No es Yemen, es Irán: así pueden los ayatolás iniciar una escalada de terror en el mar Rojo
El régimen iraní está usando la doble amenaza de los hutíes y Hamás para desestabilizar la región y presionar a Israel.
14 enero, 2024 03:08El principal miedo de Occidente cuando Israel inició la ocupación de Gaza como respuesta a la masacre que perpetró Hamás el 7 de octubre de 2023, era la extensión del conflicto al Líbano. La razón detrás de ese temor era que tanto Hamás como la guerrilla que hostiga a Israel desde hace décadas en el norte de su frontera (Hezbolá) están financiadas por el régimen de los ayatolas en Irán. Ambas son piezas clave en su lucha, no ya contra el Estado hebreo, sino en general contra Occidente y toda visión del mundo que no parta del islamismo radical.
Desde la caída en desgracia de Al Qaeda y posteriormente del Estado Islámico, Irán ha hecho suya la lucha por imponer el yihadismo en todo el mundo y especialmente en Oriente Medio. Para ello, ha financiado abiertamente guerrillas en Gaza, en Siria, en Irak, en Líbano y en Yemen. No solo eso, sino que ha iniciado un programa nuclear, supervisado en un principio por la ONU, que le permite amenazar con la fabricación de armas de destrucción masiva en cualquier momento.
Su imperialismo difuso le ha generado multitud de enemigos. El principal, por supuesto, Israel, pero también Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos. Tal vez, su gran aliado en la zona sea Qatar, que también está detrás de la financiación de Hamás, y que ve en la república islámica un aliado estratégico y económico de gran valor.
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Su otro socio de conveniencia es Rusia: Vladímir Putin y Ebrahim Raisi se han reunido con gran cordialidad varias veces en los últimos años. De hecho, Irán ha sido de los pocos países en ayudar militarmente a Rusia en su guerra contra Ucrania.
En definitiva, a estas alturas nadie duda de que fue Irán quien dio la luz verde a los ataques de Hamás contra los kibutz israelíes y nadie dudaba en su momento de que en sus manos estaba la posible intervención de Hezbolá en el conflicto. Una intervención que, contra todo pronóstico, no se produjo.
Hutíes como marionetas
Aunque Hasan Nasrallah, secretario general de la guerrilla libanesa de confesión chií, había asegurado que sus tropas entrarían en Cisjordania en cuanto Israel pisara Gaza, lo cierto es que acabó achantándose en un discurso público.
Por supuesto, las escaramuzas siguen en la frontera y no hay que descartar que vayan a más en cualquier momento, pero la pieza que eligió mover Irán para desafiar a Israel y, sobre todo, a Occidente y sus aliados comerciales en la zona, fue la de los hutíes, un grupo rebelde paramilitar en guerra con el gobierno legítimo de Yemen desde hace años y que controla en la práctica el norte del país.
Desde el mes de noviembre, los hutíes no han dejado de disparar contra todo tipo de barcos, tanto militares como comerciales, que intentaran acceder al Mar Rojo. Hablamos de una ruta que supone entre el 15 y el 20% del comercio marítimo mundial y que afecta, sobre todo, a Egipto, Jordania, Israel y Arabia Saudí, aparte del propio Yemen.
Estados Unidos quiso mantener la calma durante un tiempo, pero el 19 de diciembre anunció la creación de una coalición que pusiera en marcha la "Operación Guardián de la Prosperidad". ¿El objetivo? Proteger a los barcos mercantes defendiéndoles militarmente de los hutíes.
La idea de la coalición sonaba bien, pero no acabó de cuajar. En la práctica, se quedó en Estados Unidos, Reino Unido y poco más. Probablemente, Blinken y Biden pensaban que se unirían más países árabes, lo que de alguna manera legitimaría sus represalias, pero no fue así.
Arabia Saudí, enemigo declarado de los hutíes durante años y que llegó a entrar en guerra con ellos en 2017, está ahora mismo en pleno proceso de negociaciones de paz. Los Emiratos Árabes Unidos han mostrado toda la ambigüedad del mundo al respecto y no han querido mojarse activamente. Al fin y al cabo, los hutíes dicen defender la causa palestina y aseguran que sus acciones son protestas contra la ocupación israelí. Nadie, en público, va a condenar eso. No en Oriente Medio, desde luego.
Otra cosa es lo que se piense en privado, claro. Cuando se habla de "escalada" bélica en la zona tras los inevitables bombardeos de la coalición sobre posiciones hutíes –"se les dijo que habría consecuencias si seguían atacando nuestros barcos… y las ha habido", afirmó la Casa Blanca-, no hay que mirar tanto al propio Yemen o a los países vecinos, sino a Teherán.
Primero, porque los hutíes no tienen más recursos que los que les cedan los ayatolás. Segundo, porque igual que ningún país árabe va a entrar en una coalición contra una milicia propalestina, tampoco van a mover un dedo para defender a un protegido de Irán, país de origen persa.
El recurso del terrorismo
Así pues, la escalada queda en manos de lo que Irán decida. Puede seguir poniéndose de lado o puede considerar que es el momento de dar un paso al frente. Ahora bien, ¿cómo podría hacerlo?
Lo más obvio sería revertir la decisión del Líbano y ordenar un ataque sobre Cisjordania, pero Israel lleva tres meses alerta y su ejército ha demostrado una fortaleza inesperada en Gaza. Aparte, el mensaje mandado por Estados Unidos no deja lugar a la duda: estamos dispuestos a pasar de las palabras a los hechos… y a hacerlo con contundencia.
Irán no se puede permitir perder la doble amenaza de Hamás y Hezbolá sobre Israel. Con Hamás muy debilitada y con sus líderes en continua fuga, arriesgarse a que suceda lo mismo con Hezbolá, como amenazó el ministro de Asuntos Exteriores hebreo, Yisrael Katz, parece temerario.
Puede actuar en Irak y en Siria contra las fuerzas armadas estadounidenses que aún están en ambos países tras la disolución del ISIS, pero eso, de nuevo, sería enfrentarse directamente a un país al que no puede derrotar.
Las alternativas más probables son la continuación de los bombardeos en el mar Rojo -aunque eso aumentaría la antipatía de sus vecinos y no está claro que la opción hutí tenga mucho más recorrido- o recurrir al terrorismo puro y duro.
Las declaraciones del líder de los hutíes son ambiguas en ese sentido: "Nos sentimos legitimados a atacar cualquier posición estadounidense o británica". ¿Se refiere solo a barcos o también a tropas en otros países? ¿Habla solo en su nombre o en el de las demás milicias iraníes?
Estados Unidos lleva meses pidiendo a Israel contención para no extender el conflicto y al final ha sido el actor principal en la mayor acción militar fuera de Gaza. A su entender, no podía seguir mostrando debilidad.
El hecho de que el ataque llegara la misma noche que Blinken volvía a Washington tras una semana de negociaciones con la práctica totalidad de países árabes hace pensar que de alguna manera tácita contaba con su apoyo. Irán está solo y eso le hace menos peligroso, piensan en el Pentágono. La gran amenaza es que, al fin y al cabo, no juega con sus cartas, sino con las de otros. Y así todo riesgo es más fácil de asumir.