El telescopio espacial James Webb no solo se basa en imágenes impresionantes. El dispositivo de la NASA que más está dando que hablar en la comunidad científica está arrojando datos e información vitales para ciertos estudios sobre el funcionamiento del espacio, siendo una ayuda invaluable para los expertos. Ahora, la NASA ha anunciado un nuevo descubrimiento en una imagen ya tomada por el propio telescopio.
Hablamos de los Acantilados Cósmicos, una región en el borde de una cavidad gaseosa increíblemente grande situada dentro del cúmulo estelar NGC 3324. El Webb ya fotografió esta región del espacio en julio gracias a su instrumento NIRCam para captar la luz del infrarrojo cercano. Una nueva investigación dentro de dicha imagen ha revelado "docenas de chorros energéticos y expulsiones de estrellas jóvenes", hasta ahora opacados por las nubes de polvo cósmico.
Una región que, por cierto, el telescopio Hubble ya investigó en su día pero que debido a las longitudes de onda de luz visible, no le eran visibles. El Webb, mucho más avanzado tecnológicamente, puede revisar estos detalles presentes en el infrarrojo en una resolución mucho más elevada, así como rastrear el movimiento de otros detalles captados previamente por el Hubble.
Nuevos descubrimientos
Astrónomos de la NASA realizaron un análisis de datos en una longitud de onda de luz infrarroja muy concreta, de 4,7 micrones. En dicho análisis los expertos descubrieron hasta dos docenas de flujos de salida previamente desconocidos de estrellas "extremadamente jóvenes" revelados por hidrógeno molecular.
El Webb permitió que se captaran ciertos objetos en las imágenes que van "desde pequeñas fuentes hasta gigantes burbujeantes que se extienden a años luz de las estrellas en formación. Así lo expone Megan Reiter, astrónoma de la Universidad Rice de Texas. "Lo que nos da el Webb es una instantánea en el tiempo para ver cuánta formaciones de estrellas están ocurriendo en lo que puede ser un rincón más típico del universo que no hemos podido ver antes".
Pero ¿qué es el hidrógeno molecular? No solo sirve como señalizador de las etapas de formación de una estrella, sino que supone un ingrediente "vital" para la creación de las mismas. Y es que según las estrellas jóvenes van acumulando material proveniente del polvo y gas que se encuentra a su alrededor, estas expulsan fracciones de ese material de sus regiones polares.
Lo hace mediante una serie de flujos de salida y chorros, que según la agencia espacial, "actúan como un quitanieves, arrasando el entorno circundante". El Webb ha captado, precisamente, ese hidrógeno molecular que es arrastrado y excitado por estos chorros.
Antes del descubrimiento del Webb, los chorros y flujos de salida se detectaron en regiones cercanas y otros objetos, que ya son detectables en las longitudes de onda visuales vistas por el Hubble. El Webb permite realizar observaciones de regiones más alejadas, y su optimización de infrarrojos "investiga las etapas más jóvenes de muestreo de polvo". Todo ello junto da una nueva perspectiva sobre entornos que registran condiciones similares al lugar donde nación nuestro sistema solar.
Según Reiter, esto "abre la puerta a lo que será posible en términos de observar estas poblaciones de estrellas recién nacidas en entornos bastante típicos del universo que han sido invisibles hasta el Webb". En definitiva, "ahora sabemos dónde mirar para explorar qué variables son importantes para la formación de estrellas similares al Sol", expone la astrónoma.
[El telescopio James Webb vuelve a sorprender con una impactante imagen de la nebulosa Tarántula]
Jon Morse, especialista en el Instituto de Tecnología de Pasadena en California, La imagen publicada en julio tenía indicios de esa actividad, pero los chorros "solo son visibles cuando te embarcas en esa inmersión profunda, diseccionando datos de cada uno de los diferentes filtros y analizando cada área por separado". Además, estas nuevas observaciones del Webb dan más contexto sobre cuán activas son estas regiones de formación de estrellas.