Rusia lanzó durante la pasada madrugada un nuevo ataque masivo con drones kamikaze Shahed y de otros modelos que tuvo entre sus principales objetivos las ciudades de Kiev y Odesa, según han informado este jueves las autoridades locales.
En la capital y sus alrededores, el Ejército ucraniano ha derribado más de treinta drones. Los fragmentos de algunos de estos drones han caído en zonas residenciales y han provocado daños en viviendas e infraestructuras comerciales, según la Administración Militar de la región de Kiev.
En Odesa, que está situada en el sur del país y es el principal puerto de mar de Ucrania, un edificio de varias plantas y un número indeterminado de automóviles han sido alcanzados durante el ataque, en el que ha resultado herido un hombre de 30 años, según la Administración Militar regional.
Los drones rusos también han llegado a la región de Zhitómir, en Ucrania central, donde han golpeado una infraestructura eléctrica. Tres distritos de la región se han quedado temporalmente sin luz a consecuencia del impacto, según las autoridades.
Al mismo tiempo, una bomba aérea rusa ha matado a una persona en la región ucraniana suroriental de Sumi, fronteriza con Rusia.
Rusia ataca prácticamente cada noche territorio ucraniano con decenas de drones kamikaze Shahed, una tecnología relativamente barata recibida de Irán capaz de alcanzar distancias de más de mil kilómetros.
Las defensas ucranianas interceptan la gran mayoría de estos drones, que sin embargo siguen provocando víctimas y daños materiales al impactar directamente en infraestructuras o viviendas o caer sobre éstas los fragmentos de los aparatos derribados.
Rusia insta a poner fin a la guerra
Tras la victoria en EEUU de Donald Trump, los líderes europeos reunidos este jueves en Budapest instaron al presidente electo mantener el apoyo a Ucrania.
Por su parte, el secretario del Consejo de Seguridad ruso, Sergei Shoigu, dijo este jueves que Occidente debería aceptar que Rusia estaba ganando la guerra de Ucrania y negociar su fin.
Las fuerzas de Moscú han estado avanzando a su ritmo más rápido desde las primeras semanas de la guerra que dura dos años y medio.
Trump prometió durante la campaña que podría traer la paz a Ucrania en 24 horas, pero dio pocos detalles sobre cómo intentaría hacerlo.
Shoigu, un aliado del presidente Vladimir Putin que había sido ministro de Defensa desde 2012 hasta que Putin lo destituyó en mayo, dijo que Occidente había intentado utilizar a Ucrania para infringir una derrota estratégica a Rusia, pero había fracasado.
El pasado 14 de junio Putin estableció sus condiciones para poner fin a la guerra: Ucrania tendría que abandonar sus ambiciones de pertenecer a la OTAN y retirar sus tropas de todo el territorio de las cuatro regiones reclamadas por Moscú.
Rusia controla Crimea, que tomó y anexó unilateralmente a Ucrania en 2014, alrededor del 80% del Donbás-una zona productora de carbón y acero que comprende las regiones de Donetsk y Luhansk- y más del 70% de las regiones de Zaporiyia y Jersón.
Ucrania, que cuenta con el respaldo de Estados Unidos y las potencias europeas, rechazó las condiciones de Putin, pero Trump ha subrayado que tiene prioridades diferentes a las de Joe Biden, quien ha insistido en que Ucrania debe decidir cuándo y cómo negociar.
La posición oficial de Kiev es que no descansará hasta que todos los soldados rusos sean expulsados de su territorio.
El Wall Street Journal informó que el equipo de transición de Trump había propuesto que Kiev podría prometer no unirse a la OTAN durante 20 años a cambio de que Washington aceptara armarlo fuertemente para disuadir un ataque ruso.
El Kremlin reaccionó con cautela el miércoles después de que Trump ganara las elecciones presidenciales, diciendo que Estados Unidos seguía siendo un estado hostil y que sólo el tiempo diría si su retórica sobre el fin de la guerra se traducía en realidad.