Un psicólogo infantil revela qué debes hacer si tu hijo te habla mal: "Los dos aprendimos algo..."
- "Me alegré mucho de no haber reaccionado poniendo un límite brusco o diciendo una frase como 'a mí no me hables así'", confiesa.
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Puede que te haya pasado si tienes hijos. Uno de los mayores miedos de un padre es que su hijo le hable mal, al percibir esto como una falta de respeto y una señal de distancia emocional.
Este temor refleja la preocupación de perder la conexión y la influencia positiva en su hijo, viendo en la agresión verbal una posible señal de conflicto, resentimiento o rebeldía que puede afectar la relación familiar.
Para saber cómo enfrentarse a este tipo de situaciones, el neuropsicólogo especializado en familia Álvaro Bilbao nos da un importante consejo en su cuenta de TikTok para afrontar un episodio así.
Y es que este creador de contenido plantea una escena con la que muchos se pueden sentir identificados. El punto de partida es el de una niña que habla mal a su padre. A partir de ahí, la situación y los diálogos son los siguientes:
Ayer mi hija pequeña me respondió de forma brusca en un par de ocasione, así que le pregunté:
-¿Qué ocurre? ¿por qué estás siendo desagradable conmigo?
- No lo sé.
- No pasa nada... A veces yo no sé por qué estoy enfadado y necesito un poco de tiempo o ayuda para darme cuenta...
Ella sólo se encogió de hombros así que le dije:
- ¿Te parece que lo pensemos juntos? ¿Puede ser que estés un poco enfadada porque alguno de tus hermanos te ha dicho algo?
- No
- ¿Porque papá y mamá te hemos dicho algo que no te gustaba?
- No
- ¿Porque hemos hecho muchos planes este fin de semana?
En ese momento ella exclamó:
- ¡Es que yo me quería quedar en casa tranquila!
Yo la expliqué que entendía como se sentía porque todos necesitamos tener tiempo para descansar es normal sentirnos frustrados cuando no podemos controlar nuestro día y añadí que, a veces, cuando estamos enfadados y no sabemos por qué podemos lanzar nuestro enfado sobre los demás.
Ella me miró muy aliviada y acordamos que la próxima vez que se sintiera así podía intentar decirme exactamente eso, que estaba enfadada y no sabía por qué.
Y me alegré mucho de no haber reaccionado poniendo un límite brusco o diciendo una frase como 'a mí no me hables así', porque de esta manera sencilla sin ponerme por encima de ella ni ignorar su malestar los dos aprendimos algo y pudimos acabar nuestro día sintiendo calma en nuestro interior.