Zelenski anuncia un plan de paz para noviembre y la entrada en la OTAN en cuanto acabe la guerra
La fecha parece remitir a las elecciones de EEUU, de cuyo resultado puede depender la viabilidad de la victoria de Kiev o la necesidad de alguna cesión.
16 julio, 2024 02:46La reciente cumbre de la OTAN en Washington D.C. y la solidaridad mostrada por (casi) todos los países miembros con Ucrania han llevado a su presidente, Volodimir Zelenski, a hacer públicas una serie de conclusiones arriesgadas. De entrada, Zelenski anunció una nueva conferencia de paz, que tendría lugar a partir de noviembre, cuando su plan para un alto el fuego quede definido. No parece que la fecha sea casual, pues coincide con la celebración de las elecciones en Estados Unidos.
Hay que entender que todo, absolutamente todo, lo que pueda prever Ucrania de cara a su futuro depende del resultado de esas elecciones.
Si ganan los demócratas, con Biden o cualquier otro candidato a la cabeza, lo normal es que continúen las ayudas, se mantengan las sanciones contra Rusia y pueda negociarse la entrada de Ucrania en la OTAN, algo que se calificó como “irreversible” en la pasada reunión atlántica, pero que no está recogido como definitivo en ningún papel, que es lo que al final cuenta.
Sin embargo, si el que gana es Trump, Zelenski sabe que esa ayuda se va a ver mermada y la entrada en la OTAN -que este lunes el propio presidente ucraniano anunció como inmediata una vez se acabe la guerra- será un imposible.
De hecho, la propia continuidad de la Alianza tal y como se ha concebido desde el inicio de la Guerra Fría, estaría en cuestión. Trump considera que sus socios no son leales y que deberían gastar más dinero en una unidad en la que el expresidente ve a Estados Unidos como la parte perjudicada de todos los conflictos.
¿Territorios por paz?
Tal vez por eso la ambigüedad de Zelenski a la hora de hablar de noviembre y de su plan de paz. Un plan que, en principio, conocemos y que viene siendo el mismo desde febrero de 2022: Ucrania exigirá a Rusia la retirada completa de sus tropas a las fronteras de 2014 y pedirá una reparación económica por los daños causados durante la ocupación. Rusia se negará, obviamente, y pedirá lo mismo, pero al revés: que Ucrania se retire de las cuatro regiones -Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón- que se anexionó unilateralmente en septiembre de 2022 y luego hablamos.
El acuerdo ahí es imposible. Lo que no sabemos es hasta qué punto el factor Trump puede alterar las circunstancias. El expresidente dice tener su propio plan, que es básicamente un “territorios por paz”, en el que habría que negociar qué territorios y a cambio de qué garantías de paz. ¿Podría haber algún tipo de acuerdo, por injusto que fuera, si Estados Unidos se empeñara? Podría haberlo. Lo que pasa es que ahí la OTAN sí que juega un papel decisivo.
Supongamos que Zelenski -que insiste en que participe una delegación rusa en la cumbre de paz aunque el Kremlin ya haya anunciado su negativa- toma la decisión de ceder la parte ya ocupada de esas cuatro provincias a cambio de la retirada completa de Járkov. Es un acuerdo cruel para Ucrania. En parte, supondría renunciar a todo por lo que han luchado sus soldados durante dos años y medio. No es lo ideal, pero menos lo sería seguir la guerra por su cuenta o con solo el apoyo, siempre insuficiente, de sus aliados europeos.
La pertenencia a la OTAN como garantía de futuro
En esa circunstancia, Zelenski podría plantearse una derrota a corto plazo a cambio de una victoria para Ucrania a medio y largo plazo. En otras palabras, conseguir el compromiso, tanto de Estados Unidos como del resto de miembros, de que, efectivamente, una vez firmado ese deshonroso acuerdo de paz, Ucrania pasará a ser país OTAN.
Que, en el futuro, cualquier ataque de Rusia contra su territorio será un ataque contra el mayor ejército del mundo… y, en consecuencia, garantizar su continuidad como estado, algo que, de lo contrario, solo podría conseguirse mediante una guerra constante o un triunfo que sus propios aliados parecen ver con cautela.
Y es que ahí surge el otro gran problema: los aliados. O, para ser más concretos, porque todo parece reducirse a eso, Estados Unidos. ¿Podría Trump garantizar esa entrada definitiva en la OTAN? No está claro. Trump no es prorruso, pero sí es pro-Putin, que en este momento es decir lo mismo. Trump no cree en la alianza con Europa porque entiende que Europa debe defenderse por sí misma. Trump solo tiene ojos para la amenaza china en el Pacífico y para la terrorista en Irán. Rusia le da igual. En sus propias palabras: “Dejaré que haga lo que le dé la gana con todos esos países”.
Otra cosa sería una administración demócrata. Biden y los suyos sí parecen dispuestos a abrazar la causa ucraniana hasta las últimas consecuencias y, teniendo en cuenta el respeto que se le tiene a Rusia en la actual Casa Blanca -empezando por Jake Sullivan, el Consejero de Seguridad Nacional-, es posible que se le sugiera a Zelenski una cesión de ese tipo. Entrega lo que no vas a poder recuperar por la fuerza, trágate el sapo y te aseguramos una defensa mutua dentro de un organismo en el que nosotros sí creemos.
Los dos pierden, con lo que los dos ganan
Obviamente, sería una decisión durísima. También lo sería, en parte, para Putin. De hecho, si el presidente ruso se mantiene en sus posiciones maximalistas, lo normal es que no aceptara un pacto de ese tipo. Putin quiere anexionarse militarmente la Ucrania rusófona, es decir, la que va de la frontera hasta el río Dniéper, y controlar el resto del país con un gobierno títere que no moleste. Ese es su sueño mil veces reconocido y por el que ha sacrificado decenas de miles de vidas rusas y se ha arriesgado a un amago de guerra civil cuando el Grupo Wagner le lanzó aquel Golpe de Estado en junio de 2023.
Ahora bien, de momento y como patada a seguir, podría valer. Ucrania no lo consideraría justo porque no lo es. Rusia lo consideraría insuficiente porque no se ajusta a sus muy poco realistas pretensiones. Sin embargo, ambos podrían ver parte de sus objetivos cumplidos: Putin justificaría su “operación militar especial” con los nuevos territorios obtenidos y Zelenski habría garantizado la continuidad de su país como estado durante décadas, algo que, teniendo a Rusia como vecino, no es poca cosa.
Lo que parece claro es que la guerra no va a resolverse en el frente de batalla o no lo va a hacer en mucho tiempo. Las posiciones siguen prácticamente inalteradas. Los avances de Rusia en el Donbás son constantes, pero poco significativos, lejos aún de Sloviansk y Kramatorsk, mientras que la contraofensiva ucraniana en el norte de Járkov parece que, tarde o temprano, expulsará a los rusos de ese territorio.
Ambos bandos, especialmente el invasor, están perdiendo hombres y armas a un ritmo colosal. No se sabe qué quedará de ambos ejércitos cuando todo esto acabe.
Zelenski confirmó la llegada inmediata de los F16 holandeses y estadounidenses y el acuerdo con Rumanía para la entrega de baterías antimisiles Patriot, pero reconoció pequeños problemas con las nuevas movilizaciones. Es lógico que la parte agredida no ceda a las pretensiones del agresor, pero para eso, hay que insistir, necesitará un mayor compromiso por parte de sus aliados. En noviembre, sin duda, ese aspecto quedará mucho más claro.