Destrozos en Krivói Rog tras un bombardeo ruso este martes.

Destrozos en Krivói Rog tras un bombardeo ruso este martes. Reuters

Europa

Ucrania teme un ataque desde Bielorrusia y Transnitria que le haga desviar tropas del Donbás

Kiev ha protestado por la presencia de tropas en Gomel a la vez que alerta del peligro de realizar ejercicios militares tan cerca de la central nuclear de Chernóbil.

28 agosto, 2024 02:33

El coronel ucraniano en la reserva, Mikhailo Prytula, alertó este martes sobre la posibilidad de un ataque desde Bielorrusia, tras la reubicación de al menos mil hombres a la región de Gomel, fronteriza con Ucrania. Aunque ese número de hombres no es suficiente para intentar una incursión en territorio ucraniano, Prytula advirtió de que el camino de Gomel hacia Zhytomir, Berdychev o Kryzhopol ya era uno de los previstos por la inteligencia militar antes incluso del inicio de la invasión el 24 de febrero de 2022.

Si bien al final las tropas rusas no entraron exactamente por esa carretera, Prytula teme que podamos estar ante el inicio de una maniobra de distracción que pueda culminar en un doble ataque desde el norte (Bielorrusia) y el sudoeste (Transnitria).

Hay que aclarar que ambas posibilidades son ahora mismo bastante lejanas. Para empezar, como el propio Prytula admite, los 1.100 soldados bielorrusos serían claramente insuficientes a la hora de intentar cruzar la frontera. Lo que sí pueden servir es de reclamo para el ejército de Oleksandr Syrskyi, que se puede ver obligado a mandar algunas divisiones a la zona para asegurar que luego no hay sorpresas.

Aparte, según el Institute for the Study of War, la participación de Bielorrusia como parte activa del conflicto es muy improbable. Lukashenko tiene elecciones presidenciales a principios del año que viene y no quiere líos. Obviamente, las elecciones las va a ganar haga lo que haga, pero ya en 2021 vivió varias revueltas que tuvieron que sofocar las fuerzas armadas.

La oposición al dictador bielorruso está dividida y desmembrada por las continuas operaciones de represión del gobierno, pero meter al ejército en una guerra sería un acto muy impopular… y lo distraería de su principal ocupación actual: proteger al régimen.

En alerta por Chernóbil

Con todo, el gobierno ucraniano no se toma a la ligera la amenaza bielorrusa. En Kiev no han gustado nada esos ejercicios militares que han servido de excusa para colocar tantos hombres en Gomel. El Ministerio de Defensa emitió un comunicado oficial esta semana en el que advertía a Minsk de que cualquier acción que pusiera en riesgo su integridad territorial sería duramente contestada.

En Polonia, país vecino de ambos Estados y miembro de la OTAN, también andan con la mosca tras la oreja, especialmente tras la invasión del espacio aéreo de un proyectil ruso durante los salvajes ataques a Leópolis del pasado lunes.

Tampoco le hace ninguna gracia al gobierno de Zelenski el hecho de que estos ejercicios se lleven a cabo tan cerca de la central nuclear de Chernóbil, que casi hace de frontera entre ambos países. El gobierno de Kiev ha advertido públicamente sobre los riesgos de iniciar una actividad militar a tan poca distancia de la zona de seguridad radioactiva, algo que ya hizo en su momento Rusia en su empeño por llegar a la capital en los primeros días de la ofensiva.

En cuanto al posible ataque que Prytula pronostica desde Transnitria, es cierto que también estaba en los planes de alerta del gobierno ucraniano antes de la invasión, pero con el tiempo se ha demostrado muy poco factible.

Un soldado ucraniano patrulla frente a edificios dañados por los ataques en Sudzha.

Un soldado ucraniano patrulla frente a edificios dañados por los ataques en Sudzha. Reuters

Transnitria es una región de Moldavia controlada por un gobierno prorruso. Su situación es semejante a la de las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Lugansk antes de la guerra: no tiene el reconocimiento internacional de nadie, ni siquiera de la propia Rusia, pero en la práctica funciona como una entidad independiente.

Dicho esto, Transnitria es un lugar muy poco propicio para ubicar grandes cantidades de hombres y lanzarse a una invasión. De entrada, esos hombres solo podrían llegar por el Mar Negro y hace tiempo que la flota rusa no controla por completo la zona. ¿Cómo transportar a 10.000 o 20.000 hombres por barco hasta ahí y luego lanzarlos sobre Odesa? Parece una misión suicida, incluso bajo los parámetros habituales del ejército ruso.

Juego de señuelos

El único objetivo de estos movimientos extraños, como decíamos, es despistar al alto mando ucraniano. Son señuelos para que Syrskyi mande a la frontera con Bielorrusia a parte de los hombres que están defendiendo el Donbás. Con el ejército ruso a diez kilómetros de Pokrovsk, el gran centro de comunicaciones y logística de Ucrania en Donetsk junto al conglomerado Kramatorsk-Sloviansk, es complicado pensar que nadie vaya a morder ese anzuelo.

Y es que perder Pokrovsk, como decíamos el martes, sería de una importancia enorme para Ucrania. De ahí salen cinco carreteras y varias líneas de ferrocarril que surten de víveres y de munición a prácticamente todo el frente oriental. De alguna manera, cumple la función que se encomendó a Avdiivka hasta su caída en febrero, tras dos años de continuas ofensivas rusas.

Aquí, el problema tiene más que ver con la acumulación que con otra cosa: diez kilómetros en esta guerra son muchos…, pero Pokrovsk no es la única localidad que tiene que defender Ucrania: Chasiv Yar, Toretsk, Vuhledar y Niu York también están seriamente amenazadas y hay dudas de si Syrskyi tendrá hombres suficientes para tapar todos los agujeros.

De momento, sí parece que los tiene para resistir en Kursk, donde el ejército ucraniano lleva un mes instalado. El territorio bajo su control roza ya los 1.500 kilómetros cuadrados y son más de cien las localidades ocupadas. Rusia parece haber contenido la invasión antes de que las tropas ucranianas tomaran Korenevo y Rilsk.

También parecen haber frenado el avance hacia Gir'i, aunque los enfrentamientos son constantes a lo largo de toda la región. Con lo que ha mandado Gerasimov puede dar para frenar a los ucranianos, pero no para recuperar terreno. Rusia confía en hacerlo cuando acabe su misión en Donetsk, pero de confianzas no se vive.

En este momento, ambos países están asumiendo un riesgo enorme: Ucrania ha decidido abrir un nuevo frente para aliviar el de Donetsk. De momento, no ha conseguido la movilización que esperaba, pero tampoco sus tropas menguadas se han desplomado ante las ofensivas rusas. Si avanzar en Kursk acaba provocando la caída de Pokrovsk, obviamente, la jugada habría salido mal.

Ahora bien, podría suceder lo contrario: Rusia podría estar dejando que Ucrania avance en su lado de la frontera con la esperanza de ganar la batalla en Donetsk… y no conseguirlo. En ese caso, se quedaría a medias en ambos frentes y las consecuencias podrían ser muy nocivas para Moscú.