Israel amenaza con 'calcar' en Líbano la guerra de Gaza mientras EEUU trata de evitar una "metástasis"
Biden y Netanyahu están de acuerdo en que Hezbolá desaparezca del sur del Líbano y sus tropas sean sustituidas por unidades del ejército libanés.
9 enero, 2024 02:43Antony Blinken llegó este lunes a Tel-Aviv por cuarta vez desde el inicio de las hostilidades entre Israel y Hamás. Después de reunirse con prácticamente todos los países árabes del entorno, incluidos los emiratos y Arabia Saudí, Blinken quiso dejar claro antes de aterrizar en suelo israelí que un enfrentamiento entre el país gobernado por Benjamin Netanyahu y la guerrilla terrorista Hezbolá sería como "una metástasis" que podría expandir el conflicto por todo Oriente Próximo.
Las declaraciones de Blinken son un nuevo ejemplo de la clara disonancia entre la administración Biden y el gobierno israelí. Desde un primer momento, antes incluso de que empezaran los bombardeos sobre el norte de Gaza, Washington quiso mostrar su apoyo a un aliado tradicional… pero dentro de los límites de la legalidad internacional. Los avisos fueron contundentes entonces y lo han seguido siendo desde ese momento. Estados Unidos ha denunciado en todo momento la brutalidad y los abusos contra civiles y se ha preocupado de mediar en todo tipo de soluciones que incluyeran la llegada de ayuda humanitaria a la Franja.
Sin los lazos diplomáticos y las negociaciones de Blinken con Jordania, Egipto o Qatar, el alto el fuego de finales de noviembre, por el cual Israel pudo recuperar en torno a un centenar de los rehenes secuestrados por Hamás el 7 de octubre, habría sido imposible. Del mismo modo, sin su disuasión militar, es muy probable que tanto Irán como sus milicias patrocinadas por todo el territorio vecino a Israel se hubieran mostrado mucho más activas en el plano bélico.
Sin acuerdo sobre el futuro
El problema con el que se ha enfrentado Estados Unidos ha sido doble durante todo este tiempo: en primer lugar, no ha sido capaz de establecer soluciones claras y realistas. Su postura en torno a la crisis de Gaza sigue girando alrededor de la creación de dos Estados según las bases sentadas en los acuerdos de Oslo. El problema de esa postura es que no explica cómo unir a los palestinos en un solo Estado cuando las dos facciones principales -Hamás y Fatah- controlan distintos territorios y vienen de una guerra civil cuyas heridas no se han curado.
La propuesta, pactada con Egipto, de crear una administración independiente en Gaza formada por miembros influyentes de distintas organizaciones árabes, choca con el rechazo razonable de Israel a que Hamás tenga algo que ver en el futuro de la Franja. Esto nos lleva al segundo gran problema de la diplomacia estadounidense: su principal aliado no le ha hecho caso en ningún momento. Cuando Estados Unidos le pidió que evitara bombardeos indiscriminados sobre el norte de Gaza, Israel no dudó en lanzarse a la ofensiva. Cuando le insistió en que no repitiera esos errores en el sur, dobló la apuesta.
Ambos países llevan en un tira y afloja constante durante los últimos tres meses que se ha trasladado a la política interior estadounidense, donde los republicanos acusan a los demócratas de no apoyar lo suficiente a Netanyahu. Con unas elecciones decisivas en noviembre, la situación para Biden no es sencilla… y no se puede decir que su viejo amigo Bibi le esté ayudando en absoluto. Al contrario. Mientras Blinken habla de "metástasis" y hace lo posible por evitar nuevos conflictos, Israel parece encantado con la posibilidad de atacar a Hezbolá y retirar a la milicia de la frontera norte.
El asesinato de Al-Tawil
De hecho, la llegada de Blinken a Israel ha coincidido con el asesinato de Wissam Hassan Al-Tawil, uno de los líderes de las Brigadas Radwan de Hezbolá en el sur del Líbano. El ataque llega apenas unos días después de que Hezbolá prometiera venganza tras el asesinato del número dos de la estructura política de Hamás, Saleh El Arouri, en Beirut, lo que puede entenderse como un paso más hacia el conflicto directo entre ambos bandos. Precisamente, lo que Blinken está intentando evitar por todos los medios.
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La retórica del gobierno israelí tampoco ayuda. En declaraciones a The Wall Street Journal, el ministro de defensa Yoav Gallant, aseguró que "Hezbolá sabe que Israel puede calcar en Líbano lo sucedido en Gaza", en referencia a la destrucción absoluta de todo tipo de infraestructuras tanto terroristas como civiles. Parece que una vez que las IDF han dado por acabada la resistencia de Hamás en la Franja -aunque hay zonas de Gaza City, de Deir Al Balah y del oeste de Jan Yunís aún en contienda-, Israel necesita abrir el frente en el Líbano para calmar a la parte más conservadora de su opinión pública.
Aquí, Biden y Netanyahu están de acuerdo en que la solución pasa por que Hezbolá desaparezca del sur del Líbano y sus tropas sean sustituidas por unidades del ejército regular del Líbano. El problema es que, aunque durante el día se rumoreó con la aplicación por parte del gobierno de Beirut de la llamada 'Resolución 1701' para expulsar a los terroristas de la frontera, los medios de Hezbolá, financiada también por Teherán, son similares o incluso superiores a los del ejército libanés. Si Israel quiere que la milicia retroceda, tendrá que hacerla retroceder por la fuerza.
¿Qué hay que 'calcar' de Gaza?
Ahora bien, Estados Unidos sigue apostando, tal vez de manera algo inocente, por la diplomacia para conseguir ese objetivo. La operación de Gaza, vista desde fuera, ha sido un desastre para Hamás, pero también para Israel. No está claro que haya conseguido acabar con el liderazgo de la organización terrorista -ahí están los hermanos Sinwar dirigiendo las operaciones-, no ha establecido las bases para un futuro en paz con los palestinos de la zona y, sobre todo, no ha conseguido liberar a ninguno de los rehenes.
Militarmente, la operación ha sido mucho más exitosa y rápida de lo que se preveía, pero aún no sabemos cuáles eran sus objetivos concretos más allá de las generalidades ni hasta qué punto se han conseguido. Después de casi 25.000 muertos entre civiles y terroristas en poco más de dos meses, cabría esperar algo más de claridad, pero ni Blinken ni Biden la ven. La amenaza de trasladar el mismo tipo de operación -acelerada, sin planificar y sin medir las consecuencias- al Líbano parece una garantía de fracaso.
Eso es lo que pretende evitar el Secretario de Estado con sus continuas visitas, pero en gran parte sus intentos han sido infructuosos. Blinken negociará un nuevo alto el fuego en Gaza para liberar más rehenes y facilitar la ayuda humanitaria, e intentará calmar los ánimos en cuanto al segundo frente que puede abrir un tercero, un cuarto o un quinto. Dicho esto, de momento, la recepción ha ido en sentido totalmente contrario, lo que no invita precisamente al optimismo.