde que se detecta hasta que el interceptor elimina la amenaza dura unos 15 segundos. Por ese motivo, su eficacia no es total si los palestinos lanzan sus proyectiles muy cerca de la frontera.
Los encargados de eliminar los proyectiles palestinos están siendo los misiles Tamir, también de fabricación israelí. Tienen una longitud de unos 3 metros, un diámetro de poco más de 15 centímetros y una masa situada alrededor de los 90 kilogramos. Los misiles Tamir están equipados con todo tipo de sensores electroópticos y cuentan con guiado gracias a los alerones movibles instalados.
[El potente misil de racimo que destruye decenas de aviones a la vez y por el que Zelenski suspira]
Israel tiene desplegadas más de diez baterías por la zona, capaces de cubrir unos 150 kilómetros cuadrados y cada una de ellas dispone de 20 misiles interceptores Tamir. Las baterías pueden equiparse a bordo de camiones si se plantean como sistemas móviles o también como estaciones fijas ancladas a la superficie.
En 2021, Rafael y las fuerzas aéreas de Israel llevaron a cabo varias pruebas para testear la mejora de sus capacidades, "a través de una variedad de escenarios complejos y objetivos interceptados y destruidos con éxito, simulando amenazas existentes y emergentes, incluida la interceptación simultánea de múltiples UAV, así como una salva de cohetes y misiles".
Moshe Patel, jefe de la Organización de Defensa de Misiles de Israel (IMDO), destacó tras las pruebas que se había "logrado un salto importante en las capacidades tecnológicas del sistema Iron Dome". Pero visto el continuo riesgo que sufre el país ante los cohetes palestinos, desde hace tiempo trabajan en el Iron Beam, un sistema para complementarlo más rápido, eficaz y barato.
El Iron Beam emplea un sistema de fibra óptica para generar las pulsaciones láser y consigue la suficiente energía como para destruir una amenaza aérea incidiendo sobre ella unos 4 o 5 segundos. Puede emplearse en solitario o como parte de un escudo antiaéreo completo, permitiéndole obtener información de otros radares.
La principal ventaja de emplear un rayo láser en lugar de energía es que la munición es prácticamente ilimitada y a un coste notablemente menor que si se emplearan misiles interceptores. Según el primer ministro israelí Naftali Bennett, cada disparo supone un coste de solo 3,5 dólares (unos 3 euros).
Su entrada en servicio estaba prevista para 2024, pero con el aumento de los ataques palestinos y esta última ofensiva sin precedentes, la intención probablemente sea adelantar todo lo posible esa fecha para complementar las intercepciones con misiles de la Cúpula de Hierro cuanto antes.
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