Por segunda vez en cuestión de meses, el último orgullo de la Armada estadounidense, el portaviones Gerald R. Ford, ha partido de su puerto base en la Estación Naval de Norfolk (Virginia, EEUU). Tras sus primeras pruebas en noviembre, en las que participó en un ejercicio conjunto con la OTAN (participación de España incluida), ahora afronta su primer despliegue completo, tras superar diversos problemas técnicos tras su entrega oficial en 2019.
En esta gran puesta de largo se espera que el colosal portaviones realice operaciones rutinarias en aguas europeas, según revela el medio especializado Navy Times. Es la prueba de fuego, después de su breve despliegue inaugural, que se prolongó algo menos de 2 meses e incluyó aproximadamente el 80 por ciento de un ala aérea completa. Ahora liderará el Ford Carrier Strike Group, junto a los destructores Ramage, McFaul y Thomas Hudner, para dirigir la 6ª Flota de EEUU, encargada de cubrir las regiones de Europa y África.
Así, el USS Gerald R. Ford ocupará el lugar del portaviones George H.W. Bush, de la clase Nimitz. Esta unidad regresó a Norfolk el fin de semana, tras completar la misión de ocho meses en aguas europeas y en Oriente Medio. Su despliegue, de hecho, se amplió debido a los ataques contra las fuerzas estadounidenses que tuvieron lugar en Siria el pasado marzo.
Las operaciones que se llevaron a cabo el pasado otoño se diseñaron para familiarizar a la tripulación con las nuevas tecnologías del buque, centradas en la defensa aérea, la guerra antisubmarina y las operaciones marítimas, además de brindar la oportunidad de trabajar con otros seis aliados de la OTAN, entre ellos España. Ahora, superados los últimos contratiempos, ha llegado la hora de que el Ford demuestre todas sus capacidades a pleno rendimiento.
En total, gracias a sus colosales dimensiones y a su propulsión con dos reactores nucleares, puede acarrear más de 75 aeronaves, entre cazas, helicópteros, aviones de alerta temprana y drones de última generación como los MQ-9B, que pliegan sus alas para operar desde portaviones y espiar sin límites.
Una larga historia
El USS Gerald R. Ford, o CVN-78, da nombre a la nueva categoría, con otras tres unidades adicionales en fase de montaje y una quinta aún pendiente de confirmación. Su ventaja frente a anteriores modelos de portaaviones es que ofrece un extenso catálogo de mejoras y novedades tecnológicas destinadas a fortalecer y prolongar el dominio marítimo de Estados Unidos durante los próximos 50 años.
El 10 de septiembre de 2008, la Marina de los Estados Unidos firmó un contrato de cerca de 5.100 millones de euros con Northrop Grumman para construir el que sería el primer portaaviones de su clase, aunque ya existía un acuerdo para iniciar el diseño desde 2005.
En 2013 se consideró finalizada la fase de fabricación del portaaviones y fue botado por primera vez. Estaba previsto que el buque entrara en servicio en 2017, pero múltiples problemas en sistemas críticos fueron prolongando los retrasos, algo por otra parte habitual en las primeras embarcaciones de una nueva clase.
Aún así, el desarrollo del USS Gerald R. Ford ha estado envuelto en fuertes críticas por los reiterados fallos y un sobrecoste de más del 30% sobre la previsión inicial. Su dotación puede llegar a las 4.539 personas, incluyendo personal aéreo y Estado Mayor, aunque puede operar con 2.600, aproximadamente.
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En los últimos años, los responsables de su diseño y fabricación han conseguido superar todos los obstáculos y el USS Gerald R. Ford ya surca los mares, con su eslora de 333 metros y una manga de 40 metros, capaces de desplazar a su paso cerca de 100.000 toneladas con su carga máxima. Su novedoso sistema de propulsión nuclear incluye una planta y dos reactores Bechtel A1B, que generan potencia suficiente como para lograr una velocidad máxima de 30 nudos, el equivalente a 56 km/h.
Novedades tecnológicas
De sus avances tecnológicos, el que más problemas ha dado y más ventajas puede ofrecer en futuros despliegues es el Sistema de Lanzamiento de Aeronaves de Propulsión Electromagnética (EMALS, por sus siglas en inglés). Es el sistema encargado de lanzar los aviones que despegan mediante una catapulta que emplea un motor de inducción lineal, en lugar del pistón de vapor utilizado en la clase Nimitz. La catapulta propulsa por un raíl una pieza enganchada al avión que aumenta su velocidad para lograr un despegue exitoso.
La diferencia con sistemas anteriores es que el EMALS acelera las aeronaves con mayor suavidad, lo que implica un menor esfuerzo para los fuselajes. También pesa menos y requiere menos mantenimiento, además de poder lanzar todo tipo vehículos aéreos, tanto ligeros —drones— como pesados —cazas de combate—. Las previsiones de la US Navy son que EMALS consiga 160 lanzamientos de aeronaves al día, un 20% más que los portaaviones Nimitz.
Otra de las nuevas tecnologías que incorpora el Gerald R. Ford es el Equipo de Detención Avanzado, (AAG) que proporciona a este buque una capacidad aumentada de recuperar aeronaves equipadas con gancho de cola, tanto las actuales como las futuras. El AAG actúa cuando los aviones aterrizan en su cubierta de vuelo de 78 metros, cuando un cable se encarga de 'enganchar' la aeronave entrante y frenarla.
Armamento y aviones
Para detectar los potenciales objetivos o amenazas enemigas, el USS Gerald R. Ford cuenta con un avanzado sistema de radar activo multifunción de barrido electrónico de búsqueda y seguimiento de doble banda (DBR). Está integrado por los radares Raytheon AN/SPY-3 en la banda X y VSR en la banda S. Ambos le permiten interceptar aeronaves y misiles cercanos, incluso a cortas distancias (menos de 2 kilómetros). De la dirección de tiro se encargan 4 radares Mk-95 integrados en la isla.
En cuanto al armamento, cuenta con dos lanzadores para misiles SeaSparrow RIM-162, con un alcance de más de 50 kilómetros y 280 kg de peso, otros dos lanzadores para misiles RIM-116 RAM, diseñados para interceptar misiles anti-buque, y tres torretas CIWS Phalanx Mk-15, que detectan, evalúan, rastrean y atacan de manera automática cualquier amenaza de corto alcance.
En cuanto a la capacidad del Gerald R. Ford, es superior a las 75 aeronaves, entre las que se incluyen cazas F-18E, F/A-Super Hornets, aviones de alerta temprana aerotransportada E-2C Hawkeye y helicópteros MH-60R Sea Hawks, como los que tiene el Ejército de España. Sus novedosos sistemas también permitirán integrar drones y otros vehículos no tripulados que entren en servicio a lo largo de los próximos años.
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