La frustración, y no los videojuegos, es la culpable de la agresividad de los jugadores
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En alguna ocasión ya se ha hablado sobre la relación entre videojuegos violentos y el comportamiento violento por parte de nuestros compañeros de MedCiencia, destacando que la relación no es tan fuerte como se podría pensar. Ahora un nuevo estudio sigue corroborando la equivocación de la incultura general en este aspecto, pues aunque se sigue acusando a juegos como World of Warcraft o el conocido Grand Theft Auto por los comportamientos violentos de sus jugadores, resulta que el asunto no gira entorno al videojuego en si, sino a la frustración del jugador.
La violencia del videojuego no cuenta, importa el sentimiento de fracaso del jugador
En anteriores estudios se buscaba acusar directamente al contenido de los videojuegos, pero esta vez se han centrado en las experiencias psicológicas de los jugadores mientras juegan, y no en el contenido en si. Concretamente lo que se detectó fue que, independientemente del tipo de videojuego (violento o no), la agresividad de los jugadores estaba relacionada con su frustración o su dificultad para controlar o dominar dicho juego. Así lo afirman los investigadores de la Universidad de Rochester en su estudio, publicado en el Journal of Personality and Social Psychology:
“Cualquier jugador que haya lanzado el mando a distancia después de perder en un videojuego puede relatar los sentimientos de ira o fracaso que han tenido”
Pero la experiencia de frustración no es solo específica de los videojuegos. Esos mismos sentimientos de fracaso también se sienten en el deporte, cuando los jugadores pierden algún partido a causa de una mala decisión. Sienten que han perdido el control sobre el resultado, y eso despierta sentimientos de agresividad. Por tanto no tiene nada que ver con los videojuegos violentos. No nos inspiramos en la violencia ajena, sino en nuestra propia frustración, sea en el tipo de juego que sea.
Las experiencias de los jugadores que llevan a la agresividad
Para conseguir identificar que experiencias determinadas pueden llevar a un jugador a la agresividad, los investigadores manipularon la interfaz, los controles y el grado de dificultad de algunos videojuegos en seis experimentos de laboratorio con 600 participantes en edad universitaria. Estos individuos jugaron tanto con juegos violentos como no violentos, con diferentes grados de dificultad, y sus pensamientos, sentimientos o comportamientos agresivos fueron analizados.
En uno de los experimentos los estudiantes pusieron su mano en un recipiente con agua fría durante 25 segundos haciéndoles creer que ese periodo de tiempo lo había determinado un participante anterior, pero a todos se les asignó la misma duración. A continuación, estos participantes jugaron a una versión simple o complicada del Tetris, distribuidos de forma aleatoria, para posteriormente asignar al participante que fuera en el siguiente turno que cantidad de tiempo tendría que dejar su mano en el recipiente de agua helada.
Como podréis imaginar, los que habían jugado al Tetris complicado fueron los más crueles, pues asignaron 10 segundos más de duración media con la mano en el agua helada que los jugadores del Tetris en su versión fácil.
Los investigadores determinaron que el tipo de videojuego, su contenido, sus imágenes o su argumento no eran lo que provocaba la agresividad, sino que la falta de dominio de los controles del juego o el grado de dificultad del mismo podían llevar a los jugadores a la frustración, y esto provocaba sus sentimientos de agresividad como efecto secundario negativo.
Como veis, aventurarse a culpar a los videojuegos por la agresividad de sus usuarios es un tema delicado. Todo está en nuestro interior, y la culpa no es justamente de los videojuegos, o al menos no de un contenido específico. La frustración daña nuestro ego, y esto nos vuelve hostiles, ya sea en un videojuego, en un deporte o en cualquier tipo de competición que no sepamos dominar y ganar.
Vía | Rochester.